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Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

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La Universidad de Fordham rinde homenaje a uno de los arquitectos de la Guerra contra el Terror.

16 de mayo de 2012
Ray McGovern

Traducido del inglés por
El Mundo No Puede Esperar
26 de mayo de 2012

En esta sesión de graduaciones, a causa de la prisa para otorgar títulos honoríficos a los “grandes y poderosos”, habrá un momento irónico en la Universidad Fordham, donde los jesuitas están dando un lugar de honor entre sus galardonados al jefe del contraterrorismo de la Casa Blanca, John Brennan, según señala el graduado de Fordham (y ex analista de la CIA) Ray McGovern.

Puesto que incluso los lectores del New York Times conocen la identificación pública con la tortura, las prisiones secretas y otros abusos de las leyes nacionales e internacionales del diputado consejero de Seguridad Nacional, John Brennan, la invitación de la Universidad Fordham para que de el discurso de graduación el 19 de mayo ha provocadp conmoción y pavor entre muchos de los estudiantes, profesores y antiguos alumnos de Fordham.

Ahora resulta que no sabíamos ni la mitad de todo el asunto. Apilando ultraje sobre la indignidad, Fordham anunció esta semana que Brennan disfrutará de un lugar de honor entre los “ocho notables” a los que se les concederá doctorados honoris causa durante la ceremonia. Los demás recibirán un Doctorado en Letras Humanas, honoris causa, incluyendo a Timothy Cardinal Dolan (Arzobispo de Nueva York), y al congresista por Brooklyn, Edolphus Towns.

Al contrario que sus compañeros, Brennan es ampliamente conocido por su defensa del “secuestro para la tortura” (también conocido como “rendición extraordinaria”) y el asesinato de “militantes” (incluyendo ciudadanos de EE.UU.) con misiles “Hellfire” lanzados desde aviones no tripulados “Predator” y “Reaper”.

Estas prácticas y las operaciones de las “Fuerzas Especiales” garantizan un indefinido suministro de militantes anti EE.UU. para lo que ahora se conoce como la “nueva normalidad”, en el tipo de guerras de las que, el antiguo general y ahora director de la CIA David Petraeus, ha dicho que nuestros nietos todavía lucharán.

La fuente sin fin de insurgentes generada por las tácticas violentas tan queridas por Brennan hacen que los estadounidenses estén menos seguros. Pero no hay señal de que Brennan lo reconozca (o que le importe). No es que algunos de los homenajeados con Brennan sean tampoco mucho mejores.

El cardenal Dolan, presidente de la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos, es más conocido por su franqueza sobre temas pélvicos, su defensa incondicional de los primeros 9 meses de vida, y su silencio ensordecedor sobre la pérdida de vidas en la guerra. Ya que según todas las evidencias está bastante más interesado en el control de la natalidad que en el control de la mortandad, es imposible saber donde Dolan o sus compañeros obispos se posicionan sobre las guerras en Afganistán e Irak. Abjura de cualquier intento de ofrecer una guía moral en temas como la guerra, prefiriendo ceder, como los jesuitas de Fordham hacen, a un buen católico educado por los jesuitas, como Brennan, para tomar decisiones en esos temas.

El mérito de Edolphus Towns para la distinción, según la publicidad de la pregraduación, son los “millones de dólares” que ha traído al distrito. No se menciona la pertenecia de Towns a la Congressional Unmanned Systems (Drone) Caucus, que sirve como lobby para los aviones no tripulados (una nueva fuente de ingresos para el complejo industrial de defensa en el Congreso.

O Tempora, O Mores!

Ya que John Brennan ha recibido el doble honor de conferenciante en la graduación cum Doctor de Letras Humanas honoris causa, intentemos averiguar por qué los miembros de Fordham decidieron distinguirle con semejante honor. ¿Cuál, en otras palabras, es la causa detrás de los honores? ¿Por qué tiene George Orwell una sonrisa en su cara? ¿Y por qué hay muchos jesuitas actuales y pasados, jesuitas de justicia como Rupert Mayer, Pedro Arupe, Dean Brackley y Dan Berrigan, tapándose la nariz?

¿Podría ser que Brennan fuera homenajeado por su papel en la inteligencia fraudulenta para “justificar” el ataque a Irak en 2003? ¿O quizás sea su defensa pública del secuestro de clérigos musulmanes en las calles de Milán (él habló de “entregas extraordinarias”) y cederlos a los servicios de inteligencia más “amigables” con más práctica en las técnicas de tortura que la CIA?

¿Será por las prisiones secretas que favorecían las técnicas de interrogación “mejoradas”? ¿O quizá pos su papel en la promoción de las escuchas ilegales a estadounidenses?¿O podría ser por su defensa incondicional de los asesinatos intencionados con aviones no tripulados de ciudadanos estadounidenses sin cargos o proceso judicial? ¿O es el conjunto total de abusos? ¿Y podrían los jesuitas inteligentes de hoy en día creer que esos acercamientos están bien porque nos “mantienen a salvo”?

Esto significaría que la enseñanza de la teología moral en Fordham ha cambiado radicalmente. Hace 5 décadas, la tortura estaba en la misma categoría que la esclavitud y la violación, siempre “intrínsecamente mala”, sin áreas grises. Me pregunto donde colocarán ahora los teólogos morales de Fordham los asesinatos por control remoto con aviones no tripulados siguiendo la corazonada de que son “militantes”.

La causa de los honores podría tener una explicación más simple, una que arriesga con dañar la mística de la sofisticación jesuita (no, no es un sofisma). Quizá los jesuitas de Fordham y sus miembros obtengan las noticias de la Fox. Quizá su proceso de elucubración fue simplemente este: Brennan es un antiguo alumno de Fordham. Trabaja en la Casa Blanca. ¿No es suficiente?

Humillaciones anteriores

Esta no es la primera vez que la universidad jesuita ha sucumbido al “virus del prestigio” y ha entregado a un reconocido sinvergüenza los más altos honores en una graduación. Existen, triste es decirlo, numerosos ejemplos, pero uno me viene rápidamente a la cabeza.

Es la Consejera de Seguridad Nacional de George W. Bush, Condoleezza Rice, quien, de acuerdo con las noticias de la ABC, presidió las deliberaciones de la Casa Blanca en 2002 y 2003 en las que las técnicas de tortura de la CIA fueron “casi coreografiadas” por los más altos funcionarios de la seguridad nacional. El objetivo era determinar que técnica en particular, o qué combinación, podría ser la aplicada más efectivamente sobre “un detenido valioso”.

Rice dio su discurso de graduación en la Universidad de Boston el 22 de mayo de 2006, y le fue concedido el título honorífico de Doctor en Leyes (sí, George Orwell, es irónico).

A un espectador se le permitiría la razonable deducción de que una de las causas de los honores podría ser la promoción de la tortura que Rice y Brennan tienen en común. Quizá una historia objetiva de la Inquisición, y el papel de los jesuitas en ella, no están incluidos entre los libros disponibles en los seminarios jesuitas.

O peor todavía, tal vez es el caso de que hábitos arraigados (como la justificación jesuítica de la tortura) puedan aplicarse de nuevo después de siglos. Los hábitos desaparecen lentamente. ¿Ha entrado la tortura y el asesinato de inocentes en un área gris de la moral teológica porque el funcionario de la Casa Blanca educado por jesuitas diga ahora que ese tipo de cosas son necesarias para “mantenernos a salvo”?

O Tempora, O Idiotas!

Queda por ver si lo que ocurrió cuando los desventurados jesuitas de la Universidad de Boston invitaron a Rice resulta ser un presagio de lo que veremos en Fordham el próximo sábado. Diez días antes de la graduación en la Universidad de Boston, Steve Almond, profesor adjunto de inglés, renunció a su puesto como forma de protesta. Aquí hay unos extractos de su carta al rector de la Universidad, el reverendo William P. Leahy, S.J.:

“Escribo para renunciar…como consecuencia directa de su decisión de invitar a la Secretaria de Estado Condoleezza Rice a ser la oradora invitada en la graduación de este año.”

“Muchos miembros de la facultad y del estudiantado han expresado ya su objeción a la invitación, argumentando que las acciones de Rice como Secretaria de Estado son inconsistentes con los amplios valores humanísitcos de la universidad y las tradiciones católicas y jesuitas de las que estos valores derivan.”

“Pero no estoy escribiendo esta carta simplemente por una objeción a la guerra contra Irak. Mi preocupación es más fundamental. Expresado claramente, Rice es una mentirosa. Mintió consciente, repetida y a menudo extravagantemente al pueblo estadounidense durante los últimos 5 años, en un esfuerzo por justificar una política exterior patológicamente equivocada.”

“Esta es la mujer a la que van a conceder un título honorífico, además del privilegio de dirigirse a los graduados de 2006… Honestamente, Padre Leahy, ¿qué lecciones espera que imparta a los impresionables graduados? ¿Es aceptable mentir al pueblo estadounidense por un interés político?

No puedo, en conciencia, pedir a mis estudiantes que persigan la verdad y el conocimiento, y luego coger un cheque de una institución que muestra un desprecio tan grande por ambos. Me gustaría disculparme con mis estudiantes actuales y mis futuros estudiantes. Les pediría también que investigaran las palabras y acciones de Rice, y que ejerzan su propio derecho a la Primera Enmienda durante su discurso.”

El profesor Almond no estaba solo. Alrededor de un tercio de los miembros facultativos de la Universidad de Boston firmaron una carta oponiéndose a la presencia de Rice. Y aquí pueden leer cómo el New York Times informó sobre la graduación:

“La Secretaria de Estado Condoleezza Rice pronunció el discurso de graduación el lunes en la Universidad de Boston ante una audiencia que incluía docenas de estudiantes y profesores que se levantaron, dieron sus espaldas y mostraron sus pancartas en protesta por la guerra en Irak.”

“Un pequeño avión sobrevoló dos veces, llevando una pancarta que decía, en letras rojas “Vuestra guerras nos deshonra”. Fuera del Alumni Stadium, donde 3.234 estudiantes recibieron los diplomas, los manifestantes marcharon por la calle Beacon con pancartas que decían “No más sangre por petróleo” y “También nosotros somos patriotas””.

“Dentro, sin embargo, la señora Rice fue recibida con una ovación en pie al ser presentada, y arrancó aplausos durante su discurso”.

Daniel Berrigan, la triste profecía de S.J.

En su autobigrafía, To Dwell in Peace, Daniel Berrigan escribió sobre “la caída de una gran empresa”, la universidad jesuita. Dejó escrita su “corazonada” de que la universidad terminaría “entre esas estructuras cuyo declive moral y servidumbre política señalizan una caída mayor fuera incluso de la propia cultura.”

Berrigan se lamentó de “ los altos cargos” eclesiáticos y su aprobación de la guerra, “expresada… con sublime confianza, desde lo alto, desde las amistades bien situadas y las conexiones de la Casa Blanca.”

“Por lo tanto está en peligro” avisó Berrigan, “la tradición cristiana de la no violencia, así como el orgullo secular de la desinteresada búsqueda de la verdad, y esto se reduce a la ampulosidad, sacada para las ocasiones formales, no creída por nadie, no practicada por nadie.”

Las buenas noticias son que, a pesar de un presidente sin tacto, el reverendo Joseph M. McShane, S.J., y de los miembros del consejo rector, aún queda gente con conciencia en Fordham, gente inmunizada contra el “virus de prestigio” que infecta lo que algunos han dado en llamar los jesuitas de Vichy. Hay estudiantes y antiguos alumnos con un buen sentido de la historia. Gente consciente no solo de la Inquisición, sino también de la historia más reciente en la Alemania nazi durante la década de 1930, cuando las iglesias católica y luterana no pudieron encontrar su voz.

Mucha gente en Fordham sabe que no puede en conciencia permanecer en silencio en estos temas. Saben que lo que está en juego en el alma de su país. Los estudiantes orientados a la justicia están terminando sus planes para hacer acciones específicas en la graduación. Una nueva página de Facebook ofrece una breve síntesis del plan y hasta la fecha ha levantado un inteso interés, tanto negativo como positivo. Parece que muchos estudiantes aborrecen lo desagradable que está inevitablemente unido a ser testigo de unos abusos en los que el principal orador de la graduación ha tenido un papel tan importante.

Un mensaje decía: “Solo quiero decir que como recien graduado en Fordham como estudiante del Islam y de la política exterior estadounidense referente al Islam, estoy orgulloso de la gente… que llevará a cabo esta protesta en la graduación. No puedo exagerar lo difícil que es tener voces buenas, sensibles y éticas como las vuestras en este mundo, donde los intereses monetarios y políticos reprimen este ripo de disidencia informada y humana, en el ámbito público y también en el académico”.

Otro decía: “Para la gente que se queja de que su graduación se va a “arruinar”, es tanto el derecho a tener una graduación sin protestas como el derecho a tener una graduación sin uno de los más despreciables propagandistas de la violencia en nuestra época. No perdono la tortura, no perdono el uso indiscriminado de aviones no tripulados, ¿por qué debería mi graduación estar contaminada con una ideología política que no apoyo?”

Además, muchos de los profesores están firmando una carta al rector McShane pidiendo una reunión con Brennan antes de la graduación. Quieren preguntarle como justifica su apoyo por el tipo degradante, cruel e inhumano de técnicas de interrogación (en otras palabras, tortura) que están prohibidas por leyes nacionales e internacionales.

Mientras tanto, muchos partidarios de los estudiantes orientados a la justicia están también planeando acciones de protesta adecuadas. Una actividad es la “semana contra los drones en Fordham.”

No es exagerado decir que, según vaya el sábado, así le irá a Fordham.

Ray McGovern recibió un B.A. cum laude (Phi Beta Kappa) y M.A. en ruso de la Universidad Fordham. También fue, brevemente, profesor adjunto en la misma, pero se le privó de la oportunidad de renunciar en protesta porque no era la práctica, en aquellos años, la de homenajear a sinvergüenzas en la graduación. McGovern fue analista de la CIA y de la Inteligencia durante 30 años y ahora trabaja en Tell the Word, el brazo editorial de la ecuménica Iglesia del Salvador en la ciudad de Washington.


 

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