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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

¡NO MAS!
¡Ningún ser humano es ilegal!

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Revolución #102, 23 de septiembre de 2007

Una criminal guerra de mentiras

Por qué realmente está Estados Unidos en Irak

La tortura de los presos de Abu Ghraib recibió atención en los medios, pero estos han ocultado la mayoría de los crímenes de guerra de Estados Unidos. Hace poco la revista The Nation publicó una poderosa denuncia de las atrocidades cometidas por las fuerzas yanquis en Irak. Tras entrevistar a docenas de ex soldados estadounidenses, pinta un cuadro de maltrato y asesinato de hombres, mujeres y niños en gran escala en lo que el gobierno llama una “causa noble”. (La otra guerra: Veteranos de Iraq testifican: Chris Hedges y Laila Al Arian, The Nation). La cantidad de presos de Estados Unidos en Irak aumentó 50% desde el “aumento de tropas”: hoy tiene unos 24,500 presos, en comparación con 16,000 a comienzos del año.

Hace varias semanas el gobierno inició una ofensiva propagandística sobre Irak. Bush dio una serie de charlas que recibieron mucha atención de la prensa y la semana pasada el general David Petraeus, el comandante militar estadounidense en Irak, y Ryan Crocker, embajador a Irak, dieron un informe ante el Congreso sobre la situación. Los demócratas ofrecieron unas pocas protestas débiles. Al final de todo esto, parece que la ocupación de Irak continuará, con más de 100,000 soldados, en el futuro inmediato.

El tema oficial del “debate” es si el “aumento de tropas” del gobierno de Bush (o sea, la escalada militar de enero de este año) “ha tenido éxito”. Pero los límites de este “debate” han ocultado una verdad fundamental: la guerra, la ocupación y el “aumento de tropas” son totalmente injustos, si es que han “tenido éxito” o no.

Una guerra injusta y horrorosa, y los pretextos mentirosos

Desde el comienzo, Bush ha mentido una y otra vez para justificar la guerra. “Irak tiene armas de destrucción masivas”. Mentira. “Irak estaba involucrado en el 11 de septiembre”. Mentira. “Los iraquíes darán la bienvenida a los soldados estadounidenses como ‘libertadores’”. Mentira. Mentiras intencionales y conscientes.

No era cuestión de información equivocada de los servicios de inteligencia ni de buenas intenciones que fallaron. Mintieron. Un ejemplo: Hace poco Sidney Blumenthal reveló en Salon.com: “El 18 de septiembre de 2002, George Tenet, director de la CIA, le informó al presidente Bush en su oficina sobre inteligencia clandestina que demostró que Saddam Hussein no tenía armas de destrucción masiva, según dijeron dos altos ex funcionarios de la CIA”. Bush inició la guerra de todos modos.

Esta revelación demuestra una vez más que esta guerra no fue un “error”… sino un crimen. El gobierno sabía a ciencia cierta que Irak no fue una amenaza militar directa a Estados Unidos ni a sus vecinos, así que la invasión fue una guerra de agresión, el delito “supremo” según el tribunal sobre crímenes de guerra de Nuremburgo que juzgó a los nazis.

Ahora Bush dice, en parte, que Estados Unidos se mantiene en Irak para impedir “asesinatos en masa de una escala horrorosa” y condena a Irán por “la muerte de iraquíes inocentes”. Pero la invasión estadounidense, y las acciones de las fuerzas armadas yanquis, han causado los “asesinatos en masa de una escala horrorosa” y  “la muerte de iraquíes inocentes”.

Un estudio de la Universidad Johns Hopkins que publicó la revista médica inglesa The Lancet calculó que unos 655,000 iraquíes han muerto a consecuencia de la invasión y ocupación estadounidenses. Eso salió hace dos años y el saldo de muertes sigue subiendo. Unos 4.4 millones de iraquíes (de una población de 26 millones antes de la guerra) han huido de la violencia (la mitad a otros países) y 60,000 huyen cada mes.

Con la escalada (o “aumento de tropas”) estadounidense, la situación ha empeorado. La Associated Press informó que el saldo de muertes de civiles iraquíes es el doble de hace un año. En agosto, el saldo de muertes civiles subió a un mínimo de 1,809, o sea, el segundo más alto del año. La cantidad de presos de Estados Unidos aumentó 50%: hoy tiene unos 24,500 presos, en comparación con 16,000 a comienzos del año.

Hace poco, se supo un poco de la verdad: en un viaje a Australia, Bush se jactó de que “les damos duro”. A Bush y los demás políticos estadounidenses no les importa un comino los centenares de miles de seres humanos que han muerto como consecuencia de sus acciones, ni los millones más que han quedado sin casa e indigentes.

Las verdaderas causas de la guerra

Bush le dijo a la Legión Americana el 28 de agosto: “Es una causa noble. Es una causa justa. Es una causa necesaria”. Y: “América tiene intereses vitales y de largo plazo en la región [del Medio Oriente]… Sigue siendo un cruce mundial estratégico…”.

¿Cuál es esta “causa noble”? Y más importante, ¿cuáles son los “intereses vitales y de largo plazo” de los que habla Bush? Para empezar, el Medio Oriente tiene el 60% de las reservas petroleras del mundo. Para los imperialistas, el petróleo es una fuente de ganancias esencial y un arma estratégica para controlar la economía global y los demás países que dependen del petróleo. El control de esa región es esencial para la dominación global. Por eso Estados Unidos tiene 170,000 soldados y una armada de buques de guerra y bases militares en la región, por eso gasta tanto para fortalecer a Israel, un estado de colonos, y a las tiranías reaccionarias árabes como Arabia Saudita, y por eso amenaza con atacar a Irán.

El control estadounidense ha hundido en una terrible opresión a centenares de millones de personas. Pero todos los principales candidatos de ambos partidos han aceptado la idea de que Estados Unidos debe y tiene que dominar la región y a los pueblos. Principalmente por eso, la oposición de los demócratas es tan débil y vacilante. Son políticos imperialistas y representantes de los intereses de los imperialistas.

Tras años de decir que el petróleo no tiene nada que ver con la guerra de Irak, ahora Bush dice que si Estados Unidos no estuviera en el Medio Oriente, “los extremistas controlarían una parte clave de los energéticos mundiales, y podrían chantajear y sabotear la economía global. Podrían utilizar los miles de millones de dólares de la venta del petróleo para comprar armas y dedicarse a sus ambiciones mortales”.

Aquí Bush deja salir un poco de la verdad, al servicio de una mentira más profunda. Estos “extremistas” que Bush condena son los fundamentalistas islámicos, que dicen que lo clave para la liberación de las sociedades oprimidas sería establecer estados islámicos bajo el control del derecho religioso. Este movimiento NO ofrece un verdadero camino a la emancipación. Es reaccionario. Donde ha conquistado el poder (por ejemplo, en Irán o Afganistán bajo el gobierno del Talibán), ha impuesto un control sofocante de la vida política y ha suprimido las ciencias y el pensamiento crítico; ha sometido a la mujer a una subyugación y opresión más profundas; y ha mantenido las relaciones económicas y sociales feudales y capitalistas en que los campesinos siguen sometidos a los terratenientes y los trabajadores a los capitalistas. Su programa representa los intereses y la posición de unas fuerzas de clase anticuadas: los terratenientes feudales, los pequeños capitalistas sometidos al imperialismo y a la vez sofocados por ella, etc. No ha conducido, y no puede conducir, a la liberación de estas economías de la dominación imperialista sino, como máximo, a una forma diferente de dominación y una mayor tajada del botín para otro grupo de explotadores.

Esas fuerzas son un obstáculo a las necesidades de Estados Unidos de penetrar la región más profundamente y reestructurar a la fuerza las sociedades para garantizar su dominación. Y ese es el problema que tienen Bush y el resto de la clase dominante con esas fuerzas. No les importa un comino la opresión de la mujer: ¡Estados Unidos apoya a muchos gobiernos que imponen una opresión parecida y por su cuenta se ha dedicado a la “misión” de negarle a la mujer el derecho al aborto y el control de la natalidad! ¿Y cómo diablos puede Bush quejarse de “gastar dinero de la venta del petróleo en armas”? ¿Por qué tiene el gobierno estadounidense el derecho de controlar los energéticos mundiales, y gastar miles de millones de dólares en una máquina militar monstruosa, que utiliza en aras de sus ambiciones? Las fuerzas de clase que Bush representa —el capital monopolista imperialista— no son menos anticuadas que esos “extremistas” y tienen la culpa con mucho de la mayor parte del sufrimiento diario incalculable y las agresiones horripilantes, como en Irak, en el mundo actual.

De hecho, tumbar a esas fuerzas fundamentalistas islámicas fue en gran medida la razón por qué Estados Unidos invadió a Irak y derrocó al gobierno de Saddam Hussein. Para que quede claro, el gobierno de Hussein no era fundamentalista islámico. Pero la lógica de la invasión fue empezar con el derrocamiento y ocupación de Irak (que pensaban que sería fácil), utilizar a Irak como ejemplo y base de operaciones para reestructurar a la fuerza toda la región en aras de los intereses del imperialismo estadounidense, y aplastar a todas las fuerzas de oposición.

Mintieron acerca de la guerra… y mienten acerca de la ocupación

Estados Unidos formó un gobierno iraquí compuesto de fuerzas reaccionarias y lo bautizó de democrático. La ocupación ha desencadenado a los escua­drones de la muerte de las facciones, que han asolado el país con una campaña de limpieza étnica. Ha intentado crear nuevas leyes para abrir la economía y la industria petrolera al capital estadounidense. Ha construido enormes bases militares, algunas de las cuales podrían ser permanentes y que podrían utilizar para atacar a otros países. Esta es la realidad de la declaración de Bush de que una “meta central” de la estrategia estadounidense es convertir a Irak en “un aliado de esta guerra contra el terror” y de que “el curso futuro en el Medio Oriente lo determinará en gran medida el resultado de la guerra de Irak”, y por qué promete que Estados Unidos “se haya cometido a una relación de largo plazo”.

Nada de esto quiere decir que la situación en Irak (o la región) sería buena si las fuerzas estadounidenses se fueran. Las acciones de los imperialistas en Irak han desencadenado a muchas fuerzas, la mayoría de ellas reaccionarias en este momento. Pero la alternativa —la continuación de la ocupación de Irak, con todas las muertes y toda la destrucción que eso conlleva, y la continuación de la “guerra contra el terror” contra otros países— es muchísimo peor. Dejaría a la potencia más opresiva del mundo aun más dominante y en una posición mucho mejor desde donde llevar a cabo mayores horrores contra el mundo.

Hoy, a fines de septiembre, ha surgido una imagen definida. Estados Unidos seguirá cometiendo crímenes en Irak. Seguirá sentando las bases para un posible ataque contra Irán (que podría darse en cualquier momento). Los demócratas seguirán canalizando la indignación hacia el callejón sin salida de las elecciones del 2008 (y en caso de una guerra contra Irán, ya se han comprometido a apoyarla).

Hace tiempo que es hora de forjar una enorme resistencia política.


 

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