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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



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05 de junio de 2008

■ Urge a la Casa Blanca la aprobación del tratado antes de las elecciones de noviembre

Acuerdo secreto de Bush para garantizar la ocupación estadunidense permanente en Irak

Patrick Cockburn (The Independent)

Un acuerdo secreto que se está negociando en Bagdad perpetuará la ocupación militar iraquí, independientemente del resultado de la elección presidencial estadounidense de noviembre.

Los términos del inminente acuerdo, de los cuales algunos detalles han sido filtrados a The Independent, seguramente tendrán efecto político explosivo en Irak. Funcionarios locales temen que el trato, según el cual fuerzas estadounidenses ocuparán bases militares permanentes, llevarán a cabo operaciones y arrestarán a iraquíes con inmunidad a las leyes de Irak, desestabilizará la posición de Irak en Medio Oriente y sentará las bases para un conflicto interno sin fin.

El acuerdo también amenaza provocar una crisis en Estados Unidos. El presidente George W. Bush presiona para que el acuerdo quede listo a fines del mes próximo para declarar su victoria militar y reivindicar la invasión de 2003. Pero perpetuar la presencia estadounidense en Irak socavará las promesas de campaña del virtual candidato demócrata Barack Obama, de retirar las tropas si resulta electo presidente en noviembre.

El momento en que se aprobará el acuerdo también impulsará al candidato republicano, John McCain, quien sostiene que Estados Unidos está a punto de lograr la victoria en Irak y que Obama dará al traste con dicha victoria si retira a las fuerzas antes de tiempo.

Estados Unidos tiene 151 mil hombres en Irak, y aun cuando se cumplan repliegues programados para el mes próximo, permanecerán más de 142 mil hombres, 10 mil más de los que había antes del “incremento” de enero de 2007.

Bajo los términos del nuevo tratado, los estadounidenses conservarán a largo plazo el uso de más de 50 bases en Irak, y exigen también inmunidad contra las leyes iraquíes para sus tropas y contratistas, y mano libre para llevar a cabo arrestos y actividades militares sin consultar con Bagdad.

La naturaleza exacta de las exigencias de Estados Unidos se ha mantenido en secreto hasta ahora, si bien las filtraciones con toda seguridad generarán una furiosa reacción en Irak. “Es una violación terrible a nuestra soberanía”, dijo un político iraquí, y agregó que si el acuerdo se firma deslegitimará a Bagdad, que será percibido como un peón de Washington.

Estados Unidos ha negado repetidamente que quiera bases permanentes en Irak, pero una fuente afirmó: “Esto es sólo subterfugio táctico”. Además pretende controlar el espacio aéreo iraquí por debajo de los 8 mil 800 metros y el derecho de ejercer la “guerra contra el terror” en ese territorio, con la autoridad de arrestar a quien le plazca y lanzar campañas militares sin consultar al gobierno iraquí.

Bush está decidido a obligar a Bagdad a firmar la llamada “alianza estratégica” sin modificaciones para finales de julio, pero el acuerdo ya está siendo condenado por los iraníes y otros miembros de la comunidad árabe como un nuevo intento dentro de sus continuos esfuerzos por dominar la región.

Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, el poderoso aunque moderado líder iraní, afirmó este miércoles que el acuerdo creará “una ocupación permanente”, y agregó: “La esencia de este tratado es convertir a los iraquíes en esclavos de los estadounidenses”.

Se cree que el primer ministro iraquí, Nuri Maliki, se opone personalmente a los términos del pacto, pero considera que su coalición de gobierno no podrá mantenerse en el poder sin pierde el respaldo estadounidense. El trato también conlleva el riesgo de exacerbar la suerte de guerra virtual que mantienen Irán y Estados Unidos en cuanto a cuál país debe ejercer mayor influencia en Irak.

Si bien los ministros iraquíes han prometido rechazar cualquier acuerdo que limite la soberanía, observadores políticos en Bagdad sospechan que éstos acabarán transigiendo y que ahora lo que quieren es ser reconocidos como defensores de la independencia iraquí mostrándose desafiantes.

El único iraquí con la autoridad necesaria para poner fin al acuerdo es el líder espiritual de la mayoría chiíta, el gran ayatola Ali Sistani. En 2003, fue él quien obligó a Estados Unidos a aceptar un referendo sobre la nueva Constitución iraquí y la elección de un Parlamento. Sin embargo, se dice que el líder espiritual cree que el perder el apoyo estadounidense debilitaría drásticamente a los chiítas iraquíes, que ganaron la mayoría parlamentaria en 2005.

Estados Unidos, al parecer, rechaza obstinadamente que el nuevo acuerdo de seguridad sea sometido a referendo en Irak, pues sospecha que la idea fracasaría en una consulta popular.

El influyente clérigo chiíta Moqtada Sadr ha llamado a sus seguidores a manifestarse todos los viernes contra el virtual acuerdo, y argumenta que es un obstáculo para la independencia de Irak.

El gobierno iraquí quiere postergar la firma del pacto el mayor tiempo posible, pero la oficina del vicepresidente Dick Cheney ha presionando en sentido opuesto. El embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Cocker, ha pasado semanas tratando de obtener garantías por parte de los iraquíes.

La firma oficial de la supuesta alianza y de un trato paralelo que provea la base leal para mantener indefinidamente a las tropas estadounidenses en Irak será algo que el grueso de los iraquíes rechazará. Pero los kurdos, que componen la quinta parte de la población, seguramente favorecerán la presencia estadounidense permanente al igual que los líderes políticos sunitas que quieren que las fuerzas estadounidenses diluyan el poder de los chiítas. La comunidad árabe sunita, que ha apoyado ampliamente la guerra de guerrillas contra la ocupación estadounidense, podría disolverse gracias al pacto.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca


 

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