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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

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De Rechazar el Fascismo (RefuseFascism.org):

El fascismo es capaz de absorber actos SEPARADOS de resistencia

Coco Das (con contribuciones de Sarah Roark)

17 de febrero de 2018 | Periódico Revolución | revcom.us

Las “guerras” del régimen de Trump y Pence dominan los titulares. Google “La guerra de Trump contra…”, y escoja un tema que le inquieta, y encontrará qué es el programa del régimen fascista de Trump y Pence, el chovinismo despiadado de “Estados Unidos ante todo”, la supremacía blanca, el restablecimiento del control patriarcal opresivo de la mujer, una cultura opuesta a la diversidad, la verdad, y el pensamiento crítico. Por ejemplo (en inglés): Trump está ganando silenciosamente su guerra contra los refugiados, Cómo puede ganar Trump—y cómo podemos poder—la guerra en la prensa, Trump intensifica la guerra contra las mujeres, La guerra del presidente Trump contra la ciencia, La guerra de Trump contra los inmigrantes , Arrestos de inmigrantes no criminales duplican bajo Trump.

Cada una de esas guerras, a diferentes grados, ha suscitado resistencia. La gente ha estado protestando de maneras valientes, decididas, y creativas, especialmente en las más recientes luchas para defender a los inmigrantes de los asaltos crueles a todo golpe de este régimen y sus capataces. Esto es sumamente importante. No debemos permitir que este régimen salga impune de sus crímenes, y debemos enfrentar a cada ultraje con una resistencia cada vez más fuerte. La resistencia debe ampliarse y profundizarse más, atrayendo a más gente de cada rincón de la sociedad a ponerse de pie y decir no.

¿Qué tan grande es el salto desde la protesta que la gente está haciendo ahora, a la expulsión del régimen que está iniciando e intensificando estas guerras? ¿Si ocurrieran más protestas, con mayor participación, eso ayudará a crear un movimiento sostenido y una crisis política capaces de expulsar al régimen, aún sin exigir específicamente que Trump y Pence tengan que marcharse?

Para contestar esto, tenemos que tratar el cuadro completo de lo que este régimen está haciendo, y no lo que esperamos que sea cierto. Hay una declaración clave en el llamamiento fundador de Rechazar el Fascismo a la que vale la pena retomar:

Debemos reconocer que el carácter del fascismo abarca la capacidad de absorber actos separados de resistencia al mismo tiempo que desequilibra constantemente a la oposición al impulsar velozmente su programa.

Este entendimiento crucial de cómo se consolida el fascismo nos lleva a la conclusión de que tenemos que movilizar a millones de personas para expulsar al régimen fascista en conjunto. Así que, ¿por qué decimos que el fascismo es capaz de absorber actos separados de resistencia? Y, ¿cómo contribuye esto al análisis de qué es el fascismo, qué significa para la humanidad, y qué tenemos que hacer para pararlo?

El fascismo es capaz de absorber actos separados de resistencia porque libra batallas en muchos frentes, con el fin de rehacer por completo la sociedad y el gobierno. Estos ataques azotan rápida e intensamente, horrorizan, tienen el propósito de agotar nuestra oposición y aumentar nuestra tolerancia. Si bien los fascistas no pueden implementar todo su programa en un solo golpe, estos ataques sí ocurren en muchos frentes simultáneamente, y los realizan diferentes partes del régimen y de sus colaboradores. Si el régimen se topa con un obstáculo en un frente, puede avanzar en otro aspecto de su programa mientras se reagrupa y elabora otra estrategia. Miren las diferentes iteraciones de la Prohibición a los Musulmanes. La primera se topó con una oposición fiera, pero la última, aunque se encontró con algunos desafíos en los tribunales, efectivamente ha prohibido viajar desde varios países de mayoría musulmana y controla el número de musulmanes que entran, especialmente refugiados que huyen a la violencia con desesperación. Mientras tanto, el régimen sigue en marcha con su guerra contra los inmigrantes, contra la ciencia, contra el medio ambiente, contra las mujeres, y la realidad es que no está perdiendo ninguna de estas guerras.

El fascismo es capaz de absorber actos separados de resistencia porque no está en ninguna obligación de acatar las reglas y constantemente cambia las reglas. Trump fue escogido para encabezar al partido Republicano fascista, y fue elegido por medio del colegio electoral, a base de una promesa de triturar las normas de la política. Incluso la oposición ligera que se da en los altos niveles del gobierno se desequilibra ante el caos, la instabilidad y la aparente locura de esta presidencia. Sí hay locura, pero su locura tiene una lógica que permite al régimen avanzar con su restablecimiento violento de la supremacía blanca y masculina, y con amenazas tiránicas contra el resto del mundo. Desde la cúpula, los líderes, hasta los matones vigilantes callejeros, realmente nada les es imposible, ni la violencia, ni el terror, ni siquiera las armas nucleares. Cuando las personas que han sido atacadas por el régimen nos cuentan sus historias (como en esta entrevista con el activista de derechos migratorios Ravi Ragbir, oímos una y otra vez que ya no se hace caso a los principios básicos que una vez servían de barreras a la detenciones y las deportaciones, que ya se han borrado las rayas que antes no se cruzaban, y que ya no importan las reglas a las que antes se adherían. Al final de cuentas, lo que se convierte más estratégicamente en la nueva norma es una cultura generalizada de crueldad y una tolerancia al genocidio. En el camino, no sólo absorben la resistencia, sino que la aplastan.>

Durante algunas de mis conversaciones en los últimos meses, las personas han planteado que sí hay resistencia, que las personas sí están protestando. Dependiendo del contexto de nuestras conversaciones, lo plantean por diferentes razones. Al preguntarles y discutir más, sale alguna versión de lo siguiente:

    La gente ha estado protestando. Otra gente ya está haciendo lo que ustedes están convocando.

La gente ha estado protestando. Debemos unirnos con esas personas hasta que estén dispuestas a expulsar al régimen.

    La gente ha estado protestando, especialmente la que está bajo el ataque más duro. Debemos escuchar a esos organizadores que están en el campo de batalla y están luchando por sus comunidades, y debemos serles buenos aliados.

No tiene que haber una separación entre estas protestas y un movimiento de millones de personas para expulsar al régimen. Tenemos que seguir protestando contra cada ultraje, y tenemos que entender cómo cada uno de estos ataques cuadra con la consolidación del fascismo en general. Pero lo que subyace bajo este argumento —de que la gente ya está protestando— son más preguntas que las personas a menudo no expresan a voz alta. ¿No es suficiente lo que ya estamos haciendo? ¿No podemos ganar así? ¿No deben las comunidades que están bajo ataque dirigir a sus propios movimientos? ¿Realmente es necesario expulsar al régimen, realmente es posible, y realmente es nuestra responsabilidad? Hay una sola respuesta a esto. Si no expulsamos a este régimen, nos aplastarán, y destruirán a millones, quizás hasta miles de millones, de vidas. ¿Qué estamos perdiendo al luchar solitariamente, y qué impide que nos unamos?

Imagínense si en cada protesta, por los inmigrantes, por los derechos reproductivos de la mujer, por un juicio de destitución, por la vida de los negros, resonara un llamamiento para un fin a estos ataques y un fin al régimen que los está intensificando. ¿Qué tal si todos los grupos en pro de la justicia social movilizaran a sus seguidores durante dos semanas de protesta estratégica y sostenida contra todas las guerras que libra este régimen, y buscaran formas para que miles y decenas de miles más se sumaran a la lucha? Hay muchas maneras en que podría ocurrir este salto que convirtiera actos separados de resistencia en un movimiento de masas y una crisis política para expulsar al régimen en conjunto. No es un salto tan grande, porque somos millones los que nos inquietamos por la humanidad y no queremos la pesadilla de un futuro fascista. No sabemos cuánto tiempo tendremos esta oportunidad, pero por ahora, tenemos los medios y los conocimientos para crear un salto en la resistencia y ganar una victoria que el mundo entero celebrará.


 

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