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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



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Se ha perpetrado una grave injusticia...

¡Libertad para Gregory!

Revolución #212, 26 de septiembre de 2010

¡Se ha perpetrado una grave injusticia! El 26 de agosto, al terminar un proceso ultrajante en el tribunal de Skokie, Illinois, un hombre joven que había salido de la prisión para dedicarse a la política revolucionaria quedó condenado de tres acusaciones totalmente inventados, a raíz de “delitos” que nunca ocurrieron: los cargos criminales de entrada ilegal, agresión simple (contra un policía) y resistencia a la autoridad. Y en un ultraje adicional, el juez anuló la fianza, en lugar de dejar a Gregory en libertad mientras esperaba la audiencia de sentencia, y ordenó llevarlo directamente del juzgado a la cárcel. La audiencia de sentencia se celebró el 8 de septiembre (ver recuadro). ¡Hay que parar este proceso farsante e injusto!

 
 

Arrestan a Gregory por filmar a Sunsara Taylor en la sede de la Sociedad Humanista Ética, noviembre de 2009.

Gregory es un hombre joven que pasó momentos difíciles y cayó en el tipo de vida que agarra a muchos jóvenes, y fue a prisión. Pero ahí en la prisión y durante un tiempo después, empezó a cuestionar la naturaleza del sistema que le había puesto a él y a millones más tras las rejas. Empezó a leer el periódico Revolución en la prisión. Rompió con la mentalidad de “te jodo o me jodes”. Y, como dijo en una declaración poco antes del proceso criminal: “Además de estudiar diversos temas y leer todo lo que podía conseguir mientras estuve encarcelado, empecé a desarrollarme como escritor”. Varios de sus escritos se publicaron y Gregory consiguió un diploma de ayudante legal, al mismo tiempo que escribía él mismo los argumentos de una demanda federal de derechos civiles contra las políticas carcelarias. Como dijo en la declaración: “Ahora mi vida se dedica a la lucha para eliminar toda la opresión y explotación, y a alcanzar un mundo en que la gente contribuye todo lo que pueda a la sociedad y recibe en cambio lo que necesita para vivir de una manera que es digna de los seres humanos”.

Cambiar las reglas en la mitad del partido

Todo comenzó en noviembre cuando Gregory filmó una breve declaración de Sunsara Taylor en la sede de la Sociedad Humanista Ética de Chicago (SHEC) en Skokie. Gregory no cometió ningún delito; no dañó ninguna propiedad; no lesionó a nadie. En verdad, ÉL fue brutalizado y rociado con gas “mace” por la policía.

La fiscal afirmó en su presentación inicial: “... Este es un caso sencillo. Tenemos a una persona que no quiso cumplir con una petición razonable. Si él hubiera dejado la cámara apagada, no estaríamos aquí hoy”. No fue así el caso. Cualquier persona razonable y pensante preguntaría: “¡¡¿Qué clase de sistema de ‘justicia’ manda a la cárcel a una persona por prender una cámara?!!” No hubo nada sencillo, ni justo, en este caso.

El día antes de que empezara el proceso, la defensa le entregó al juez una copia del vídeo que Gregory filmó, el cual demuestra claramente que nadie le dijo que no pudiera entrar en la propiedad. Asimismo, nadie le dijo en ningún momento durante la filmación que tendría que salir o ser arrestado, una condición que estipula la ley de entrada ilegal. Confrontada por la evidencia en vídeo, ¡la fiscalía simplemente cambió su argumento! Así que el primer día del juicio, y ante las enérgicas protestas del abogado defensor, el juez permitió que la fiscalía modificara ciertas alegaciones centrales a los cargos de agresión y resistencia a la autoridad, que se habían formulado en noviembre.

El cargo de agresión ahora se concretó en tener adrede un “contacto físico de naturaleza insultante o provocadora”, en lugar de un “daño físico”. La fiscalía dijo falsamente que Gregory había colocado las manos deliberadamente en el pecho del agente Bello y lo había empujado tres centímetros para atrás, y afirmó que eso constituía “agresión”. Cambió también la hora y el lugar de la supuesta agresión. La fiscalía quería ampliar así las pautas legales, porque no hubo evidencia de ningún daño físico al agente involucrado, y ni hablar de evidencia médica. De hecho, el agente Mendoza, el otro policía que dio testimonio, estaba a unos centímetros de Gregory cuando este presuntamente cometió la “agresión”, ¡pero no la mencionó en su testimonio! Gregory fue acusado de agresión no solamente para justificar la golpiza que los agentes le dieron a él, sino para castigarlo con dureza por un delito “violento”.

Los cambios que hizo la fiscalía en las alegaciones para fundamentar el cargo de resistencia a la autoridad fueron igualmente atroces. Primero, a última hora cambió su versión respecto al agente involucrado para indicar a un agente Mendoza, en lugar del agente Bello. Si en realidad hubo resistencia, ¿cómo es posible que el agente afectado cambiara, como si fuera por arte de magia, entre noviembre y agosto? ¿Y cómo es posible que ese delito no se detectara en absoluto hasta nueve meses después? Segundo, la fiscalía ahora identificó otro sitio como el lugar de la presunta “resistencia”. Supuestamente ocurrió fuera y no dentro del auditorio.

Por otro lado, el juez no permitió que la defensa usara el primer informe policial para señalar las obvias contradicciones en las versiones cambiantes que ofrecieron los testigos de la acusación. Luego, después del mar de decisiones a favor de la fiscalía y la denegación de una petición por más tiempo para preparar la defensa de Gregory contra esas nuevas alegaciones y versiones, el proceso arrancó. He aquí el tan cacareado sistema de justicia estadounidense: si el acusado presenta pruebas contundentes de su inocencia y demuestra que las afirmaciones del Estado son falsas, ¡eso se le permite al Estado cambiar su versión, con tal de condenar al acusado!

La ley de entrada ilegal en Illinois dice que hay que ordenarle a la persona que se fuera, y luego esa persona tiene que demostrar su intención de quedarse en violación de esa orden. En el vídeo, se oye claramente a Bello mientras en voz alta le dice solamente: “Pase afuera”. Una testigo que había estado sentada al lado de Gregory dijo en su testimonio que no oyó ninguna orden de Bello para que Gregory se fuera, ni nada sobre una supuesta entrada ilegal. La fiscal basó el cargo de entrada ilegal puramente en el testimonio de un policía, el agente Bello, a quien la SHEC había contratado para la mañana del día en cuestión. Bello adujo que le había dicho a Gregory en voz baja que dejara de filmar o sería arrestado. ¡Qué conveniente! La única prueba que la fiscalía presentó fue su afirmación de que hubo una orden susurrada que solo el acusado y el policía podían oír. Así que Bello cambió la hora y el lugar de la supuesta orden de marcharse para el momento en que no estuviera nadie que oyera un susurro y no hubiera nada de secuencias filmadas, asegurando que todo girara en torno a la palabra del policía versus la de Gregory.

Junto con esa mentira casi transparente, la fiscalía en su presentación final al jurado distorsionó la definición legal de “entrada ilegal”, diciendo que era lo mismo que violar cualquier regla que imponga el propietario. La supuesta “lógica” legal es que si el propietario pide que una persona deje de filmar y la persona no cumple con ese pedido, entonces es un caso de entrada ilegal. Repito, esta no es la definición legal de entrada ilegal según las leyes de Illinois, las cuales requieren una orden de que la persona se fuera y que esa persona muestre su intención de quedarse a pesar de esa orden. Cuando el abogado defensor protestó contra la explicación falsa de esa ley, el juez rechazó su protesta.

Acusar a la víctima de brutalidad policial

 
 

Gregory, el videógrafo inocente, empezó a cumplir una sentencia de 300 días en la cárcel del condado de Cook. Arriba, los presos ahí responden a una protesta que demanda “Nada de cárcel” justo después de declarar el veredicto en el juicio de Gregory, 26 de agosto.

Las fotos que la defensa entregó a la fiscalía antes del juicio, tal como estipula la ley, demostraron que Gregory fue brutalizado por la policía. La fiscalía respondió tomando la ofensiva y dándole su propio toque perverso al decirle al jurado que las fotos constituían evidencia de que el acusado, y no la policía, era el malhechor.

Imputarle a una víctima de brutalidad policial los delitos de resistencia a la autoridad y agresión contra un agente del orden es una práctica policial tan común que hasta tiene un nombre: “cargos de pantalla”. (Los cargos de pantalla son cargos que la policía formula cuando necesita una “pantalla” legal para encubrir su brutalidad. [Ver acslaw.org/node/16288]) En una de las fotos, se puede ver la camisa hecha jirones de Gregory y, por debajo, laceraciones en su tronco. Pero según dijo la fiscal, esas laceraciones no ocurrieron porque la policía lo estaba agarrando y jalando violentamente, ¡sino porque Gregory oponía resistencia violentamente! Otra foto muestra a cuatro o cinco policías fortachones lanzados encima de Gregory... pero aquí no se trataba de ensañarse con él... no, pues, para los fiscales y sus testigos eso demostraba la fuerza que se necesitaba para someter al acusado, de 64 kilos y una estatura de 1.68 metros. Bello, el agente que roció con gas mace a Gregory, no tuvo reparos en reconocer que Gregory quedó con contusiones y laceraciones, y necesitaba atención médica, pero la fiscal planteó que ¡se lesionó a sí mismo!

En menos de una hora y medio, se decidió por el veredicto de culpable de todos los cargos: un veredicto totalmente injusto y ultrajante.

Venganza por una transformación radical

Tras el pronunciamiento del veredicto, la fiscal exigió que se anulara la fianza, argumentando que Gregory había pasado años en prisión por delitos cometidos en su juventud. Enseguida el abogado defensor protestó, pero el juez lo interrumpió para tomar el lado de la acusación e intensificar el ataque vengativo, anulando la fianza debido al veredicto de que Gregory era culpable de tres delitos menores (“misdemeanors”).

Tal decisión es sumamente inusual para un delito menor, y más todavía porque el acusado no violó los términos de la fianza en ningún momento antes del proceso. Gregory tiene trabajo y obviamente tiene fuertes raíces en la comunidad, pues el juzgado se llenó de simpatizantes todos los días y había una cola de espera para poder entrar.

Muchas personas, al enterarse del caso, el veredicto y la anulación de la fianza, han preguntado: ¿Por qué acusaron a Gregory en primer lugar? ¿Por qué el caso se llevó a juicio, cómo era posible que el jurado lo declarara culpable y el juez anulara la fianza por cargos tan menores? Dicen que algo siniestro debe estar al fondo. Y así es.

Más de una persona ha señalado que Jon Burge, el detective de la policía de Chicago que ganó mala fama por torturar a la gente y zamparla a la prisión o al pabellón de los condenados a muerte a raíz de confesiones falsas y coaccionadas, quien finalmente fue hallado culpable esta primavera, 30 años después, de mentir a un agente federal (un delito grave, o “felony”), está libre bajo fianza hasta su audiencia de sentencia en noviembre.

En contraste, un hombre joven se zafa a duras penas de la mentalidad y vida de “te jodo o me jodes” a las cuales este sistema empuja a muchos. En las entrañas del sistema carcelario empieza a cuestionar, a estudiar, a entender y vivir basándose en el hecho de que, como él dijo: “la base existe para emancipar a toda la humanidad de las relaciones opresivas de la sociedad de clases, y de desatar a la gente a florecer en formas que ni siquiera se puede imaginar dentro de los confines de este sistema capitalista”. Pero en el caso de Gregory, una persona que ha inspirado a muchos más con su transformación moral, ética y política, la fiscalía y el juez tomaron la medida extraordinaria de anular su fianza mientras espera ser sentenciado.

¿Debido proceso legal o represión política?

Al comienzo del juicio, el juez dijo: “La política no está al fondo de este proceso...”, pero la política está al fondo no solamente del arresto sino de toda esta farsa vengativa. Una importante escalada del ataque ocurrió en abril tras una presentación en la Universidad Northwestern del documental Disturbing the Universe [Perturbando el universo] sobre William Kunstler, organizada por el comité de apoyo a Gregory. Participaron en el panel Emily Kunstler, una de las cineastas; Thomas Geoghegan, abogado laboral y autor; Scott Frankel, el abogado de Gregory; y Gregory. Fue la primera vez que Gregory habló públicamente desde su arresto; describió su pasado de preso y su transformación a raíz de su contacto con el Fondo Revolucionario de Literatura para Presas y Presos y el periódico Revolución. Condenó la prohibición del periódico Revolución en unas prisiones de California y habló de la importancia que le tiene el periódico y por qué las autoridades están tratando de prohibirlo. Ese tema de transformación tuvo resonancia entre los estudiantes de North Shore y Northwestern, y alertó al mundo más amplio de que conexiones y apoyo a este ex preso revolucionario estaban desarrollándose entre sectores de la población normalmente inundados con el mensaje de que los presos son “depredadores incorregibles” y “el peor de los peores”.

La fiscalía se apresuró a responder a este creciente apoyo amplio y una semana después atacó con ganas. En una audiencia supuestamente rutinaria para fijar la fecha del juicio, la fiscalía anunció que iba a interponer una petición de desacato contra Gregory, porque en la página web de su comité de apoyo se discutía el caso. Esa petición en sí fue descaradamente política, pues usaba montones de páginas sacadas del sitio web, incluidos los anuncios publicitarios sobre la presentación del documental sobre Kunstler y otros eventos con oradores como Bill Ayers, Marc Falkoff y Sunsara Taylor. El juez hasta amenazó con inhabilitar al abogado defensor para que no pudiera ejercer su profesión, porque su nombre apareció en la página web (¡como abogado de Gregory!). En una audiencia posterior se derrotó la petición de desacato, pero el juez aprovechó la oportunidad para despotricar que “no van a convertir mi juzgado en circo” y advertirle a Gregory que tener un comité de apoyo “perjudicaría” su caso, o sea, una amenaza inequívoca para hacer que se echara atrás en la lucha política, mientras que al mismo tiempo afirmó que “esto no es político, no hay mártires aquí”. Gregory no repudió su política revolucionaria ni repudió el apoyo del comité; todo lo contrario, el comité seguía llegando a más gente y ofreció otro evento en junio con un panel que incluyó a Bill Ayers, Cindy Sheehan y Sunsara Taylor.

Estados Unidos se jacta muchísimo de sus supuestas libertades y dice que supuestamente aquí no hay represión política. Para disimular lo que es un juicio político en realidad, se valen de cargos criminales para reprimir perspectivas y movimientos políticos; acciones políticas se pintan como acciones criminales y luego, en el juicio, se tergiversan los hechos para hacerlos cuadrar con ese esquema. El juez hizo gran alarde de ser “imparcial y justo”. Pero no tengan la menor duda: este fue un caso de represión política, lisa y llanamente. El sistema peló los colmillos.

Es más, este sistema tiene una necesidad particular de darle un castigo “ejemplar” a personas, como Gregory, que han surgido del sistema carcelario y han llegado a conocer la naturaleza del sistema y a trabajar para la revolución. Desde el punto de vista de un sistema de opresión y explotación, que no ofrece ningún futuro para millones que no sea sus mazmorras carcelarias, un modelo de ese tipo es algo que hay que detener. Pero, por la misma razón, la gente de todas las capas sociales tiene que rechazar que el sistema se salga con la suya en este ataque.

El ultrajante veredicto y la anulación de la fianza cuando se trata de delitos menores han atraído a muchas personas nuevas a apoyar a Gregory. Un artículo nacional de Indymedia después del proceso lo identificó como un “caso célebre, en Chicago y por todo el país”. Un abogado contribuyó $300 junto con un mensaje a Gregory de que muchas personas de todos sectores lo apoyan aunque él no las conozca. El comité de apoyo ha recibido declaraciones de muchas personas que se inspiran en su vida y que están instando al juez a ponerlo en libertad.

Se ha iniciado una petición en línea para decirle al juez que Gregory no debiera purgar nada de cárcel y para demandar su libertad inmediata bajo fianza. Puedes firmarla en worldcantwait.net y, además, regarla por correo electrónico, listas electrónicas, blogs, Facebook, Twitter y otros medios. Si te encuentras en la región de Chicago, ve a la audiencia de apelación y reinstitución de la fianza el jueves 22 de septiembre a las 9:30 de la mañana en el Cook County Courthouse, 5600 W. Old Orchard Road, Skokie. Ponte en contacto con el Comité Ad Hoc para la Razón en adhoc4reason@gmail.com, para saber de otras formas de ayudar para anular esta condena totalmente injusta. Se necesitan fondos urgentemente para interponer un recurso de apelación contra esta condena ultrajante y la anulación de la fianza. Puedes donar en línea en dropthecharges.net con PayPal o con un cheque a nombre de “Gregory Koger Fund” en Ad Hoc Committee, 1055 W. Bryn Mawr, #226, Chicago, IL 60660.


 

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