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Soldado Resistente James Circello: Porqué Marcharé Hacia el Pentágono

Jueves, 19 de marzo de 2009

Por James Circello

Si preguntásemos a todos aquellos que planean viajar a Washington este mes para marchar hacia el Pentágono por qué lo hacen, estoy seguro que obtendríamos varias respuestas diferentes. Para muchos en los EEUU, estarían tomando las calles para exigir un final a la guerra de seis años contra Irak. Pero esa no es toda la verdad – en realidad esa guerra está aproximándose a su 19º año. Estas son algunas de las razones por las cuales yo estaré marchando.

“Exhorto a todos a que hagan todo lo posible para unirse a mí en Washington DF el 21 de marzo para decir alta y claramente: De Irak a Afganistán a Palestina, la ocupación es un crimen”.

Fui enviado a Irak en marzo del 2003 como parte de la fuerza invasora de una guerra en la cual yo no creía. Estuve apostado en Italia y debido al hecho que estábamos realmente incapaces de mantenernos actualizados cuanto a las noticias, yo no tenía idea del número de personas aquí en los EEUU que se oponían a la guerra también.

Mientras estuve en Irak, fui testigo de la extensión de la devastación causada por casi 20 años de bombardeos constantes y las sanciones genocidas impuestas a la gente de ese país.

El olor es frecuentemente inaguantable. Agua estancada y calles vecinales inundadas por aguas residuales debido al ataque intencional al sistema de drenaje de Irak y sus sistemas de tratamiento de agua. Niños descalzos corrían por estas calles – sin importarse por la inmundicia – ya que nunca habían visto otra cosa.

La infraestructura fue reducida a escombros. La basura cubría lo que antes eran calles y avenidas grandiosas. Era imposible satisfacer las necesidades de la gente no por lo que la propaganda norteamericana llamaba un “tirano brutal” sino por las estrictas sanciones económicas a la gente de Irak.

Esta era la verdadera cara de la ocupación.

Esta no había sido la razón por la cual jóvenes idealistas se alistaron en las Fuerzas Armadas, pero todos estábamos obligados a continuarlas. Y yo quería relatar brevemente algunas de las cosas de las cuales fui testigo mientras estuve desplegado en Irak de marzo del 2003 a abril del 2004.

Cuando me junté a mi unidad, yo era el más viejo de mi brigada. Aún dentro de mi sección habían pocos mayores que yo. Yo tenía 23 años.

Cuando pisamos suelo iraquí, todos éramos niños. Nadie estaba mentalmente preparado para aquello en que participaríamos; estábamos desprevenidos para lo que estaríamos obligados a ver y tomar parte de.

Inmediatamente después de entrar a cualquier pueblo o ciudad, podrías sentir los efectos de las sanciones y de los brutales bombardeos de “Shock e Intimidación” que han sido la política por décadas.

La electricidad era escasa debido a los ataques a la red de suministro de Irak. La gasolina y el diesel eran vendidos en el mercado negro, las estaciones de gasolina no podían funcionar porque no se les entregaba combustible. La mayoría de los hombres de Kirkuk, ciudad donde estaba yo estacionado, habían transformado los vehículos familiares en taxímetros en una tratativa de poner comida en sus mesas. Obviamente, sin combustible, esta era una profesión difícil de mantener.

Se estiman más de un millón de muertos como resultado de la guerra contra Irak. Ese total está lejos de representar los números reales. Debido a las sanciones ilegales impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, casi dos millones de iraquíes, incluyendo 500 mil niños, fueron muertos aún antes de que ocurriera la invasión.

No quiero simplemente citar estadísticas, pero creo que son importantes para entender lo que sufrían los ciudadanos iraquíes durante los últimos 20 años.

La ONU estima que casi 2,2 millones de iraquíes han huido del país desde 2003, con casi 100 mil personas huyendo hacia Siria y Jordania todos los meses.

De acuerdo a estimativas de el Comisionado de la ONU para Refugiados, casi 4,7 millones de iraquíes han sido desplazados desde que invasión liderada por los EEUU a Irak en 2003.

La crisis humanitaria en Irak es la peor en el Oriente Medio desde que casi un millón de Palestinos fueron forzados a abandonar sus tierras en 1948.

De esos millones de refugiados, cifras gubernamentales de abril del 2008 muestran que 2,627 iraquíes han sido liberados para emigrar a los EEUU desde el 1º de octubre de 2007. Adicionalmente, 5,000 fueron aprobados para entrar en los próximos tres meses y otros 8 mil han sido contactados para entrevistas.

Para poner esto en perspectiva, la población de Irak es de 29 millones. De ese número, más de 3 millones están muertos, 2 millones han abandonado el país y casi 5 millones han sido desplazados, habiendo perdido sus casas y medios de subsistencia.

Si se ponen a pensar en el impacto de estos números en la sociedad, y los comparamos a los números de los EEUU, un 10 por ciento de víctimas significaría el fallecimiento de 30 millones de personas en los EEUU, equivalente a todo el estado de California. Al mismo tiempo, cerca de 70 millones de personas en los EEUU habrían sido desplazadas internamente o forzadas a abandonar su país.

Nadie se acuerda de estos números. Y decir que se olvidan no es decir la verdad verdadera. Estos números no han sido hecho públicos por diversos motivos que serían dañinos a los intereses de los EEUU y su continuada ocupación del Oriente Medio.

La única información que se divulga es que cerca de 4,400 soldados norteamericanos han muerto por lo que la clase gobernante llama de “difundir la democracia”.

Un evento particular del cual pienso frecuentemente fue el primer día que a mi tropa le dieron la tarea de distribuir las garrafas de propano. Las familias iraquíes usan gas propano para cocinar. Cuando las FFAA norteamericanos empezaron los bombardeos masivos hace seis años, todos los servicios públicos se detuvieron. Y como las familias necesitaban propano para cocinar, era crucial que se organizara un sistema para proveer esos servicios.

Todo el proceso dispuesto por los militares era terrible. Las garrafas de propano eran llevadas por todos lados en grandes camiones, algunas veces por períodos extensos de tiempo para mantener en secreto las locaciones. A los residentes nunca se informaba el horario cuando se les entregaría el combustible. Y las localidades cambiaban todo el tiempo.

Los militares alegaban que el secreto permitía que los soldados eligieran el área sin tener hordas de personas a su alrededor. Así podíamos colocar rápidamente alambre de concertina para la seguridad perimetral. Este alambre es similar al alambre de púas pero algo diferente. Tiene secciones que no son punzantes como una hoja de afeitar, pero están cerca de eso.

El alambre era colocado de forma a que las mujeres iraquíes estaban forzadas a formar una fila única próxima al camión, o arriesgarse a machucarse con el alambre de concertina. Me acuerdo que sus vestidos estaban siempre siendo rasgados y enganchados por el alambre.

Las mujeres no tenían otra opción de la que esperar por horas en el calor insoportable, con la esperanza de poder cocinar para su familia esa noche.Nunca había suficientes garrafas de gas. Las mujeres que se iban con las manos vacías lloraban sin consuelo – sin saber cuando el gas sería distribuido nuevamente. Yo trataba de tranquilizarlas diciéndoles que se traería más pronto, pero la verdad era que eso no dependía de mí, y yo tampoco tenía idea de cuando vendría de nuevo.

A veces había protestas generalizadas, cuando la gente estaba en tal estado de pánico que uno se imaginaba que habría un motín a cualquier momento. Puedo recordar innumeras veces en que los soldados norteamericanos tenían sus rifles apostados a centímetros de los rostros de esas mujeres, que lo único que querían era poder comer.

Mirando hacia atrás, pienso que eso no era otra cosa que un asalto a todas las familias de Irak. Hay cientos de historias iguales a esta. Mi unidad tomaba vehículos al azar, en base a si la persona tenía papeles para dicho automóvil o no. No sé cuantos de Ustedes llevan los títulos de su automóvil encima; la realidad era que la mayoría de las personas en Irak siquiera lo tiene.

Las personas eran forzadas a abandonar sus casas. Arrestos del tipo que hace el SWAT eran frecuentes – docenas de hombres tomaban la casa por asalto con rifles en ristre, asustando a todos los miembros de la familia.

Frecuentemente mi unidad no era enviada a la casa de la persona que los EEUU intentaba arrestar, pelos comandantes en tierra detenían a individuos sin ninguna razón aparente excepto que la de demostrar la productividad de su unidad.

Estábamos sembrando miedo. Esta es la naturaleza de la ocupación. Ciertos individuos en el Pentágono esperaban que, si las FFAA norteamericanas distribuían propano y otras cosas de esa naturaleza, la gente de Irak podría de alguna manera pensar que los militares estaban allí para ayudarlos. Esperaban que las víctimas de la agresión de los EEUU podrían de alguna forma abrazar a sus opresores.

Esto no ha pasado. Y nunca pasará tampoco.

El pueblo iraquí tiene una larga historia de resistencia al neocolonialismo, no solamente contra los británicos en comienzos del 1900, pero también durante la revolución de 1958 que derrocó a la monarquía iraquí. Su lucha de hoy es otro ejemplo de su autodeterminación.

Los EEUU no enviaron soldados al Medio Oriente para distribuir comida, gas o suministros médicos. Tampoco lo hicieron para construir escuelas u hospitales. Los Estados Unidos enviaron soldados al Medio Oriente para ocupar y suprimir brutalmente naciones enteras de Árabes y Musulmanes. Los EEUU enviaron soldados al Medio Oriente para humillar a la región entera, después que la obligó a sufrir durante décadas.

Yo fui uno de esos soldados. Un miembro de una organización que tiene una misión – y esa misión es la de confiscar tierras y si necesario – matar a todos que se resistan a su voluntad. Yo deserté el Ejército de los EEUU en abril del 2007, incapaz de seguir participando en estas ocupaciones. Y aquí estoy hoy – ayudando a organizar una manifestación nacional en Washington DF.

Ese es el motivo por el cual estaré manifestando. No sólo por los millones que han muerto y los millones que han sido evacuados de sus tierras en Irak, Afganistán y Palestina, pero también por cada una de las víctimas del imperialismo de los EEUU en todo el globo. Eso incluye los casi 2,5 millones de familias que están perdiendo sus hogares todos los días mientras el gobierno de los EEUU gasta 12 mil millones de dólares todos los meses en estas guerras criminales.

No podemos poner la responsabilidad de detener estas ocupaciones en el nuevo presidente de los Estados Unidos. Es apropiado reconocer este evento histórico – un afro-norteamericano sentado en el más alto asiento del poder del país. Pero tenemos que entender que los Demócratas y Republicanos buscan el mismo objetivo. Sus tácticas y estrategias pueden ser diferentes, pero en el largo plazo ambos partidos luchan por la misma meta.

El Presidente Obama ya ha lanzado ataques aéreos contra Pakistán – un país al cual los EEUU siquiera ha declarado la guerra. Ha firmado órdenes para que 17 mil soldados e infantes de marina sean transferidos a Afganistán para aumentar la violencia sobre los afganos. No hay señales de que detendrá la guerra contra Irak. Miles de millones están siendo gastados mientras la gente en los EEUU pierde sus trabajos y hogares, y los precios de la educación suben por los aires.

Esto no es cambio. Tampoco es siquiera la ilusión de cambio. Esto es el mismo terrorismo que ha sido practicado por los EEUU por cientos de años.

Por eso es vital que sigamos nuestra lucha contra estas ocupaciones.

Exhorto a todos que hagan todo lo posible para unirse a mí en Washington DF el 21 de marzo para decir alta y claramente: de Irak a Afganistán a Palestina, la ocupación es un crimen.

En abril de 2007, mientras su unidad estaba preparándose para ser desplegada a Afganistán, James Circello desertó el Ejército. Meses después, emitió una carta abierta al gobierno de los EEUU declarando que había renunciado oficialmente al Ejército. Mientras estuvo ausente sin permiso, ministró conferencias por la devastada Costa del Golfo, haciendo que las guerras de Irak y Afganistán se transformaran en personales a muchos de los sobrevivientes del Huracán Katrina. En noviembre de 2007, Circello se entregó al Ejército en Fort Knox y fue dado de alta administrativamente en tres días.


 

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