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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Revolución #103, 7 de octubre de 2007

Hay que denunciar y oponerle resistencia a la ofensiva reaccionaria de David Horowitz

No se puede derrotar al fascismo si lo ignora

Opción múltiple: Si un grupo nacional de fascistas anunciara que va a convocar una semana de programas en más de 100 universidades cuyo propósito explícito es atraer apoyo a la "guerra contra el terror" e intimidar y callar a los que se oponen, ¿qué sería la mejor manera de responder?

A) Ignorarlos. Sus voceros (que reciben mucho dinero y publicidad) y su acoso de profesores progresistas, centros de la mujer y organizaciones de estudiantes musulmanes no tendrán ningún efecto. Es mejor no oponerse a su monopolio del debate así como su manipulación del lenguaje. Tampoco se debe tomar muy en serio su intimidación bravucona. No debemos preocuparnos que ya han conseguido correr a unos profesores. Al fin y al cabo, "eso no puede ocurrir aquí", ¿no es cierto?

B) Oponerles resistencia y desenmascararlos con la verdad, y al hacerlo crear las oportunidades para atraer a miles de estudiantes al debate y al pensamiento crítico sobre los temas esenciales de nuestros tiempos, y así transformar la atmósfera de satisfacción y pasividad en las universidades. O sea, habrá lucha y tumulto, pero en vista de lo que está en juego, no hay ningún otro remedio.

Demasiada gente, incluso quienes entienden cómo surge y se hace dominante el fascismo, escoge la opción A. Hay demasiados ejemplos amargos en la historia, y demasiado en juego hoy y para el futuro, como para aceptarlo. Urge responder correctamente porque eso es precisamente lo que se está convocando: una “Semana de conciencia sobre el islamofascismo” en más de 100 universidades por todo el país. De hecho, quedan menos de tres semanas, pues va a empezar el 22 de octubre.

Una ofensiva demasiado peligrosa como para ignorar

Muchos académicos saben quién es David Horowitz, el organizador de esta “semana”; conocen su venenoso portal de internet Frontpagemag.com; probablemente recuerdan su campaña contra la indemnización para los negros por los años de esclavitud en los años 90 (¡cuando decía que los negros deberían estar “agradecidos” de que secuestraron y esclavizaron a sus antepasados!) o el papel que jugó en el despido del profesor Ward Churchill. Pero hay una fuerte tendencia a simplemente descartarlo como un extremista y charlatán aislado que no representa ningún peligro fundamental a las universidades. Y hay una tendencia a no captar lo seria que es esta “semana de conciencia sobre el islamofascismo”.

Horowitz desempeña una función intelectual estratégica: mentir y distorsionar, azuzar y convocar a las reaccionarias tropas de choque y poner a los demás a la defensiva, especialmente en los centros académicos. Horowitz ha sabido dominar el “arte” de presentar el programa agresivo del sector más reaccionario de la clase dominante en un lenguaje progresista y académico. Su “Carta de Derechos Académicos” es en realidad un ataque contra el pensamiento crítico. Sus “Estudiantes por la Libertad Académica” son en realidad grupos de estudiantes derechistas bravucones y soplones que remedan al movimiento juvenil de los nazis en las universidades.

La “semana de conciencia sobre el islamofascismo” es un intento de unir, movilizar y cohesionar una base social de reaccionarios diversos y fascistas descarados, tanto en las universidades como afuera: grupos nacionalistas que se oponen a los migrantes y racistas intransigentes, grupos de excombatientes y militares reaccionarios, los Universitarios Republicanos y otros grupos estudiantiles derechistas, fascistas cristianos y sionistas. Al mismo tiempo, los conocidos extremistas derechistas, como Ann Coulter, Rick Santorum, Robert Spencer, el propio Horowitz y otros, esperan tener “legitimidad” en las universidades como Columbia, Pen State, DePaul, la Universidad de Michigan, UCLA, la Universidad de California en Berkeley y otras, al hacerse pasar como defensores de los derechos de la mujer, los gays y las lesbianas en los países islámicos y enemigos del “fascismo” islámico.

Si esta “semana” tiene éxito, le dará aún más fuerza a la posición del gobierno de Bush de que “están con nosotros o en contra de nosotros” al consolidar la base social agresiva que necesita para imponerla. Por ejemplo, sus ataques contra la Asociación de Estudiantes Musulmanes tienen la meta de desencadenar pogromos contra los musulmanes. Durante esa semana también van a mostrar la película “Borders” (Fronteras) para juntar bajo la misma bandera la lucha por “la defensa de las fronteras” y la lucha para derrotar al “islamofascismo”, y atraer a su cruzada a los que se oponen a los migrantes.

Los que detentan el poder tienen una necesidad tanto estratégica como inmediata de movilizar a los estudiantes universitarios derechistas para intimidar y oponerse a la creciente oposición a la guerra de Irak, así como para prepararse para una guerra contra Irán. Hay que reconocer claramente lo que esta “semana” representa y ver que es muy necesario asestarle una derrota política.

Pero en esa situación también radica el potencial de voltearle la tortilla y forjar una polarización más favorable en las universidades y la sociedad. Pero eso solo puede suceder si se responde a la “semana de conciencia sobre el islamofascismo” con una contraofensiva de “conciencia sobre el fascismo estadounidense”.

Sembrar confusión ideológica

Un aspecto esencial del peligro —y de la eficacia— de la “semana de conciencia sobre el islamofascismo” es que siembra confusión ideológica. Recalca los verdaderos horrores del fundamentalismo islámico, como la manera que trata a la mujer, los gays y las lesbianas y otras cosas. Pero lo hace para reclutar a la cruzada militar mundial que ha lanzado el imperialismo estadounidense. Como resultado, atrae a gente que objetivamente no debe estar de su lado y a la vez paraliza a muchos que deberían oponerse fuertemente a ellos.

Para aclarar la manera en que estas fuerzas aprovechan la compleja situación mundial actual, hay que reconocer dos cosas. Primero, estas fuerzas, que dicen que son paladines de los derechos de la mujer y enemigos del gobierno teocrático y el terrorismo, son en realidad mentirosos descarados e hipócritas. Jamás debemos olvidar (y debemos seguir confrontando a estos mentirosos sobre esto) que ellos apoyaron y siguen apoyando conscientemente las mentiras de Bush y Cheney, que han llevado a la muerte de cientos de miles de iraquíes y el desplazamiento de millones más.

En este país, esas fuerzas trabajan de la mano con las fuerzas fascistas cristianas más extremistas, como Rick Santorum, cuyo programa es prohibir el aborto y el control de la natalidad; que desencadenaron terror y muerte contra los médicos que practican abortos en las clínicas; y que vilipendian a los homosexuales y agravan las condiciones que llevaron a la muerte de Matthew Shepperd. ¿Defensores de la mujer y los homosexuales? Son fascistas que se hacen pasar por antifascistas. (Hay que señalar que donde concuerda con sus intereses, como en Afganistán e Israel en los años 80, la clase dominante de Estados Unidos, que Horowitz representa, no ha titubeado en defender a los movimientos islámicos sumamente opresivos).

En segundo lugar, no nos podemos tragar el argumento de que si no apoyamos la cruzada estadounidense entonces, objetivamente, apoyamos a los fundamentalistas islámicos. No podemos permitir que esas opciones marcan la pauta. El fundamentalismo islámicos es, sin lugar a dudas, una fuerza reaccionaria. Al igual que otras formas de literalismo religioso, es un programa opresivo y anticuado: patriarcado, intolerancia, guerras santas y el fomento de la superstición y la ignorancia. En el poder, crea sociedades en las que nadie quiera vivir, y tenemos que apoyar políticamente a quienes verdaderamente luchan por la revolución y el cambio progresista en esas sociedades.

Pero Estados Unidos es, sin lugar a dudas, la fuerza reaccionaria mucho más agresiva y peligrosa. Quienes viven en este país tienen una responsabilidad especial de oponerse a esta potencia. Hay que oponerse firmemente a la idea de que los que no aceptan los crímenes del imperialismo estadounidense están “trabajando con el enemigo”. Mantenerse a un lado ayuda a las dos fuerzas reaccionarias —el imperialismo y el fundamentalismo islámico—, ninguna de las cuales representa la liberación del pueblo.

Una visión de resistencia

Horowitz quiere cumplir con lo que dice; no es una amenaza hueca. Lo que se requiere es ni más ni menos que una derrota política. En cierto sentido, él mismo les ha dado a los progresistas y revolucionarios una oportunidad para cambiar todo el debate, tanto en las universidades como más allá. Pero hacerlo requerirá conciencia, movilización y resolución.

Es necesario ver la totalidad de la situación, la sociedad entera y hacia dónde va. Los estudiantes en particular deben captar lo que significaría que se dé una “semana” así sin oposición, que esas fuerzas marquen la pauta del debate y la vida política, que se permita legitimar y se promueva ampliamente un programa e ideología fascistas como la principal tendencia en las universidades.

Es urgente que se transforme inmediatamente las universidades por todo el país. Es necesario desenmascarar de diversas y creativas maneras a Horowitz y todo lo que representa su “semana”. Tanto en foros públicos como en las clases se debe debatir el peligro que esta “semana de conciencia sobre el islamofascismo” representa.

Hay que cubrir las universidades de afiches. Hay que apoyar a los que planean manifestaciones contra los fascistas, y en defensa de los departamentos de estudios de la mujer y los grupos estudiantiles musulmanes. Hay que desenmascarar y aislar a las fuerzas que defienden la “semana de conciencia sobre el islamofascismo”. A otras fuerzas que están enredadas en eso hay que mostrarles la verdad de lo que Horowitz y su “semana” representan.

Esa gente no es de ninguna manera progresista. Se ha demostrado que son mentirosos y tienen la culpa de la muerte de centenares de miles de iraquíes y de la devastación del país. Se están preparando para atacar a Irán, posiblemente con armas nucleares, como parte de una cruzada mundial que dicen que durará una generación. Cometen tortura por todo el mundo y a gran escala. En sus filas son personas que interpretan la Biblia textualmente, lo cual representaría un horror para la mujer, los gays y las lesbianas.

Hay que repudiar y derrotar políticamente la “semana de conciencia sobre el islamofascismo”. A partir de hoy tenemos que meter manos a la obra, distribuir materiales como este periódico para desenmascararla. Cuando empiece la “semana”, hay que informar y movilizar para asestarle una derrota política a esta ofensiva fascista. Hay que denunciar lo que representa Horowitz y hacerle saber que es una persona que no es bienvenida, que no tiene ningún derecho de imponer su visión fascista en las universidades. Cuando termine esa “semana de conciencia sobre el islamofascismo”, los fascistas deben quedar derrotados, desinflados y desprestigiados, y hay que sacarlos corriendo. Si logramos asestarle una derrota política a esta ofensiva, se habrá minado su capacidad de seguir atacando a los profesores, el pensamiento crítico y el disentimiento. Es posible revocar el momento que tienen hoy esas camisas pardas y poner en marcha una dinámica muy diferente.

La lucha contra la “semana de conciencia sobre el islamofascismo” y las camisas pardas podría ser el crisol en el que una nueva generación adquiere experiencia y encuentra su lugar en la historia. Esta lucha debe entusiasmar a todos los que desean un mundo mejor.


 

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