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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Autorización Para Asesinar

Andrea Prasow
18 de octubre de 2012

Traducido del inglés por
El Mundo No Puede Esperar
15 de noviembre de 2012

En su segundo día en la oficina, el presidente Barack Obama firmó una orden ejecutiva prohibiendo la tortura y cerrando los “lugares negros” de la CIA donde se producían tales abusos. A su espalda mientras firmaba esta orden habían almirantes y generales retirados, altamente condecorados que dedicaron sus vidas a mantener seguro a los Estados Unidos. Su apoyo dejó claro que los abusos de la administración de Bush en la llamada “guerra contra el terrorismo” eran aberraciones – se restablecería el orden para acabar un capítulo negro en la historia de los EEUU. El mensaje para el mundo fue claro: la tortura es ilegal e inmoral – y no funciona.

Aún asi, cuando se reveló el mes pasado en un memo interno de estrategia de seguridad nacional en la campaña de Mitt Romney aconsejando la vuelta a la tortura, apenas nadie parpadeó. Desde que se firmó esa orden ejecutiva, la tolerancia con la tortura está resurgiendo. ¿Qué ha pasado durante todos estos años? Realmente lo importante es lo que no ha pasado. En los casi cuatro años desde que Obama asumió el cargo, no se ha responsabilizado a nadie por autorizar el régimen de tortura y otros tratamientos enfermizos.

La oficina de Responsabilidad Profesional del departamento de Justicia fracasó en encontrar responsables. Los abogados del estado no tomaron ninguna medida contra abogados que autorizaron conductas ilegales. El fiscal encargado por el fiscal general para investigar interrogatorios “truhanes,” John Durham, no recomendó una simple acusación, aún así recibió un galardón del departamento de Justicia por servicios distinguidos. Y cada demanda civil de los antiguos detenidos fue rechazada siguiendo las engañosas recomendaciones del departamento de Justicia de que esos litigios podrían mermar la seguridad nacional.

En lugar de una comisión bipartita para examinar como los EEUU llegaron a funcionar tan en contra de sus principios, Obama prometió “mirar hacia adelante en lugar de hacia atrás.” Esto no ayudó a mover al país adelante. En lugar de éso, la administración Obama escondió todo bajo la alfombra y cultivó una cultura de impunidad.

Después de la inauguración de Obama, aquéllos que pidieron procesamientos fueron ridiculizados como políticos anclados en el pasado incapaces de dejar atrás los oscuros días de las torturas, desapariciones forzadas, prisiones secretas y entregas ilegales. Aún así, investigar y juzgar crímenes, incluyendo los abusos de los derechos humanos, es el componente principal de cualquier país. En todos los países – Rusia, Yemen, Afganistán, México, Haití y otros – hemos visto como el fallo por responsabilizar a los funcionarios por crímenes cometidos manda un mensaje y sólo uno: tienes libertad para hacerlo otra vez.

Confidentes de que nunca van a ser juzgados dentro de los EEUU, antiguos oficiales responsables por autorizar la tortura se sienten libres para publicar sus memorias y para ir a las televisiones internacionales declarando al mundo que autorizaron la tortura y lo harían otra vez. El antiguo presidente George W. Bush escribió en sus memorias que cuando el director de la CIA George Tenet, le preguntó si tenía permiso para torturar a Khalid Sheikh Mohammed por submarino él replicó “Maldito sea, sí.” El antiguo vicepresidente Dick Cheney llamó el uso del submarino como algo “sin necesidad de debate.” Y Jose Rodriguez, veterano de la CIA, , publicó un libro lleno de inexactitudes para justificar la tortura, alegando que fue éso lo que llevó a la captura de Osama bin Laden, un alegato denunciado contundentemente por casi todo el mundo que tenía conocimiento del origen de la información.

Bajo tales circunstancias apenas fue remarcable que 18 personas bien educadas, inteligentes, profesionales patriotas firmaran un memo para el candidato presidencial recomendando que al tomar posesión de su cargo, deberían inmediatamente adoptar una política autorizando la tortura, mientras señalaban que de todas maneras probablemente no funcionaría.

El memo no cambia la verdad sobre la tortura. La tortura es ilegal bajo las leyes de los EEUU y todavía prohibida por la Convención contra la Tortura y Otros Tratamientos o Castigos Crueles, Inhumanos o Denigrantes, ratificado por 153 países, y por la universalmente aprobada Convención de Ginebra en 1949. La prohibición también refleja los universales principios de las leyes internacionales de que la tortura es hostis humanis generis, enemiga de la humanidad. Waterboarding todavía es tortura, a pesar de los intentos de los EEUU de disipar una larga lista de condenas universales, incluyendo los procesamientos en los Estados Unidos por tortura con agua durante la segunda guerra mundial y en otras ocasiones.

La tortura y rendición para torturar puede ser procesado en otros países. La reciente decisión del tribunal supremo italiano en el procesamiento por la participación de Italia y los EEUU en el secuestro y rendición sin duda recordará a otros países que también pueden tomar acciones, incluso delante de la intransigencia de los Estados Unidos.

La aprobada impunidad del estado adoptada por la administración Obama significa que la gente está literalmente autorizada para asesinar. Esto es un mensaje terrible para el pueblo americano y uno trágico para los civiles masacrados por sus propios gobiernos que están mirando a los EEUU por asistencia y que lo ven como un modelo de futuros gobiernos.

Pero no hay estatutos de limitaciones políticas – el presidente Obama puede y debe actuar ahora para dejar claro que la tortura no es simplemente una política. No es demasiado tarde para pedir cuentas a aquéllos responsables de tortura, secuestros y otros crímenes y dar compensación a las víctimas. El presidente Obama debería apoyar la legislación para implementar esta ley, y crear una comisión bipartidita para investigar y re-examinar las políticas de su Departamento de Justicia en la doctrina secreta del estado.

El pueblo americano necesita negarse a que la tortura esté para debate. El próximo memo aconsejando al candidato presidencial de eliminar todas las leyes y la moral debería crear un escándalo político por parte del público.

Los bravos hombres y mujeres en uniforme, como esos oficiales condecorados que estaban detrás del presidente el 22 Enero, 2009, se merecen estar dirigidos por alguien que respeta, hace cumplir y sigue la ley. Hasta que esto pase, el oscuro capítulo de la historia de los EEUU sigue abierto y sólo es questión de tiempo antes de que sus páginas se llenen.

Andrea J. Prasow es una consejera y defensora del contraterrorismo de Human Rights Watch.


 

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