SIN FRONTERAS: Dioses y demonios a la carta
Sin fronteras
Ese Osama Bin Laden es realmente un demonio. Eso de usar el nombre de Alá
para justificar sus macabros planes de atacar a Estados Unidos y todos sus
aliados occidentales no tiene perdón de Dios.
Él y todos esos árabes son unos fanáticos religiosos que se atreven a usar el
nombre de Dios en vano, que juran que el Supremo Creador está del lado de ellos
en su causa para erradicar el mal de este planeta.
Que no les quepa duda de esto. Mahmoud Ahmadineyad, el presidente de la
República Islámica de Irán, por ejemplo, llegó al poder y mantiene un nutrido
apoyo popular gracias a que cada día le jura a su gente que el país está al
borde de un ataque de Israel, Estados Unidos o alguna otra de esas naciones
"infieles" de Occidente.
¿Qué clase de sociedad y de planeta quieren esos sujetos retrógrados del otro
lado del mundo que aseguran que sus objetivos políticos y militares están
amparados por Dios? Pero, ¿cómo se atreven?
Esos musulmanes deberían aprender de nosotros. Aquí en Occidente somos
bastante más civilizados. Nunca nos atreveríamos a utilizar a Dios para fines
tan mezquinos. Nosotros sí somos buenos. Por eso Dios está de nuestro lado.
Que una líder política estadounidense de alto rango diga que la guerra en
Irak es una misión de Dios es peccata minuta. No se les ocurra comparar.
En todo caso, estamos hablando de diferentes dioses. Hay dioses buenos y
dioses malos, y no hay duda que el nuestro es de los mejores. Y las nuestros sí
son causas realmente celestiales.
Por ello, de seguro tenía razón el presidente George W. Bush cuando hace unos
años aseguró que Dios le había indicado que Estados Unidos debía atacar a
Irak.
Aquellos, los de allá, son unos bandidos extremistas que se aprovechan de la
religión y el patriotismo para llevar agua a sus molinos.
Aquí sólo tenemos unos líderes cristianos de impecables valores morales y
religiosos. Que unos cuantos miles de iraquíes y afganos hayan tenido que pagar
con su vida por nuestra causa es simplemente el resultado de algunos "daños
colaterales".
El patriotismo nuestro sí es del bueno. Por ello podemos decir sin tapujos
que "nosotros no somos parte de la historia; nosotros hacemos la historia".
Lo peor de todo es que algunos ilusos llegamos a creer que los tiempos
bárbaros de las cruzadas, cuando una nación invadía a otra con la religión como
estandarte, ya eran cosa del pasado. Hoy, 10 siglos más tarde, parece que apenas
nos hemos movido un ápice de aquel escenario.
Entonces, a estas alturas del partido ya se nos olvidó que "el hombre que
olvida su pasado está condenado a repetirlo".
¡Qué triste! Y pensar que basta leer un viejo libro de historia para recordar
que muchos cristianos de la Alemania hitleriana creían que el nazismo era un
movimiento cristiano. Incluso en los últimos años del Tercer Reich, muchos
clérigos protestantes y católicos continuaban pensando que el nazismo era, en su
esencia, acorde con los preceptos cristianos.
¿Qué nos pasa? ¿No estaremos aplicando aquí la misma premisa cuando se le
cuelgan a toda clase de bajezas politicas y militares un supuesto propósito
cristiano?
Mientras tanto, las masas, ese pueblo que vota y decide, sigue enajenado en
dos extremos del mundo, sigue idiotizado, embelesado con una camarilla de
políticos que secuestró la religión y la deidad para sus más mezquinos
propósitos. !Que horror! Que alguien nos despierte de esta pesadilla…
Comentarios a
luis.alvarez@laopinion.com
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