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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

¡NO MAS!
¡Ningún ser humano es ilegal!

EL Mundo no Puede Esperar exhorta a cada persona a protestar contra las leyes racistas como Arizona SB1070, a desacatarlas y a DESOBEDECERLAS



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Investigación especial: Trato de salud negligente a inmigrantes detenidos


Al menos 77 personas han muerto bajo la custodia de las autoridades de inmigración entre enero del 2004 y mediados de julio pasado.

REPORTAJE ESPECIAL I DE II: Detenidos en cárceles de inmigración de NJ denuncian atención médica inhumana

REPORTAJE ESPECIAL I DE II

Detenidos en cárceles de inmigración de NJ denuncian atención médica inhumana

NUEVA JERSEY

— Diabetes, depresión, dolores de cabeza y de oído son sólo algunos de los síntomas que a diario sufren las personas detenidas en las cárceles de inmigración de Nueva Jersey, padecimientos para los que es difícil y, muchas veces, imposible obtener atención médica.

EL DIARIO/LA PRENSA recopiló más de 40 quejas durante una investigación de varias semanas, que se originó por cartas enviadas por detenidos y familiares a organizaciones comunitarias. Este rotativo halló que el común denominador en los reclamos es la falta de un cuidado apropiado para los presos y la falta de información para sus parientes.

Según nuestra revisión de los casos, las personas más afectadas por estos problemas son las que padecen de diabetes, pues en la mayoría de los casos se les demora el suministro de medicina, como en el caso de Jacinto Morales* quien, desde la cárcel de Middlesex, dijo que sólo le aplican insulina cuando presenta “una baja dramática de sus niveles normales”.


Centro de detención de Elizabeth, en Nueva Jersey.

En Nueva Jersey, existe un solo centro de detención de inmigración, ubicado en Elizabeth, así cómo varias cárceles de algunos condados que tienen contrato con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para albergar temporalmente, por $100 dólares diarios por detenido, a los inmigrantes arrestados mientras son trasladadas a otros centros del país.

Raúl Pajes*, un uruguayo que lleva seis meses en el Centro de Detención de Elizabeth y quien desde hace tres presenta un fuerte dolor de oído, sólo ha recibido Tylenol de forma ocasional.

“Hay que vivirlo para creerlo”, se lamentó su acongojada esposa María, desde su casa en Plainfield. María añadió que no sabe que es lo peor que le está pasando a su esposo “si estar preso, enfermo, o sentir la agonía de no saber si será deportado”.

El centro de Elizabeth alberga a unos 300 detenidos y más de mil personas se encuentran bajo custodia en las diferentes cárceles de los condados de Nueva Jersey que tienen contrato con ICE.

El hondureño Pedro Martínez*, quien está detenido en la cárcel del condado Middlesex, y se golpeó en la rodilla derecha hace tres meses, no ha recibido ningún tipo de tratamiento médico, a pesar que está casi imposibilitado de moverla y la rodilla está visiblemente hinchada.

“Nosotros solo obedecemos órdenes”, dijo un guardia de uno de los centros, a cambio de no revelar su nombre ni el lugar donde trabaja. “A diario veo muchas injusticias y mal trato por parte de las enfermeras que atienden a los detenidos, pero no puedo hacer nada”, agregó.

La falta de atención médica en los centros de detención ha generado polémica durante muchos años. Cifras suministradas por ICE indican que entre enero del 2004 hasta mediados de julio pasado 77 personas han muerto bajo su custodia en todo el país.

Uno de estas muertes es la de Boubacar Bah, un oriundo de Nueva Guinea de 52 años, quien se encontraba en el Centro de Detención de Elizabeth. Luego de caerse y golpearse en la cabeza, duró más de 13 horas en una celda disciplinaria quejándose, hasta que inconsciente y botando espuma por la boca fue trasladado a un hospital donde permaneció cuatro meses en coma hasta que murió en mayo del 2007.

En otro caso en California, el salvadoreño Walter Rodríguez Castro, de 28 años, murió en abril del 2006. La autopsia reveló que su deceso fue a causa de una meningitis, no detectada, pese a que él mismo duró varios días solicitando infructuosamente atención médica por fiebre, dolor en el cuello y constantes vómitos.

El pasado dos de marzo, en la cárcel del condado Middlesex, murió Arturo Suárez Almenares, un cubano de 72 años. El 29 de febrero pasado, el hombre pidió ayuda médica debido a fuertes dolores en el pecho, por lo que fue tratado con Tylenol. Tres días después, murió en un hospital local víctima de un ataque cardíaco.

Para evitar que casos como los anteriores se repitan, el senador federal por Nueva Jersey Robert Menéndez, sometió en mayo una propuesta de ley, la Ley de Cuidado Médico Básico para Detenidos, por medio de la cual exige brindarle atención médica apropiada a las personas detenidas en cárceles de inmigración.

“Las personas detenidas tienen el derecho de recibir un tratamiento médico y, si requieren de cuidado especializado, deben ser trasladados a un hospital o centro adecuado”, afirmó Menéndez.

Maritza Chávez, directora de la Fundación Mundial Rescatando al Inmigrante, de Elizabeth, asegura que las quejas que recibe por la falta de atención médica son “el pan nuestro de cada día”.

Harold Ort, portavoz de ICE, indicó que la agencia federal “cumple con todos los requisitos que exigen los procedimientos carcelarios” y que, de acuerdo a los lineamientos provistos por la División de Servicios de Salud de Inmigración, DIHS, cada una de las personas que están bajo custodia de ICE, son sometidas a un examen físico antes de los 14 días de llegar a un centro de detención y cada uno recibe el tratamiento médico que necesita.

Sin embargo, los testimonios que recogimos ofrecen una imagen distinta.


María Mejía* (izd.) y su esposo junto a sus seis hijos. Mejía se encuentra detenida en la cárcel del condado de Hudson, y por la separación de su familia ha desarrollado síntomas de depresión, que no está siendo tratada allí.

“Aquí nos sentimos totalmente disminuidos como seres humanos”, afirmó Antonio Solís*, quien se encuentra recluido en la cárcel del condado Essex. “Algunos guardias nos humillan y se burlan si uno pide ir al médico”, agregó.

La mexicana María Mejía*, recluida en la cárcel del condado Hudson en espera de una deportación, se halla profundamente deprimida por la angustia de haber dejado a sus seis hijos a cargo de su esposo.

“Me estoy volviendo loca”, confesó María, en tono desesperado, y agregó que ha buscado tratamiento médico pero no ha tenido éxito. “Padezco de un dolor de cabeza constante y para que me den una pastilla debo esperar hasta tres días”, se quejó.

Carmen Salavarrieta, del Centro Hispanoamericano de Plainfield, confirmó que Mejía llora constantemente, se niega a comer, y sufre muchos síntomas típicos de una depresión.

Silvia Hernández, directora del Centro Hispanoamericano de Plainfield, alentó a los familiares de detenidos a que denuncien su situación en centros como el suyo.

“Aquí en nuestro centro podemos abogar por ellos. Lo importante es que no se queden callados”, insistió.

Marina Silvestre, esposa de un detenido en el centro de Elizabeth, que es administrado por la compañía privada Corrections Corporation of America, asegura que una gran parte de los compañeros de su esposo están resfriados porque “allí les ponen el aire acondicionado muy fuerte, los hacen bañar a la madrugada con agua helada, y sólo les dan una frazada”.

Salvatierra recalcó que la situación “realmente lamentable” que viven los detenidos en las cárceles de inmigración se suma el hecho de que los familiares “no tienen a donde acudir y tienen miedo a represalias”.

*Los nombres fueron alterados para proteger la identidad de los entrevistados.

Maria.logoguerrero@eldiariony.com


 

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