worldcantwait.org
ESPAÑOL

Español
English-LA
National World Can't Wait

Pancartas, volantes

Temas

Se alzan las voces

Noticias e infamias

De los organizadores

Sobre nosotros

Declaración
de
misión

21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

"¿Por qué hacer una donación a El Mundo No Puede Esperar?"

"Lo que la gente esta diciendo sobre El Mundo No Puede Esperar


Gira:
¡NO SOMOS TUS SOLDADOS!


Leer más....


“La interminable vergüenza de la bahía de Guantánamo”: Los co fundadores de Close Guantánamo y yo fuimos perfilados en un artículo de The New Republic

20.7.22
Andy Worthington

Traducido por El Mundo no Puede Esperar 2 de agosto de 2022


Una toma de pantalla de un video de Tom Wilner y Andy Worthington discutiendo el cierre de Guantánamo en el centro de estudios de The New America en Washington, D.C. el 11 de enero del 2013.

Nos sentimos honrados de que la revista The New Republic nos haya perfilado a Tom Wilner y a mí, como los cofundadores de la campaña Close Guantánamo en su última publicación, en un artículo titulado “The Endless Shame of Guantánamo Bay” seguido por entrevistas con Tom y yo que fueron conducidas por el reportero Jordan Michael Smith.

Cuando Smith se nos acercó, declaró que la intención del artículo sería “enfocarse en gente haciendo la solitaria campaña para cerrar Guantánamo, cuando tantos americanos se han olvidado de la prisión” y el artículo terminado efectivamente teje nuestras recolecciones y reflexiones en una línea de tiempo de la imperdonable larga historia de la prisión — 20 años y medio y contando.

Es bastante desesperanzador, por ponerlo de una manera, que Tom ha pasado más de 20 años intentando llevar justicia a Guantánamo y para lograr su cierre y que, aunque yo llegué tarde al llamado, comenzando a trabajar de tiempo completo en eso hasta el 2006, ya son 16 años y, como resultado de eso, ambos hemos dedicado un considerable pedazo de nuestras vidas a un objetivo que, incomprensiblemente, pocas veces ha surgido como un tema de preocupación para la mayoría de los americanos: cerrar un lugar en donde la ley fue enviada a morir, en donde, por más de 20 años, los hombres han estado detenidos indefinidamente sin cargos ni juicio, en desafío de todas las leyes domésticas e internacionales y tratados en relación a las circunstancias en las que la gente puede ser privada de su libertad.

Smith no está del todo en lo correcto al decir que el esfuerzo para cerrar la prisión “ha quedado en” nosotros dos, ya que cientos de personas — abogados y activistas de derechos humanos — continúan para hacer un llamado al cierre de la prisión y para intentar trabajar a través de los tribunales y de las campañas, pero existe un patetismo depresivo de la descripción de Tom de cómo un editor del Washington Post le dijo hace poco que el periódico tiene “fatiga de Guantánamo”, incluso cuando la línea de tiempo de Smith presenta cómo eso en realidad no debería prevenir la cobertura de la injustificable existencia de la prisión.

Podrá haber sólo 36 hombres en la prisión, de los 779 que han estado detenidos ahí por el ejército estadounidense desde la apertura de la prisión el 11 de enero del 2002, pero la verdad contundente es que sólo pocos han sido liberados por la aplicación de la ley. En lugar de eso, en los últimos 20 años han fracasado persistentemente por administraciones sucesivas, el congreso y los tribunales, por los medios y el pueblo americano. El recordatorio de The New Republic de esto es ser bienvenidos, pero de manera más importante, como explicamos Tom y yo, si el presidente Biden tiene algún tipo de respeto por la justicia y la ley, debe ser el presidente que finalmente cierre Guantánamo de una vez por todas.

Vamos a publicar “The Endless Shame of Guantánamo Bay” abajo, para llegar a ustedes, lectores y seguidores, directamente, pero, por favor, siéntanse libres de comprar una copia de la revista si estás en los Estados Unidos, para agradecerle a The New Republic por acordarse de Guantánamo cuando tantos medios parecen haberse olvidado.

La interminable vergüenza de la bahía de Guantánamo
Por Jordan Michael Smith, The New Republic, 6 de julio, 2022

Thomas Wilner y Andy Worthington han pasado dos décadas intentando cerrar la prisión. ¿Podrá Joe Biden finalmente hacer que eso suceda?

Thomas Wilner es como cualquier otra persona semi retirada viviendo en Florida entre palmeras. Un abogado en la firma gigante, Shearman & Sterling, regresa a Washington, D.C. una vez al mes por unos días para visitar la oficina. Pero ya no trabaja en casos internacionales grandes de los que alguna vez fue especialista — litigación o cambio y actividades políticas para gobiernos extranjeros como Kuwait and México. A los 77 años de edad, ahora pasa mucho tiempo caminando, andando en bici y, a veces, jugando golf. Su nieta acaba de cumplir 18 años y está emocionado por verla ir a la universidad el próximo año.

La única diferencia entre Wilner y los otros septuagenarios que han migrado al sur para sus años de oro es que él invierte energía en trabajar pro bono en la causa legal en la que ha estado activo por dos décadas: cerrar la prisión militar en la bahía de Guantánamo. Mucho después de que los estadounidenses se olvidaran acerca de su actual existencia, Wilner sigue trabajando para eliminar lo que llama “el hervor cancerígeno en la piel de nuestra nación que debe ser removido”. Teme que la prisión viva más que él. “No sé cuándo voy a morir”, dijo, “pero no quiero morir con esto todavía aquí”.

Además de trabajar a través de los tribunales, Wilner opera el sitio web closeguantanamo.org con Andy Worthington, un periodista de investigación británico de 59 año. “No puedo recordar de quién fue la idea de la campaña de ‘Close Guantánamo’”, dijo Worthington. “Entre nosotros pasó de cualquier manera”. El sitio, que comenzó en el 2012, tiene artículos de los detenidos actuales y pasados, entrevistas y fotografías, incluye actualizaciones y sugerencias para que los lectores puedan involucrarse en activismo. Wilner y Worthington continúan a abogar por estos 37 (ahora 36) presos restantes que siguen en la prisión que cumplirá su deprimente aniversario de 7,500 días de operación en julio. Participaron en un evento en línea en el centro de estudios New America de D.C en enero, marcando el veinteavo aniversario de Guantánamo y envían un boletín una o dos veces al mes.

Pero, para decir la verdad, es más difícil lograr una audiencia con el público de lo que era antes. “Había una época en 2003, 2004 hasta el 2008, probablemente tuve 15-20 artículos publicados en The [Washington] Post, The [New York] Times, The Wall Street Journal, the Los Angeles Times”, recuerda Wilner. “Ya no puedo lograr que publiquen nada ahora”. Recientemente, un editor para el Post le dijo a Wilner, de manera franca que el periódico sufre de “fatiga de Guantánamo”. Podría haber estado hablando de la mayoría de los medios, que han omitido a la base naval estadounidense de sus áreas de cobertura preferidas. Existen excepciones importantes, de manera más notable el The New York Times, en donde la periodista Carol Rosenberg reporta los procedimientos en los tribunales, acontecimientos del personal de la prisión y cambios de política. Pero la catástrofe de libertades civiles actuales que es Guantánamo es poco importante para los editores y productores que toman las decisiones para los noticieros, televisión y estudios de radio alrededor del país.

Para ser honesto, su apatía refleja el sentimiento del público estadounidense. Los ciudadanos ponen virtualmente ningún tipo de presión sobre los oficiales electos para cerrar la prisión y liberar a sus presos. Aquellos presionando por disculpas oficiales y repatriaciones de gobiernos federales por sus veinte años de violaciones son cada vez menos. Incluso cuando la campaña para cerrar Guantánamo fue más popular, nunca recibió un apoyo mayoritario en los Estados Unidos. Por lo menos fue un tema de discusión. Ahora el esfuerzo para terminar con el campo “Kafkquesco” que está a 500 millas al sur de Florida ha quedado en manos de Wilner y Worthington, dos hombres que jamás quisieron ese trabajo.

Los hombres detenidos en la prisión en 2002 eran llamados los “peores de los peores”, por el ex secretario de la defensa Donald Rumsfeld. Pero, de hecho, un memo desclasificado que Rumsfeld escribió mostró que él sabía que los detenidos que estaban llenando la prisión de Guantánamo, como lo puso, eran “combatientes de bajo nivel”. El memo decía que el campo funcionaba como “una prisión para Afganistán”.

En esta prisión, la tortura desenfrenada, con las identidades y número de individuos mantenidos secretos. Los abogados de la administración de George W. Bush han declarado que el campo está fuera de la jurisdicción legal de Estados Unidos ya que está en territorio cubano. Esa fue su racionalización al insistir que los derechos que disfrutan los presos en territorio estadounidense — como un juicio justo — no aplican necesariamente en Guantánamo. El Departamento de Justicia también determinó que los detenidos no tenían derecho a los derechos contenidos en la Convención de Ginebra, designándolos “combatientes ilegales”. El equipo de Buch declaró esencialmente que los hombres bajo su custodia son “no personas”.

Desde entonces, defensores de libertades civiles han trabajado para oponerse a GTMO, como se le ha llamado. Pero Wilner no estaba dentro de los críticos originales. Un “Washingtoniano” de mucho tiempo, vio fotos de hombres en monos naranjas que salpicaron las páginas de periódicos en enero del 2002 y estaba agradecido de que los terroristas del 11/9 habían sido atrapados. Pero en marzo de ese año un “cazatalentos” trabajando para familias kuwaitís preguntó si él los representaría. Sus hijos estaban desaparecidos y pensaron que Wilner podría ayudar a determinar si Estados Unidos los tenía detenidos. Las familias insistieron en pagarle, así que su despacho legal donó las ganancias a una beneficencia del 11/9. También hicieron un acuerdo — si alguno de los hombres resultaba ser un terrorista, Wilner dejaría el caso. “No soy un tipo que defiende a cualquiera — no defendería a Khalid Sheikh Mohammed (líder senior de al-Qaeda). No quiero usar mis talentos para lograr un acuerdo para alguien que es verdaderamente culpable”, me dijo en abril, hablando en Zoom desde Florida.

Wilner conoció a las familias en Kuwait, visitó a Amnistía Internacional y “descubrí más información que esta gente podría no ser la correcta”, como lo planteó después. Descubrió que se ofrecieron recompensas en países árabes y musulmanes para quien entregara a estos individuos a los Estados Unidos, incluso si no había evidencia de algo malo. Dicho proceso fue la receta de abuso. Wilner y su equipo presentaron una demanda exigiendo los derechos de proceso legal fundamental para sus clientes. El derecho a tener abogados, a tener la evidencia en su contra escuchada y poder retarla, tener contacto con su familia, tener una audiencia justa — estos derechos humanos elementales fueron negados a casi 800 individuos en total que fueron llevados a GTMO en un momento u otro.

Wilner se obsesionó con el caso, la naturaleza no estadounidense fundamental de la prisión y de la conformidad del público, si no del apoyo total. En junio del 2004, la Suprema Corte de Estados Unidos decidió que los clientes de Wilner tenían derechos de proceso legal debido. “Pensé que habíamos ganado, todos pensamos que habíamos ganado”, recuerda. Asumió que todos en GTMO tendrían, finalmente, su audiencia justa, incluso si significaba que algunos detenidos permanecerían ahí porque eran terroristas. Pero el gobierno argumentó que los prisioneros no tenían derecho a protecciones constitucionales porque eran extranjeros fuera de Estados Unidos. Wilner regresó a los tribunales para argumentar que los derechos constitucionales no eran necesarios para meritar el proceso legal debido.

Mientras tanto, en el 2006, una demanda exitosa presentada por Associated Press descubrió miles de páginas de documentos gubernamentales relacionados con GTMO. Andy Worthington era, en ese momento, un freelancer en Londres, escribiendo libros acerca de Stonehenge y protestas en los monumentos antiguos. Su trabajo lo familiarizó con los tribunales y el sistema judicial. Cuando AP publicó los documentos, Worthington se dio cuenta que periodistas de un prominente periódico estadounidense los utilizaría para identificar las identidades de los detenidos. Pero eso no sucedió y se dio cuenta de que él sabía cómo hacerlo. Se acercó a un editor de izquierdas en el Reino Unido y pasó los siguientes 14 meses estableciendo quién exactamente era quién en GTMO. “Pude concluir que nadie, de hecho, fue capturado en el campo de batalla”, dijo. La mayoría de los detenidos sólo estaban escapando del caos que era Afganistán a finales del 2001 y a principios del 2002. Algunos eran malos tipos, pero pocos eran terroristas de alto nivel.

El libro de Worthington, del 2007, The Guantánamo Files, fue el primero en nombrar todos los nombres. Comenzó a trabajar en un documental acerca de GTMO y Wilner fue uno de sus entrevistados. Se convirtieron en amigos velozmente. Ambos se emocionaron cuando Barack Obama ganó las elecciones presidenciales en el 2008, que vino con el fallo de la Suprema Corte en apoyo al caso de Wilner de que los detenidos tenían el derecho constitucional de retar su status en tribunales estadounidenses. “Se había convertido algo políticamente tóxico al momento del reto Obama-­McCain. Estaba de verdad en las noticias”, recuerda Worthington. Como lo puso Wilner, “Criticar Guantánamo se convirtió en una cosa chic”. Thomas Friedman del The New York Times llamó a GTMO “la anti Estatua de la Libertad.”

Wilner dijo que se reunió con los consejeros de Obama y utilizó su oficina en el senado como un lugar de reunión para pensar en estrategias para presionar al congreso de revertir la legislación hostil a los detenidos. Obama hizo una campaña audaz para el cierre de la base. Incluso el nominado presidencial republicano John McCain apoyaba el cierre de GTMO en su momento, pero perdió ante su rival todavía más anti GTMO.

Bush liberó a 533 prisioneros durante su mandato y acerca de 240 quedaban cuando Obama tomó el poder. Dentro de sus primeras acciones ejecutivas como presidente estuvo la prohibición de la tortura y ordenó el cierre de GTMO en un lapso de un año. Wilner se animó con sus éxitos — todos los kuwaitíes fueron liberados, así que tomó otros miembros de GTMO como clientes. El fin parecía estar cerca. “Pensé que lo habíamos cerrado”, dijo Wilner.

Pero pasó el primer año de Obama y Guantánamo permaneció abierto. El presidente había planeado mover detenidos a prisiones máxima seguridad y sostener juicios en tribunales civiles, pero Fox News centrifugó su máquina de indignación. Pronto, incluso algunos demócratas se resistieron a las ideas de que los detenidos fueran movidos a las prisiones en sus estados y el congreso pasó una ley prohibiendo la transferencia de prisioneros al territorio estadounidense. Dentro del año siguiente, Obama y el fiscal general Eric Holder velozmente renunciaron al plan.

“Arrastró sus tacones enormemente en ese primer año porque de verdad no quería liberar a nadie”, recuerda Worthington. Obama tenía una lista de gente que Bush había programado para ser liberada, pero presentó un nuevo proceso de revisión de alto nivel y retrasó su liberación. “Él (Obama) personalmente aprobó el encarcelamiento de 48 hombres sin cargos ni juicio. Fue él, — no Bush”, dijo Worthington. En el 2012 él y Wilner comenzaron la campaña “Close Guantánamo” y el sitio web para generar interés mediático y público vinculado con el décimo aniversario de la prisión”.

Pero en sus primeros seis años, Obama no hizo nada para reducir de manera significativa la población de la prisión. Fue un golpe aplastante. “No quería expandir el capital político, así que no lo hizo”, dijo Worthington. Wilner se dio cuenta gradualmente que el presidente no iba a cumplir su promesa de campaña porque los prisioneros no tenían a votantes exigiendo el cierre de la prisión — sólo a una pequeña población de activistas de libertades civiles les importaba y ellos jamás iban a ser una fuerza política grande.

En los últimos dos años de Obama, liberó a algunos prisioneros de GTMO pero no llegó cerrar la prisión en su totalidad. En total liberó 197 detenidos, dejando 41 encarcelados. La victoria de Donald Trump revertió el escaso progreso — firmó una orden ejecutiva ordenando que el campo permaneciera abierto y liberó únicamente a un reo durante toda su presidencia. Obama comentó después que se arrepintió de no cerrar Guantánamo en su primer día en el poder. “La política de esto se puso dura y la gente se asustó por la retórica a su alrededor”, dijo, admitiendo que “el camino de menos resistencia era dejarla abierta”.

Ese camino sigue siendo atractivo. Durante la contienda presidencial del 2020, GTMO apenas fue un asunto. Pero el presidente Joe Biden dijo que quiere cerrar la prisión al final de su presidencia. Habiendo sido repetidamente decepcionados, sin embargo, a Wilner y Worthington les cuesta trabajo ser optimistas acerca del nuevo gobierno. Biden ha aprobado la liberación de más de una docena de detenidos, pero hasta ahora sólo tres han dejado Cuba desde que reemplazó a Trump. De los 37 (36) todavía detenidos en la prisión, cinco jamás han sido acusados de algún crimen y no han sido recomendados para ser liberados. Worthington está motivado por las cartas firmadas por 75 miembros de la Casa y 24 senadores pidiéndole a Biden que cierre Guantánamo. Pero no es una prioridad para el equipo de Biden más de lo que era para el de Obama.

Sin embargo, Worthington y Wilner todavía tienen esperanza. “Con Biden, es nuevamente posible” hablar de cerrar GTMO, dijo Worthington. Más individuos por lo menos serán liberados. Pero incluso eso requiere presión significative. “Es como exprimir sangre de una piedra particularmente dura”, bromeó Worthington. E incluso si cada detenido fuera acusado y/o liberado, todavía existiría el asunto de pagar reparaciones a cientos de inocentes individuos que fueron injustamente detenidos en condiciones espantosas por años. La justicia parece muy lejana. “No estoy del todo convencido en este momento de que el arco de la historia no esté llevando en otra dirección que una muy obscura, para ser honesto”, dijo Worthington.

Incluso para el activista más positivo, pasar dos décadas en una campaña impopular para cerrar una abominación brutal de derechos humanos puede ser difícil. “I do get tired”, admitió Worthington. Wilner se ha preguntado en algunas ocasiones por qué continúa con sus esfuerzos cuando podría estar disfrutando Florida sin molestarse en ayudar a gente que la mayoría del país ignora o detesta. “Esto es horrible, es una gran injusticia”, dijo Wilner. Su enojo lo incentiva para continuar la campaña para cerrar Guantánamo, incluso si otros seguidores has seguido adelante. “No puedo dejarlo ir”.


 

¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.

 

¡El mundo no puede esperar!

E-mail: espagnol@worldcantwait.net