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ALERTA: Hacen destrozos en la última clínica de abortos en Misisipí, en la mira de ataques de los fascistas cristianos

Sunsara Taylor | 30 de marzo de 2015 | Periódico Revolución | revcom.us

El domingo por la noche, el 22 de marzo, se hicieron destrozos en la única clínica de abortos que queda en todo el estado de Misisipí, la Jackson Women's Health Organization (Organización de Salud de la Mujer de Jackson, o JWHO, por sus siglas en inglés). De acuerdo a un sitio web mantenido por los trabajadores y defensores de la clínica: “Alguien llegó en la madrugada y derribó [nuestras cámaras de seguridad]. En la parte de atrás de la clínica descubrimos que el generador, que el estado nos exige tener, fue desmantelado y dañado seriamente... Un repaso de las imágenes en nuestro DVR muestra que a temprana hora, un intruso enmascarado entró en nuestra propiedad y comenzó a destruir metódicamente nuestras cámaras. Otros daños que descubrimos indican que intentó destruir los cables de electricidad que entran al edificio, sin duda con la esperanza de paralizar toda atención médica a las pacientes en el futuro próximo”.

Se trata de un acto de terrorismo contra los valientes trabajadores que arriesgan la vida todos los días para ayudar a las mujeres y, también, contra todas las mujeres de Misisipí y en todas partes. Cuando se le niega a la mujer el derecho al aborto y se la obliga a tener hijos contra su voluntad, eso es esclavizarla.

Esa no es una exageración y ya constituye la suerte de demasiadas mujeres en todo Estados Unidos, particularmente en el Sur Profundo.


Sunsara Taylor conversa con el Dr. Willie Parker, uno de los médicos de la última clínica de abortos en Misisipí, vídeo en inglés.

Durante mi último viaje a Misisipí con Fin al Patriarcado para defender esta clínica y los derechos del aborto, un estudiante negro de la Universidad Estatal de Jackson me dijo que su prima adolescente vivía en un carro con su niñito de dos años de edad, exactamente porque no pudo juntar los recursos necesarios para viajar hasta la costa del Golfo de México para hacerse un aborto en la única clínica que quedaba en el estado. En una previa visita, la administradora de la clínica, Shannon Brewer, describió a una paciente que había ido ahí hacía unos días. Una madre de 27 años de edad había traído a su hija de 14 años. La madre solo tenía 13 años cuando la dio a luz y estaba resuelta a que su hija no viviera ese mismo infierno. En un vecindario empobrecido de Jackson, un hombre mayor negro que estuvo muchos años en las condiciones horribles de la penitenciaría Parchman Farm, habló con pasión acerca de la gran necesidad de las mujeres de tener acceso a abortos sanitarios. Dijo que, al no tener ese acceso, las mujeres toman Purell o lejía o se dañan a sí mismas en un intento de abortar por su cuenta. Éstos son solo unos ejemplos de las medidas extremas que las mujeres se ven obligadas a tomar y de cómo la vida de la mujer queda subvaluada y rebajada cuando el aborto no es sumamente accesible, sanitario y carente de estigma.

Cuando los “vándalos” (para decirlo más precisamente, terroristas) destruyen la propiedad de una clínica de abortos, cuando los manifestantes antiabortistas hostigan a las pacientes y los trabajadores, cuando los fascistas cristianos asesinan a los médicos y lanzan bombas contra las clínicas y cuando los políticos aprueban leyes que restringen el acceso al aborto: éstas y otras situaciones similares son las que la gente es lucha por imponerle violentamente a la mujer.

Hay que captar eso bien y oponérsele.

Es más, cuando los “vándalos” destruyen las cámaras de seguridad junto con otra propiedad, eso no es simplemente causar enormes daños económicos y mandar un mensaje de terror a los trabajadores y a todas las mujeres, es también realizar en lo concreto el trabajo preliminar para actos de terrorismo aún mayores. Cuando una nueva clínica de abortos en Montana fue destrozada por “vándalos” en 2014, el ataque ocurrió en la mera víspera del día en que se había planeado activar el nuevo sistema de seguridad.

No es ninguna coincidencia que este terrorismo ocurra en medio del asedio que hacen los fascistas cristianos que desde todo Estados Unidos se han convergido para convertir a esta clínica en objetivo. Aparte de los manifestantes antiabortistas que regularmente hostigan a diario a las mujeres y los trabajadores de la clínica, las organizaciones cristianas fascistas fundamentalistas Operation Save America (Operación Salvemos a América), Abortion Holocaust Survivors (Sobrevivientes del Holocausto del Aborto) y Abolish Human Abortion (Abolir el Aborto Humano) han llegado a Jackson y llevan a cabo protestas aún más agresivas y odiosas contra el aborto.

De los que han asesinado a médicos que practicaban abortos y han bombardeado las clínicas, muchos tenían vínculos directos con éstas y otras organizaciones cristianas fascistas en el pasado. Y todas estas organizaciones saben que al incitar un frenesí fundamentalista e ignorante de odio contra los médicos y las clínicas que practican abortos, incitan a los “creyentes verdaderos” a realizar actos de terror y violencia. Tal fue el caso, por ejemplo, en otra clínica propiedad de Diane Derzis, la heroína que es dueña de ésta, la última clínica en Misisipí. En 1998 su clínica en Birmingham, Alabama —por mucho tiempo en la mira de fanáticos antiabortistas, entre ellos la organización matriz de Operación Salvar a América— fue objetivo de una bomba que destruyó el complejo, mató a una persona e hirió severamente a otra.

Tras ese “vandalismo” (para decirlo más precisamente, terrorismo), los valientes trabajadores y defensores de la clínica declararon, “¡Esta clínica permanecerá abierta!” y organizaron una vigilancia las 24 horas del día para proteger la clínica durante el período en que las cámaras no operaban.

Todo esto ocurre mientras, como telón de fondo, por todo Estados Unidos los estados aprueban y ratifican como ley un número récord de restricciones al aborto. En Misisipí, las pacientes tienen que esperar 24 horas después de la consulta inicial con el médico para hacerse el aborto, lo que implica que o tienen que hacer el largo viaje dos veces o juntar los recursos para pasar la noche en la ciudad donde está la clínica. Se requiere que las menores de edad notifiquen a sus padres de su decisión de hacerse un aborto y, además, conseguir el permiso de su madre o padre. Se exige por ley que los médicos que practican abortos obtengan privilegios de admisión en un hospital local, a pesar de ser ese requisito totalmente innecesario según las normas de la medicina. Ningún hospital local le concederá dichos privilegios y actualmente la clínica de Jackson está abierta solo por la decisión de un juez mientras se tramita esa tercera restricción.

Por cualquier indicio, la Organización de Salud de la Mujer de Jackson es una de varias “zonas cero” en la embestida total por todo Estados Unidos contra el derecho de la mujer al aborto. Que este ataque cobarde y odiamujer contra la JWHO sea la alarma de alerta y el grito de guerra para todos a lo largo de Estados Unidos: ¡No DEBEMOS volver al pasado! Los proveedores del aborto son héroes. ¡Aborto a solicitud y sin pedir disculpas!


 

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