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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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19-09-2006

USA pierde la batalla por las mentes y los corazones en Afganistán
¡Que tomen Coca-Cola!

Brian Cloughley

CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

Para comprender por qué tantos representantes de USA en el extranjero son personajes ridículos o incluso motivo de sarcasmo y de desprecio para sus habitantes basta con mirar un ítem de Public Broadcasting Service del 7 de agosto:

El informe va más allá de mostrar que el personaje principal es un idiota. Esta actuación especial, esta instantánea del modo de pensar de un oficial usamericano en Afganistán, muestra una espantosa falta de comprensión de un país en el que USA está profundamente involucrado. La profunda ignorancia del personaje central es aterradora. Su regocijo cuando obliga al conductor afgano de un furgón a pagar 20 dólares de impuesto de rodaje es grotesco. Sigue el texto de PBS:

Miranda Kennedy [presentadora]: Es una tarde tórrida, agotadora, en la plaza de peaje de la carretera Kabul-Kandahar. Chris Anderson es asesor del ministerio de finanzas de Afganistán. Suena como una posición importante. A menudo, como hoy, significa estar parado en el pavimento, tratando de convencer a los conductores afganos de que paguen un peaje por utilizar la carretera. [La escena pasa a Anderson.]

Anderson: [a su intérprete] “¿Puede explicarle por favor que comprendo que esa gente tiene que llegar a alguna parte, pero por desgracia si quiere usar esta carretera, no hay otra alternativa que pagar?” [Diálogo entre el intérprete, Anderson y el conductor del furgón]

Anderson: "Comprendo lo que dice, señor; por desgracia todos quieren pagar mañana, y lo que pasa es que vienen mañana y dicen déjeme pagar mañana así que… “

Kennedy: “Anderson habla con un joven que tiene un servicio de taxi entre Kabul y algunas aldeas en las afueras. Su furgón está cargado de media docena de aldeanos, un montón de maletas desvencijadas, una bicicleta y un par de ovejas. Como conduce un furgón comercial se supone que pague 20 dólares por un pase de un mes. Pero ofrece todas las disculpas imaginables para no hacerlo, incluyendo a un niño enfermo que va atrás. Pero Anderson no acepta ninguna.”

Anderson: "Tiene que tomar una decisión ahora mismo de pagar su dinero, o dar media vuelta, y si se niega tendremos que pedir a la policía que venga y le diga que se vaya.”

Kennedy: "Aparece la policía del tráfico. Y media hora después, nuestro conductor que supuestamente no tenía un centavo, termina por ceder.”

Anderson: “La compró, compró la pegatina.”

Kennedy: “¡Ahí está, con su pegatina azul!”

Anderson: “No le importó perder 20 minutos discutiendo con nosotros en lugar de comprar la calcomanía.”

Kennedy: “Pero poseía el dinero.”

Anderson: “Tuvo el dinero todo el tiempo.”

***

Sí, el conductor del furgón tenía el dinero que le exigía el funcionario usamericano. En un país en el que los asesores extranjeros cobran 100.000 dólares al año y un maestro afgano gana 70 dólares al mes (si el dinero llega a tiempo), tenía en total veinte dólares. Vemos a un expatriado acaudalado, a punto de volver a su confort con aire acondicionado, agua potable y una buena cena, que enfrenta a un muchacho que trata de ganarse la vida conduciendo un furgón para llevar gente y “maletas, una bicicleta y un par de ovejas” de una decrépita aldea a otra. Él y sus pasajeros no sólo son pobres: están al borde del desamparo en el moderno, democrático, Afganistán. Y un extranjero bien alimentado le saca veinte dólares.

¿Puede sorprender que los afganos odien a los usamericanos?

[Como digresión: es deliciosamente irónico que la embajada usamericana en Gran Bretaña se niegue a pagar el impuesto de congestión carretera de Londres y que debe ahora a la ciudad más de un millón de dólares. Tal vez el Alcalde de Londres debería pedirle consejo a mister Anderson.]

El resto es igualmente extravagante:

“Al borde de la carretera [dice PBS], se ha formado una fila de camiones. Es la fila de los conductores decididos a no pagar el impuesto. Saben que todo lo que tienen que hacer es esperar, aguantar más tiempo que los asesores extranjeros. A las 3 y media, cada tarde, los asesores y los cobradores del peaje se van a casa. El gobierno no ha contratado todavía suficientes trabajadores para un segundo turno, así que los camiones hacen partir sus motores y cruzan a la carretera, se van gratis a casa y tienen 20 dólares más.”

Felices ellos. No les han afanado una suma que es absurdo exigir a un conductor que trata de sobrevivir en uno de los países más pobres del mundo. Y no tiene sentido decir que los poderosos que son dueños de la mayoría de los camiones serán los que paguen el impuesto de rodaje. No me hagan reír. Serán los conductores, sean dueños de los camiones o no, los que aflojarán el dinero, que será, en todo caso, robado en su mayor parte por funcionarios.

Afganistán es un país en el que salvajes señores de la droga cosechan millones de dólares, donde muchos políticos y burócratas están metidos hasta el cuello en la corrupción, y miles de niños mueren de hambre. Es un país en el que, como aclara el Consejo Senlis en su informe “Cinco años después: el retorno de los talibanes”, la ocupación por las fuerzas extranjeras no ha mejorado las vidas de nadie con la excepción de los poderosos, ricos, bien armados y brutalmente inescrupulosos. Y eso es antes de considerar la resurgencia de los viles y crueles talibanes que se benefician sobre todo de la estupidez de los extranjeros que ocupan su país.

Lo que nos lleva a los libritos de cerillas. En las palabras de Senlis:

“Los talibanes han aprovechado incidentes como el inicuo plan fracasado de USA de recolectar información mediante libritos de cerillas como evidencia de la ineptitud de la comunidad internacional. Los aldeanos en la provincia Kandahar tienen libritos de cerillas “lanzados desde el cielo por los usamericanos.” Esos libritos de cerillas, que fueron distribuidos por miles por la Fuerza Aérea de USA en todo el sur de Afganistán, contienen un mensaje que dice que el gobierno de USA pagará dinero en efectivo por información sobre Osama Bin Laden. La gente local no entiende por qué los usamericanos hicieron su oferta de recompensa en dari, siendo que todos en Kandahar, cuando saben leer, leen y hablan en pashtún. Pero si alguien quiere ofrecer información sobre Bin Laden a cambio de dinero, tiene que comenzar por hacer un llamado telefónico internacional (después de descubrir el código internacional de USA), luego tiene que comprender las instrucciones en inglés al otro lado de las líneas de información. Las libretas de cerillas también sugieren la opción de enviar por correo electrónico información sobre Bin Laden desde los ordenadores caseros afganos.”

Esa desastrosa campaña costó mucho dinero e hizo que USA apareciera aún más estúpido a los ojos de la gente a la que estaba dirigida. La noción de que enviaran correos electrónicos desde los ordenadores personales caseros en Kandahar es ridícula. Sólo un diez por ciento de los afganos tiene electricidad, y el ordenador es desconocido con la excepción de unos pocos privilegiados; tal vez unos pocos miles en unos 20 millones de habitantes. Más de un sesenta por ciento (un 80% de las mujeres) no sabe leer ni escribir. Casi no hay líneas telefónicas fuera de unas pocas ciudades importantes.

Como registra Senlis:

“Después de cinco años de intensiva participación internacional en Afganistán, el país sigue desolado por una severa pobreza y la creciente hambruna de los pobres rurales y urbanos. A pesar de promesas de la comunidad internacional dirigida por USA que garantizaba suministrar los recursos y la ayuda necesaria para sus necesidades de reconstrucción y desarrollo, el pueblo de Afganistán se muere de hambre… Más de un 70% de la población está crónicamente desnutrido, mientras menos de un cuarto de la población tiene acceso a agua potable segura.”

Tres cuartos de los afganos beben agua inmunda – cuando pueden conseguir agua. ¿Así que, cuál es la solución internacional?

Desde luego Coca Cola. La gran exportación usamericana.

Jean Jacques Rousseau escribió en sus ‘Confesiones’: “Recordé el dicho irreflexivo de una gran princesa, quien, cuando se le dijo que la gente en el campo no tenía pan, respondió: ‘Que coman queque’.”

El 10 de septiembre, el presidente Hamid Karzai inauguró una planta embotelladora de Coca-Cola de 25 millones de dólares en Kabul.

La obra benéfica Christian Aid informó la semana pasada que “La mayor parte del agua se ha secado en las provincias de Herat, Badghis y Ghor, y la cosecha de trigo ha bajado entre un 90 y un 100% en partes de la provincia Faryab." ¿Pero para qué preocuparse? – Pidan Coca-Cola para gastar aún más agua. Un informe periodístico dijo que “Karzai elogió al promotor de la planta, Habibullah Gulzar, por invertir 25 millones de dólares para construir la instalación, que creó 350 puestos de trabajo y puede producir al año 15 millones de cajas de 24 botellas [360 millones de botellas] de la gaseosa.”

El millonario promotor vive en Dubai, mientras en Kandahar:

“comunidades enteras están desnutridas, sin agua limpia, alimento, ni atención médica de ningún tipo.”

¡Que tomen Coca-Cola!

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Brian Cloughley escribe sobre temas militares y políticos. Para contactos, vea su sitio en la red: www.briancloughley.com

http://www.counterpunch.org/cloughley09162006.html

Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft y se puede reproducir libremente, a condición de mencionar al autor, al traductor y la fuente.


 

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