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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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Mohamedou Ould Slahi quedará libre

18 de agosto de 2016
Diario de Guántanamo de Mohamedou Ould Slahi

Mohamedou Ould Slahi

La Junta de Revisión Periódica establecida por el gobierno de Barack Obama aprueba su excarcelación.

Slahi podrá escribir pronto la palabra “fin” en el capítulo más oscuro de su vida. La Junta de Revisión Periódica, establecida por la administración de Barack Obama, ha dado el pasado 20 de julio el visto bueno a la puesta en libertad de Slahi, que lleva 14 años encerrado en la cárcel en la base militar de Guantánamo sin que jamás se le acusara de delito alguno. Pese a que buena parte del relato está censurado, el diario de su cautiverio, Diario de Guantánamo que Slahi logró publicar en 2015 tras años de batallas legales, constituye un espeluznante recuento de los aberrantes abusos que sufrió durante su estancia en la cárcel en territorio cubano.

La organización de derechos civiles ACLU, que asumió su defensa, celebró la decisión, pero advirtió de que aún queda camino por delante. “El nuevo capítulo en la vida de Slahi no podrá comenzar hasta que el Pentágono lo transfiera, y debería comenzar ese proceso de inmediato”, reclamó Hina Shamsi, directora del Proyecto de Seguridad Nacional de ACLU.

Slahi nació en Mauritania en 1970 y ganó una beca para estudiar en Alemania. A comienzos de los años 90, se entrenó en un campo de Al Qaeda, en la época en que esta organización combatía al Gobierno comunista de Afganistán y era apoyada, como subrayaron sus abogados, por Estados Unidos. Slahi, que estudió ingeniería electrónica, trabajó varios años en Alemania y Canadá, antes de regresar a su país en 2000. Un año más tarde, después del 11-S, fue detenido a petición de Estados Unidos, lo que supuso el inicio de su infierno particular que lo llevó a una prisión en Jordania, luego a la afgana de Bagram y, finalmente, a Guantánamo, donde permanece prisionero desde 2002. El motivo de su detención eran sus posibles lazos terroristas, pero las autoridades estadounidenses nunca llegaron a presentar cargos contra él. Aun así, fue uno de los dos seleccionados para el programa de “Proyectos Especiales” aprobado personalmente por el secretario de Defensa de George W. Bush, Donald Rumsfeld. El propio Slahi explica en su libro en qué consistía ese trato “especial”: privación de sueño y alimentación; obligación de escuchar toda la noche, de pie, canciones de heavy metal a todo volumen, le volcaban un cubo de agua sobre la cabeza y luego bajaban la temperatura de su celda al máximo…

En 2010, un juez federal validó su petición de hábeas corpus y decretó su liberación, pero el Gobierno recurrió y paralizó la decisión. Hasta ahora. Una junta revisó su solicitud de libertad provisional el 2 de junio. La decisión llegó el 20 de julio. En el escrito, los responsables tuvieron en cuenta el “comportamiento altamente obediente” de Slahi durante su detención, así como “claros indicios de un cambio de actitud” en el preso.

Pero todavía falta la fecha para la salida definitiva, Slahi se encuentra entre los 61 presos que quedan en Guantánamo. “Sigue habiendo decenas de hombres atrapados en la miseria que constituye la detención indefinida en Guantánamo”, recordó ACLU. “El tiempo se le está acabando al presidente Barack Obama para cumplir su promesa de cerrar Guantánamo y evitar que esta injusticia manche su legado, advirtió la organización.


 

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