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La democracia usamericana y el arte de la tortura

Layla ANWAR
arabwomanblues.blogspot.com
12 de marzo de 2009

Traducido por  Atenea Acevedo

Como he comentado en otro momento, últimamente veo bastante televisión, algo raro en mí.

Un programa (en árabe, en al-Jazeera) que trato de no perderme es la crónica de la terrible experiencia de Sami Al-Haj en Guantánamo. El programa pasa los martes; me perdí la primera parte, pero conseguí ver la segunda y la tercera, y sin duda exhorto a quienes entiendan árabe a verlo.

Escultura: Hashem Hanoon, artista iraquí.

El programa consiste en una serie de entrevistas en vivo con Sami sobre cómo empezó su pesadillesca odisea en los bajos fondos de la democracia usamericana.

En resumen, lo arrestaron y detuvieron en Kabul; después lo desplazaron y detuvieron en Kandahar, posteriormente lo trasladaron a Guantánamo en avión. Prisionero 345, 7 años de su vida desperdiciados en las mazmorras de la democracia usamericana. Sobrevivió para dar testimonio. Supongo que entonces sirvió de algo, ¡pero a qué precio!

Verlo hablar es como ver a un sobreviviente del holocausto que pasó por un campo de concentración. No: peor que un sobreviviente del holocausto. Este hombre fue detenido, humillado, torturado, traumatizado de por vida, transformado para siempre, en manos de la democracia usamericana.

Este hombre fue interrogado cientos de veces en los calabozos en Afganistán y sus interrogadores usamericanos estaban convencidos de su INOCENCIA. Tenía suficientes pruebas que demostraban su ausencia de vínculos con Al-Qaeda. Le aseguraron que sería liberado... y le preguntaron:

- ¿Qué dirás de nosotros si te liberamos?

Su respuesta:

- Contaré la verdad.

Una semana después lo trasladaron a Guantánamo en avión. Voló a Guantánamo vía Turquía.

No puedo relatar todos los detalles del testimonio de Sami sobre sus días en las prisiones usamericanas en Afganistán antes de ser transportado como ganado a Guantánamo, pero puedo escribir los puntos esenciales.

Cuando le preguntaron a Sami qué es lo más difícil de sacar de su memoria, respondió: “La tortura física puede olvidarse cuando pasa el dolor físico, pero la humillación y la tortura mental y psicológica me acompañarán por siempre”.

Habló largamente de las repugnantes condiciones en las que permaneció detenido con otros 40 hombres. Cómo le dieron una sola manta en medio de un intenso frío. No le permitían usar el servicio más que tres veces al día y únicamente durante dos minutos. Por eso dejó de beber y de comer. El servicio era un agujero en el suelo y tenía que hacer sus necesidades en frente de todo el mundo, con dos soldadas usamericanas vigilando desde el techo y haciendo comentarios insidiosos. El agua potable escaseaba: 40 hombres compartían una botella. Estaba prohibido lavarse y hacer las abluciones. También estaba prohibido lavarse los dientes. Durante su detención en Afganistán, Sami no pudo ducharse durante cuatro meses, hasta que vio “cómo los piojos se arrastraban por mi piel”.

La comida se servía en bolsas de plástico y tenía que sacarla “como un perro... con las manos esposadas”. Era común que los usamericanos les dieran carne de cerdo.

Sami y otros detenidos eran constantemente sometidos a burlas, insultos, golpes, puñetazos, humillaciones...

En Kandahar, el ‘inodoro’ era un cubo que tenían que compartir entre todos para hacer sus necesidades. Después uno de ellos tenía que sacar el cubo con las manos y los pies atados; casi siempre tropezaba y quedaba cubierto de excremento, y no se le permitía lavarse.

Los usamericanos no dejaban a los detenidos hacer sus oraciones; cuando los dejaban orar, entraban a empujones y aplastaban las cabezas postradas con sus botas. Les entregaron ejemplares del Corán y de la Biblia, y por lo general los solados usamericanos arrojaban el Corán al cubo de excrementos.

Los usamericanos también usaban a los detenidos como diversión. A Sami le afeitaron la cabeza, pero dejaron el símbolo de la cruz en su cráneo. A veces afeitaban solamente una ceja y otras medio bigote o dejaban una barbita de chivo o perilla. Después se sentaban a burlarse del detenido y de sus compañeros, todos ellos fuente de entretenimiento para la democracia usamericana.

Algunos de los interrogadores eran traidores árabes, seguramente hay ejemplos de ello en la blogósfera. Los usamericanos utilizaron a toda clase de árabes vendidos durante los interrogatorios: egipcios, norafricanos, iraquíes y demás... tal como lo hicieron en Abu Ghraib. Sin duda espero que los lectores recuerden Abu Ghraib, en Baghdad. Yo lo recuerdo, nunca olvidaré Abu Ghraib.

Sami creyó que sería liberado porque era inocente, pero no, lo trasladaron a Guantánamo en un vuelo que duró más de 16 horas, tiempo que pasó atado con una cadena que rodeaba sus muñecas, pasaba por su cintura y abrazaba sus piernas.

Por eso las fotografías de los detenidos trasladados a Guantánamo los muestran caminando agachados. Sami permaneció sentado en aquel avión, en el suelo del avión, rodeado de dos solados usamericanos, los soldados de la democracia.

Cada detenido era obligado a colocar un dedo debajo de su quijada, sobre la yugular. De quedarse dormidos, sus propios dedos pincharían la yugular por alguno de los costados. O bien los golpeaban en la cabeza si la dejaban caer en medio de un fugaz sueño de libertad.

El programa se quedó en la parte III, pero los dolores de parto de la “democracia” se prolongaron 6 años más, en Guantánamo (esta historia continuará... cuando haya visto el episodio del próximo martes).

La democracia usamericana, con ayuda de los británicos, rebanó los genitales de Binyam Mohamed, otro detenido en Guantánamo (ver artículo en inglés).

En resumen, más de 700 detenidos en Guantánamo resultaron ser INOCENTES, en otras palabras, LIBRES DE CARGOS. Allá quedan unos 250, otros inocentes cuyas vidas nunca volverán a ser las de antes gracias a la democracia usamericana. ¿Quién los sacará de ahí? Algunos son turcomanos, otros yemeníes, otros chinos. Estos hombres no pueden regresar a sus países de origen sin correr el riesgo de volver a ser torturados. ¿Cuál será su suerte? ¿Quién les dará asilo?

Dios, la cantidad de vidas desperdiciadas, arruinadas en nombre de la democracia usamericana.

Desde entonces estoy absorta en el tema del arte de la tortura al estilo usamericano. Tengo, debo escribir sobre la tortura infligida y que sigue infligiéndose en el Iraq democráticamente ocupado.

El Iraq democráticamente ocupado, donde los arrestos arbitrarios siguen siendo cosa común; donde la gente desaparece en más y más calabozos; donde los detenidos, en su mayoría árabes sunitas, siguen sin ser procesados y viven hacinados en las condiciones más abyectas; donde las mujeres son violadas en los centros de detención; donde los niños son presos; donde la tortura es la regla; donde no hay juicios.

Kamel, mi pariente, ha vuelto a ser transferido: del campo usamericano al iraquí, de vuelta al campo usamericana y ahora de nuevo en el campo iraquí. Omar, ¿qué fue de Omar, el otro familiar? ¿Dónde están? ¿De qué los acusan? Hemos pagado millones de dinares a guardias, directores de prisiones, jueces, abogados, policías y un largo etcétera... Nadie quiere liberar a Kamel ni a Omar. Son ÁRABES SUNITAS, así de sencillo. Son el fruto de la democracia usamericana.

Mis cavilaciones vuelven a Abu Ghraib y los genitales rebanados o, para ser más precisa, arrancados a tajos. Ojo que los británicos, en el sur, también tuvieron un desempeño notable en esa tarea.

No quiero que olviden esta fotografía. Esta imagen condensa todo lo que hay que saber sobre la tortura, el racismo, el sadismo, la envidia, el odio, la maldad, la venganza, la represalia... y el resto de los demonios que viven dentro de los seres “humanos”. Todo ello coronado por la democracia. En el nombre de la democracia. Todo ello en contra de un pueblo inocente, en su propia tierra.

¿Se dan cuenta hacia dónde vamos? A lo mejor ya llegamos: esta democracia me deja atónita y boquiabierta.

Leales a los pasos de sus amos, los funcionarios del gobierno iraquís siguen las mismas técnicas en Bagdad, en el sur, en “Kurdistán”, aquellas técnicas heredadas de los usamericanos que, a su vez, las heredaron de los israelíes. Debo recordarles que los israelíes “consultaban expertos” en el arte de la tortura para los usamericanos en Iraq.

Un arte respaldado por “destacados intelectuales” usamericanos que aportaron el marco y la formación ideológica, cultural y psicológica para refinarlo y hacerlo más eficaz. Bernard Lewis, Vali Nasr, Fouad Ajami, R. Patai… por citar algunos (fíjense bien en los nombres y en sus afiliaciones religiosas y sectarias).

Después se publicaron grandes éxitos editoriales, como el volumen escrito por otros expertos que pudieron practicar el arte de la tortura tal como lo presentaron los “académicos” usamericanos y nos regalaron la obra How to break a terrorist (Cómo hacer hablar a un terrorista).

Sin duda, la democracia usamericana ha quebrantado a millones de personas. Los dolores de parto del nuevo orden mundial no han dejado de dar a luz a monstruos deformes y destrozados... han parido fantasmas y almas errantes que reclaman su morada en calabozos y tumbas. ¿No se dan cuenta?

Qué raro que no se den cuenta. Qué raro que puedan mentirse a sí mismos con frases como “unas cuantas manzanas podridas” o “ciertos excesos”, y aun así jactarse de ser una democracia.

Raro... o no tanto.

¿Qué pasó con los genitales mutilados? ¿Dónde los tiraron? ¿Dónde los ocultaron? Recuerdo que ya en 1991 ocultaron los cerebros de iraquís muertos y los conservaron en frascos como trofeos.

Así que si el preso en cuestión sigue con vida y desea recuperar sus genitales, ¿en qué frasco y en qué gaveta tendría que buscar? ¿También se los llevaron a Guantánamo con las orejas y los ojos tapados? ¿Los rodearon de cadenas? ¿O los pusieron en un recipiente de acrílico y los depositaron en el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York?

Preguntas que no dejo de plantearme… mientras cavilo sobre la democracia, su democracia.

Fuente: American Democracy & the Art of Torture

Atenea Acevedo pertenece a los colectivos Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y la fuente.


 

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