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Veteranos de guerra luchan contra deportación

Líos con la ley hacen de indocumentados víctimas de norma migratoria en EEUU

  • Pilar Marrero/ pilar.marrero@laopinion.com |
  • 2010-01-19
  • | La Opinión

Louie Álvarez sirvió como militar en Vietnam. J. Emilio Flores/La Opinión

Ni el servicio militar más honroso y condecorado sirve para proteger a veteranos de guerra de Estados Unidos de la implacable ley de inmigración, que considera una larga lista delitos no violentos como causa de deportación.

Cada vez surgen a la luz más casos de veteranos que, habiendo servido en las Fuerzas Armadas de este país y en conflictos armados, se meten en problemas con la ley a su regreso y terminan en proceso de deportación.

De acuerdo con activistas, varios cientos de veteranos, quizá miles, ya han sido deportados. No hay una cifra oficial porque todas las deportaciones se cuentan juntas y el servicio militar no afecta el proceso, ni para bien ni para mal, según indicaron abogados.

Héctor López, quien ahora reside en Rosarito, Baja California, es uno de ellos.

"Luego que volví del servicio me involucré en drogas y alcohol. Me arrestaron varias veces por esa razón, por tener botellas abiertas en el carro, o drogas", comenta López en entrevista telefónica desde México. "Nunca me metí en delitos violentos, ni soy un terrorista. Pero mi servicio no importó. Me deportaron".

Para algunos, es una situación que los tomó desprevenidos después de muchos años de residencia y servicio.

Es el caso de Louie Álvarez, quien llegó de México a los 4 años de edad y a los 17, en los años 70, se enlistó en los Marines porque se sentía totalmente estadounidense. "Crecí con las películas de John Wayne y de Jimmy Stewart", apunta.

Álvarez sirvió en Vietnam, y a su regreso comenzó a andar con personas de su barrio que tomaban drogas, y a consumirlas a su vez él mismo. Lo arrestaron varias veces por posesión simple de drogas y fue a la cárcel por poco tiempo. Luego de varios años lo volvieron a arrestar con una "pequeña cantidad de marihuana en el carro". Fue a prisión, y tras cumplir su condena pasó a manos de las autoridades de inmigración para ser deportado.

Tras muchos intentos, Álvarez logró salir en libertad bajo fianza. Actualmente está en su tercer intento de apelación ante el Noveno Circuito. Pero sabe que va a perder la apelación.

"Estoy tratando de ganar tiempo", comenta Álvarez, quien vive con su familia en Aliso Viejo, en el condado de Orange. Cuando estaba detenido por la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), en El Centro, solicitó la naturalización para ver si se la otorgaban. Después de todo, los soldados reciben actualmente un proceso acelerado y generoso de naturalización, incluso si no son residentes, sobre todo cuando han servido en tiempos de guerra.

Su caso no ha sido negado, pero tampoco aprobado. Pero lo más probable es que no se la otorguen. Una de las condiciones que los veteranos sí deben cumplir —a pesar de que se les exime de varias otras— es la "buena conducta moral". Es decir, no haber cometido delitos.

Es más facil decirlo que hacerlo, señala Robyn Sword, quien junto con algunos de los soldados fundó el grupo Veteranos Desterrados, que busca difundir su situación.

Sword es la novia de Rohan Coombs, un veterano jamaiquino que sirvió en la primera guerra del Golfo y regresó sufriendo de PTSD (Síndrome de Estrés Postraumático), un desorden mental que no se tomó en serio hasta hace pocos años y que muchos soldados sufren al regresar de conflictos.

"Él sufría de PSTD sin saberlo, y luego su esposa murió poco antes de Navidad, y el problema creció. Comenzó a caer en picada, empezó a usar marihuana y a tomar para tratar de paliar los sentimientos que tenía. Se metió en problemas varias veces y fue convicto en tres ocasiones por delitos de droga", comenta Sword.

Aparte de la incidencia de PSTD, los problemas de drogas y alcohol no son inusuales en veteranos de guerra. Por ejemplo, un estudio del Departamento de Salud y Servicios Sociales halló que una tercera parte de los veteranos muestran problemas mentales o sicosociales y un 20% son diagnosticados con un problema de alcohol o drogas.

Muchos, alega Sword, ni siquiera saben que tienen un problema y por eso terminan en conflictos con la ley.

Coombs está en un centro de detención de ICE desde hace más de un año y tiene que ir a la corte en marzo. "Sabemos que será deportado y apelaremos el caso. Lo único que queda es que la secretaria de Seguridad Interna [Janet Napolitano] dé una orden de parar la deportación de estos veteranos… o que cambie la ley", agrega.

Si estos soldados hubieran sido ciudadanos estadounidenses al salir del servicio, nada de esto estaría pasando, explica Heather Boxeth, abogada de San Diego que ha representado, gratis, a varios de los veteranos. Un ciudadano, no importa cuántos delitos cometa, no puede ser deportado. Pero un extranjero, un residente permanente que no sea aún ciudadano, es deportable a partir de una larga lista de delitos tipificados desde la reforma migratoria de 1996 como "felonías agravadas", aunque muchos de ellos ni siquiera son delitos mayores bajo el código penal.

"Hay muchos de ellos, más de los que uno se imagina", afirma Boxeth. "El martes pasado acabo de perder otro caso, un veterano de Vietnam deportado. El juez no quería hacerlo, me lo dijo después de la audiencia. Pero no tenía opción bajo la ley".

Boxeth, la organización National Lawyers Guild y otros abogados y activistas afirman que los veteranos deberían ser considerados "nacionales" de Estados Unidos porque cuando se enlistan en las Fuerzas Armadas hacen un juramento de lealtad casi exactamente igual que el de la toma de juramento de naturalización.

"No estamos diciendo que tengan que hacerlos ciudadanos, sino que son nacionales por servir en las Fuerzas Armadas. Los tribunales me niegan ese argumento, la ley necesita cambiar", señala Boxeth.

Es una gran contradicción, dice la abogada. La ley permite la naturalización póstuma de soldados que fallecen en la guerra, pero al mismo tiempo deporta "a quienes sobrevivieron, sirvieron honradamente y luego se metieron en problemas, en muchos casos, debido a ese mismo servicio".

Algunos legisladores en Washington se han mostrado favorables a sus casos. El congresista de California, Bob Fillner, y el senador Patrick Leahy, de Vermont, han expresado su solidaridad y han hablado en beneficio de su causa.

Pero la mayoría de los legisladores "piensa que como han cometido delitos, no pueden defenderlos políticamente", señala Sword.

Justo hace unos días, el Departamento de Seguridad Interna terminó los reglamentos que facilitan la ciudadanía a los veteranos de las Fuerzas Armadas. En la actualidad, un inmigrante puede convertirse en ciudadano tan sólo con servir un día en la guerra, incluso sin ser residente permanente.

Pero la ley actual no permite a los soldados inmigrantes, por muy honorable que sea su servicio, naturalizarse si han tenido algún problema serio con la ley. Tampoco impide su deportación.

"A pesar de lo agradecidos que debemos de estar por ese servicio, eso no quiere decir que cuando la gente comete delitos no pagará las ramificaciones de los mismos. Si eres residente y cometes ciertos delitos, puedes ser deportado. Y muchos de esos delitos también probablemente dificulten la ciudadanía", afirma Chris Bentley, portavoz del DHS.

Héctor López, quien tras ser deportado a México —donde no vivía desde hacía más de 30 años— tuvo que aprender español, no entiende cómo su país puede haberlo abandonado de esa manera.

"Es muy dificil. Yo me considero un estadounidense, aquí no hay trabajos, los que hay pagan 60 pesos al día. Es cierto que cometí errores, pero tengo razones para vivir. Ahora estoy limpio de drogas, estoy saludable, esto no es justo. No soy un terrorista ni puse una bomba en ninguna parte. Yo quiero volver a mi país".


 

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