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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Sistema Criminal de Injusticia

4 de junio de 2012
Margaret Kimberley

Traducido del inglés por
El Mundo No Puede Esperar
6 de julio de 2012

Hay tantas cosas mal en los Estados Unidos, que es difícil decidir por donde empezar. Aún así, de todas las situaciones catastróficas en América, la más cruel de ellas es el sistema de justicia criminal. América es la capital del mundo de las cárceles, y sólamente en el estado de Louisiana el porcentaje de encarcelamientos es 13 veces mayor que en China y 5 veces más grande que en Irán.

El encarcelamiento en masa no ha ocurrido así de repente, sino que ha sido una reacción perfectamente coordinada después de los triunfos del movimiento de las libertades civiles. Como Jim Crow se hizo ilegal, se tuvo que crear una manera legal para destruir a la comunidad negra.

La obsesión de América con el castigo siempre acaba con un acontecimiento célebre que llama la atención de la prensa por sus obvias injusticias, procedimientos fiscales indebidos o racismo descarado. Sin embargo, esos detalles son menos importantes que los horrores sin paliativos de la justicia americana. El caso de Brian Banks es prueba de éllo.

Banks era un estudiante de secundaria de 16 años de Long Beach, California, buen jugador de fútbol americano que fue falsamente acusado de violar a una compañera de clase en el 2002. Banks fue acusado no sólo de violación, pero también de secuestro. El quería invocar su derecho a declararse inocente pero en su contra tenía una convicción de 41 años si se le declaraba culpable. Como recuerda Banks, su abogado le hizo notar que él era “una persona grande y negra” que el jurado asumiría su culpabilidad. Siguió el consejo de no disputar los cargos.

Incluso después de haber pasado cinco años en la cárcel, Banks tenía que llevar un brazalete en el tobillo, y estar registrado como delincuente sexual. Los delincuentes sexuales son en realidad prisioneros de por vida, incapaces de vivir donde quieran y están monitoreados por años. Estas medidas draconianas no acaban con las agresiones sexuales o dan más seguridad a nadie. Sólo se suman a una larga lista de diferentes maneras de inflingir más sufrimiento.

Tal es el caso de miles de americanos anónimos que acaban en las redes del sistema a pesar de ser inocentes de cualquier delito. La retractación del delito hizo que la historia de Banks saliera en los titulares, pero es todo el sistema de justicia criminal el que debería estar a juicio.

Los fiscales rutinariamente sobrecargan a los acusados con sentencias largas, y obligan a las personas inocentes a declararse culpables para evitar décadas detrás de las rejas. Los fiscales en Florida han decidido que ya no quieren juzgar más casos en los tribunales. Castigan a los sospechosos que van a juicio con sentencias que son 5, 10, o incluso 20 veces más largas que las que normalmente servirían si se les declarara culpables. Marissa Alexander disparó una bala a su esposo sin acierto y se podía haber declarado culpable y pasar 3 años en la cárcel. Por ir a juicio a pesar de que realmente no alcanzó a nadie con su disparo ahora se pasará 20 años detrás de las rejas.

Lo que estamos presenciando en los tribunales americanos no tiene parecido con un sistema de justicia, que podría dar a los jueces la autoridad y permitir que los acusados pasen un día en el juzgado sin miedo a recibir una cadena perpetua. El sistema, incluso castiga a los inocentes por declararse inocentes. Muchos estados automáticamente niegan la libertad condicional a las personas que se declaran inocentes y los mantienen encerrados hasta que confiesan una culpa que no es la suya.

El sistema de justicia criminal y penitenciario de este país no es más que un nido de corrupción que tiene que ser destrozado. Las prisiones y las cárceles se usan para crear trabajos para las comuninades de las prisiones, para hacer dinero para las multinacionales y para evitar que los negros desafíen el sistema efectivamente, como lo hicieron hace 40 y 50 años. Los fiscales y los políticos se benefician de estas sentencias duras y recibirán publicidad, victorias electorales y cargos más altos.

Tienen muy poco que perder con las sentencias de por vida por las “tres faltas y te quedas fuera” y décadas en la cárcel para pequeños vendedores de drogas. Ser “duro con el crimen” es una metáfora para mantener a la gente negra bajo control. Los códigos de las palabras se entienden claramente y el miedo creado por la prensa con su obsesión con “sigue la sangre, encontrarás la culpa” incluso hace que muchas personas negras apoyen estas terribles medidas.

No hay crimen demasiado pequeño para encerrar a miles de personas. Incluso el incumplimiento de la manutención de niños se usa para poner a la gente negra detrás de las barras, donde, obviamente una vez allá no pueden dar ningún tipo de manutención. Pero los padres que no pagan por sus hijos, los depredadores sexuales, cabecillas de drogas y otros imaginarios o criminales exagerados no les importan. Están acostumbrados a que este terrible sistema siga funcionando, para hacer dinero para las multinacionales, recibir los votos para los políticos, para tener contentos a los ignorantes y/o racistas americanos.

El caso de Brian Banks llamó la atención de la prensa porque un mentiroso lo puso entre rejas. Es tentador pensar sobre este aspecto del caso, pero no es esto lo que deberíamos pensar. Deberíamos pensar sobre las sentencias innecesariamente largas, la presunción de culpabilidad por una “persona grande, negra” y los castigos permanentes.

Siempre habrán personas con historias que generen más simpatía o que tengan una mejor organización de partidarios. Incluso cuando nos enteremos de esas historias, debemos reconocer que hay miles más como éllas. La causa del momento debería ser una ocasión para exponer y matar a la bestia de una vez por todas. Esta será la historia más valiosa de nuestra atención.

Margaret Kimberley, reportera del Freedom Rider que aparece semanalmente en Black Agenda Report, donde originalmente se publicó este artículo.


 

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