Hambre de justicia en Guantánamo
Amy Goodman DemocracyuNow 16 de marzo de 2013
Ha surgido información desde la prisión militar estadounidense de Bahía de
Guantánamo de que la mayoría de los prisioneros están en huelga de hambre.
Ciento sesenta y seis hombres permanecen detenidos allí, a pesar de que el
gobierno de Obama ha autorizado la liberación de más de la mitad. Sin embargo,
allí languidecen (en algunos casos desde hace más de diez años) en un infernal
limbo legal, presos, sin ningún tipo de acusación. El incumplimiento del
Presidente Barack Obama de su decreto ejecutivo del 22 de enero de 2009,
mediante el cual prometió cerrar Guantánamo, y el deterioro de las condiciones
en la prisión bajo su mando constituirán una enorme mancha en su legado.
Desde Guantánamo, el prisionero yemení Bashir al-Marwalah le escribió a su
abogado: “Corremos peligro. Uno de los soldados le disparó a uno de los
prisioneros hace un mes. Antes de eso, enviaron fuerzas de emergencia con rifles
M-16 a unos de los sectores de la prisión. … Nos quieren hacer regresar a la era
más oscura del gobierno de Bush. Eso es lo que nos dicen. Por favor haz
algo”.
La declaración de Al-Marwalah constituye el primer registro de que guardias
de las fuerzas armadas estadounidenses dispararon balas de goma contra un
prisionero de Guantánamo.
Según Pardiss Kebriaei, una de las principales abogadas del Centro por los
Derechos Constitucionales (CCR, por sus siglas en inglés), su cliente Ghaled
al-Bihani es uno de los prisioneros de Guantánamo que está actualmente en huelga
de hambre. Al-Bihani le contó que “hay una huelga de hambre de grandes
proporciones en el Campamento 6, que es la sección más grande de Guantánamo. Esa
prisión alberga alrededor de 130 hombres. Afirmó que casi todos, salvo unos
pocos que están enfermos o tienen edad avanzada, están en huelga de hambre. Él
ha perdido más de 9 kilos. Es diabético y sus niveles de glucosa en sangre están
fluctuando en forma descontrolada. Me dijo que el personal médico de Guantánamo
le informó que su vida corre peligro. Él y otros prisioneros quieren que
difundamos esta información”.
Mientras tanto, en Washington D.C., el gobierno de Obama tuvo que defender
esta semana su política en Guantánamo ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, un organismo que forma parte de la Organización de Estados
Americanos. Uno de los compañeros de Kebriaei en el Centro por los Derechos
Constitucionales, el abogado Omar Farah, afirmó durante la audiencia:
“Represento a Tariq Ba Odah, un joven yemení que ha estado en huelga de hambre
ininterrumpida desde febrero de 2007. Todos los días, los guardias de Guantánamo
lo alimentan por la fuerza. En este preciso momento es probable que lo estén
sacando de su celda, lo estén atando a una silla de sujeción y le estén
introduciendo un tubo de goma por la nariz para bombear un complemento
alimenticio líquido a su estómago. Tariq sostiene que esa es la única forma en
que puede comunicar a quienes somos libres lo que significa estar detenido
injustamente, que lo coloquen a uno en una celda durante diez años sin
acusación. Es su único modo de comunicarnos la barbarie de esa conducta”.
El gobierno de Obama ha afirmado que tan solo seis o siete prisioneros están
en huelga de hambre. Sin embargo, cartas desde la prisión y testimonios de los
abogados que han sido testigos de lo que sucede apoyan la afirmación de que más
de 100 de los 166 prisioneros de Guantánamo están en huelga de hambre desde hace
al menos más de un mes.
Otra abogada que representa a prisioneros de Guantánamo, Kristine Huskey de
la organización Médicos por los Derechos Humanos, también declaró el martes. Más
tarde explicó que la detención por tiempo indeterminado provoca “un trauma
psicológico severo y duradero, que es provocado por estados crónicos de estrés,
ansiedad y miedo, básicamente debido a que estas personas en Guantánamo no saben
si algún día serán liberadas. No saben si serán acusados. No saben si volverán a
ver a sus familias. De modo que toda esta incertidumbre y falta de control
provoca un estrés excesivo en el sistema inmunológico y el sistema
cardiovascular. Provoca asma, diabetes, trastornos gastrointestinales, la
propagación del células cancerígenas, infecciones virales, hipertensión,
depresión, suicido y síndrome de estrés postraumático”.
Durante la audiencia, el gobierno de Obama negó que detenga a personas por
tiempo indefinido. Michael Williams, uno de los principales asesores de la
política sobre Guantánamo de la Oficina del Asesor Jurídico del Departamento de
Estado de Estados Unidos, afirmó: “Estados Unidos solamente detiene a individuos
cuando dicha detención es legal, y no pretende detener a ningún individuo por
más tiempo del necesario”.
En su testimonio, el abogado de CCR Omar Farah, replicó: “En vista del
tormento existencial que la detención por tiempo indeterminado provoca a los
prisioneros de Guantánamo y de los riesgos físicos que plantea; en vista del
hecho de que el propio Estado ha admitido que ya no tiene interés en detener a
más de la mitad de los prisioneros que están allí mediante las absoluciones que
mi compañera acaba de describir; en vista de que nueve prisioneros murieron en
Guantánamo en custodia de Estados Unidos, y después de once años, ¿cuándo van a
decir basta?”
La huelga de hambre de los prisioneros de Guantánamo es un acto de
desobediencia valiente y desesperado, que pone en riesgo sus vidas, algo que
Obama debería resolver de inmediato al cumplir con uno de sus primeros decretos
ejecutivos como presidente: cerrar Guantánamo.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y
Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés
y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos",
editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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