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21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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SOLDADO DE INVIERNO 2008:

Soldado de Invierno 2008: El Relato Ocular de los Testimonios por la Madre de Un Infante de Marina

Democracy Now! Coverage

Video del W.S.(en inglés)

Día 1

Por Elaine Brower

I. 

He sido en los pasados 7 años y pico, activista contra las políticas de George W. Bush y su régimen. Mi hijo ha completado dos períodos de servicio como Infante de Marina, primero en Afganistán y después en Irak. Mi vida ha sido permanentemente alterada por los eventos de los últimos 7 años. Sin embargo, cuando hice planes de atender el evento promovido por los Veteranos de Irak Contra la Guerra (IVAW, por sus siglas en inglés) llamado Soldado de Invierno, era mi intención cubrirlo desde la perspectiva de un periodista independiente.

Entretanto, después de pasar casi cuatro días en los auditorios del National Labor College en Silver Spring, Maryland – encontrándome con nuevos miembros de IVAW, así como a mis viejos amigos de los Veteranos por la Paz, Veteranos de Vietnam Contra la Guerra, Military Families Speak Out, y otros grupos pacifistas, y después de escuchar los testimonios de los veteranos de Irak y Afganistán – me di cuenta que no podía seguir siendo una reportera objetiva. Así es que decidí escribir esta historia desde la perspectiva de una madre de un infante de Marina, que está firmemente opuesta a la supuesta “guerra contra el terrorismo”, la ocupación de Irak y Afganistán, y otras guerras que este gobierno está cocinando.

El viernes, o segundo día, los testimonios empezaron a las 9 de la mañana con un panel sobre las “Reglas del Combate”. Conferencistas del Ejército y Marina – gente que he conozco hace años – contaron las atrocidades que no solo vieron o participaron. Cualquier persona interesada puede escuchar los testimonios en la página www.ivaw.org/wintersoldier. Pero cuando aquel panel iba por la mitad, yo perdí mi objetividad. Las historias que estaban contando sobre las reglas de combate que conocieron en el campo de entrenamiento, o en una base militar “allá en casa”, eran las mismas que contaba mi hijo. Empecé a llorar. Las fotografías que estaban mostrando en los 5 telones, de cuerpos ensangrentados y dilacerados por tiros de pistola a quemarropa, ametralladoras de 50 calibres, lanzacohetes, y todas las otras malditas armas que nuestro complexo industrial militar ha creado, me eran demasiado familiares. Al volver mi hijo de las dos zonas de guerra, estaba ansioso de compartir conmigo esas historias y fotografías.

No alcanzaba a comprender como mi hijo – que lo crié como católico, a quien llevé a la escuela dominical, que recibió la Comunión y la Confirmación – no sólo había participado en esos horrores, pero tenía fotografías para probarlos. Yo inmediatamente le dije que no escucharía esas historias o vería las fotos. Él podía hablar con su padre. Mi reacción puede haber sido demasiado dura para con mi hijo, que lo único que quería era desahogarse con su madre. Pero no pude conformarme en aquél entonces – y ni ahora.

Me sentí enferma al ver y escuchar los testimonios. Aquí estaban estos jóvenes muchachos y muchachas, bien vestidos, algunos portando medallas, hablando de cómo habían disparado a civiles que tenían en sus manos algo tan amenazador como un teléfono celular, compras de supermercado, una pala, una bandera blanca, o un par de binoculares. Cualquier persona considerada sospechosa por un determinado soldado o infante de marina de guardia era un juego justo, sujeto a órdenes. “¡Bórrenlos!” Las Reglas de Combate, conforme declaró Garrett Rapenhagem eran “un chiste y una desgracia, siempre cambiantes”.

Ya lo sabía. Se lo había oído decir a mi hijo. Me dijo que había tenido que sobrevivir, tenía que proteger a sus amigos, para que todos pudiesen volver vivos a casa. No sabían quien era el enemigo, para que pudieran simplemente “borrarlos”. A los Infantes de Marina se les enseña eso: a disparar y no hacer preguntas. Su lema es: “¡Matémoslos a todos y después Dios se encargará de clasificarlos!”.

Camilo Mejía, que es el presidente de IVAW, habló de como los soldados eran entrenados para deshumanizar al enemigo, lo que era esencial para sobrevivir, y cómo se les enseña a pensar en los iraquíes como “hajis”. De hecho, todos los miembros del panel dijeron que todos se referían a los ciudadanos iraquíes como hajis. Conozco bien esa palabra. He escuchado decirla a mi hijo, así como a otras calumnias como “cabeza de toalla”, y “negrito de la arena”. La expresión “si te sientes amenazado, usa tu arma” también era una frase familiar. También lo era el eslogan “Haz lo que tengas que hacer”. Eso significaba que podías usar tu rifle en cualquier momento, y puedes atropellar con tu vehículo a cualquier persona que esté pasando delante de ti.

Los miembros del panel contaron como, cuando están aburridos, ellos volaban a un perro y otros animales para mantenerse entretenidos. Había infelizmente escuchado esas historias, que me daban escalofríos más que nada. También escuché el testimonio del ex capitán Matt Childers, el que dijo que después que los soldados norteamericanos habían pegado y privado de comida a los detenidos bajo su custodia, uno de ellos retiró un sombrero de la cabeza de uno de los detenidos y lo untó con sus propias heces, antes de dársela a comer a uno de los prisioneros, que estaba tan hambriento que de hecho trató de comérselo.

Otro infante de Marina, a quien entrevisté personalmente – produjo una conversación que tengo la esperanza de describir más detalladamente en un próximo artículo – era Bryan Casler. Casler tomó parte en la invasión inicial a Irak en 2003. Él describió a los infantes tomado sus MRE’s (Meals Ready to Eat – o Comidas Prontas para Uso) que son guardadas en bolsas de plástico, y defecándolas antes de tirárselas a niños iraquíes al lado del camino. Uno levantó la bolsa e intentó comer su contenido pensando que era comida. Casler también dijo que los soldados solían orinar en las botellas y tirárselas a los niños. También retiraban los paquetes con químicos que estaban dentro de los MRE’s (para conservarla caliente) y se las daban a los niños para comer. Dijo que cuando fueron a Babilonia, los infantes de marina manejaban autos dentro de las mezquitas y ruinas históricas, rompiendo pedazos para llevarse a casa.

Algunos de los testimonios de los soldados se caracterizaron por una ira desafiante. Al final de su testimonio, el ex infante de marina Mike Totten rasgó la recomendación que había recibido del General Petraeus, y la tiró al piso, recibiendo fuertes aplausos. Un día antes, el ex infante de marina Jon Turner había llevado un cofre lleno de monedas y se las tiró al público. “¡Ya no trabajo para ustedes!”, dijo Turner. Cuando terminó de contra su desgarradora historia sobre las atrocidades que había atestiguado o cometido, Turner suplicó al pueblo Iraquí que lo perdonase.

Conozco estas historias demasiado bien, y las he conocido por años. Por eso seguí llorando y preguntándome como habían llegado esos jóvenes a esa situación. ¿Cómo es que alguien que se alistó en el ejército por un sentido de “patriotismo” pudo llegar a hacer esas cosas horribles y atroces que revuelven el estómago de cualquier madre? ¿Por qué dejamos que nuestros hijos hagan eso? Casler, así como mi hijo, se alistó recién salido del colegio. Muchos otros hacen lo mismo. Y muchos no tienen que ser reclutados – se alistan voluntariamente, por el deseo de servir a su país.Muchos piensan que hacerlo los transforma en héroes.

Entonces pasé tres días escuchando estas historias desgarradoras, continuamente haciéndome la misma pregunta: ¿Por qué? Específicamente, porque estos soldados e infantes de marina, que representan una nueva raza crítica de resistentes, todavía se sienten tan ligados a las Fuerzas Armadas que muchos de ellos propugnan alguna variación del sentimiento, “Estoy orgulloso de mi servicio en las FFAA. No estoy orgulloso de lo que hice”. Alguien como yo, puede ver claramente el sentido de esa declaración. Pero tuve que preguntarme por qué pensaba yo que tenía algún sentido.

¿Cómo podría estar uno orgulloso de estar en las FFAA, sin que le gusten las cosas en que uno participa mientras allí está? He hecho frecuentemente esta pregunta a mi hijo. Él dice: “Amo al Cuerpo de Infantes de la Marina, pero odio al Gobierno. ¡Qué declaración más profunda! – una que evoca sentimientos encontrados y confusos. Entonces tengo que examinar no solamente las declaraciones de amor, pero de desprecio a la guerra. La guerra es un negocio sucio, siempre fue así y siempre lo será. ¿Entonces por qué fomentamos que nuestros ciudadanos piensen lo contrario?

II.

Tenía que llegar a la raíz de mis sentimientos sobre esas cuestiones. Así, después de pasar un tiempo en ese evento, me fui al centro de Washington, a visitar monumentos construidos para honrar a los soldados que pelearon en pasadas guerras. Tenía que ponerle sentido al hecho que seguimos haciendo los mismos errores. Enviamos una entera generación a un país extranjero para matar gente. Mi padre peleó en la II Guerra Mundial y estuvo en la Batalla de Okinawa, donde fue seriamente herido. Fue afortunado de volver a su casa y mejorarse físicamente, pero nunca mentalmente. Él odiaba al Cuerpo de Fusileros Navales. Nunca hablaba de la guerra, pero yo siempre supe que él seguía enojado.

El primer memorial que visité fue aquella, donde la foto de mi padre está archivada en un banco de datos digital y puedes digitar su nombre y la información aparece en la tela de la computadora. Ahí estaba él, en el uniforme usado en el Pacífico (de lana verde) con sus medallas, sonriendo a la edad de 27 años, cuando fue reclutado por primera vez. La angustia envolvió todo mi cuerpo. Crecí viendo esa foto, y amando a mi padre por lo que él hizo para “proteger” nuestra libertad. Al lado del monumento están las palabras tristemente célebres “La Libertad no es Libre”, grabadas en la pared de granito. Mi padre eventualmente murió un fallo hepático, causado por la Hepatitis C, que contrajo en el campo de batalla a través de una transfusión de sangre de un soldado Japonés que habían tomado prisionero.

Entonces ¿por qué hacemos esto como país? Caminé alrededor del monumento a la guerra de Corea donde hay estatuas de tamaño natural de una patrulla de soldados, y caras grabadas en otra pared de granito, saludando el sufrimiento y el sacrificio de esos soldados. ¿Para qué?, me pregunté. Vi a montones de visitantes de todas partes del país sacándose fotos con las estatuas, coronas de flores al fondo, y contra la pared de granito, sonriendo y conmovidos con esos “héroes”. Un guía repetía que “la libertad no es libre” y que nuestros militares son los más honorables y mejores del mundo. “Tenemos que estar orgullosos de ellos”, decía el guía. Niños pequeños, con sus propias cámaras, también sacaban fotos y miraban con asombro los soldados en formación cuyos rostros endurecidos por la batalla, estaban grabados en metal.

Me pregunté qué hacían ahí esos niños. ¿Cómo podría ser esto una atracción? Me di cuenta que la cosa empieza ahí. Llevando a niños en viajes de ómnibus a la capital de la nación para mirar monumentos de guerra. Están siendo doctrinados desde la pequeña infancia que América es heroica y maravillosa debido a sus Fuerzas Armadas.

Empecé a pensar en las guerras que los EEUU han lanzado contra otros países que hayan realmente servido a los intereses de la humanidad. Pensé sobre los campos de concentración de Hitler durante la II Guerra Mundial, donde más de 6 millones de judíos habían sido asesinados de las maneras más crueles imaginadas. Los EEUU ayudaron a liberar los campos de concentración, derrotar a los Nazis, y liberar a Europa de las garras de un loco. Eso parecía ser una buena causa y un argumento de por qué necesitamos a las FFAA.

¿Pero cuál era el verdadero motivo de nos norteamericanos durante la II Guerra Mundial de detener el genocidio contra el pueblo Judío? Le tomó un tiempo a esta nación entrar a la guerra, y sólo lo hizo después del ataque a Pearl Harbor – lo que hizo que mi padre – a la edad de 27 años y padre de un chico – se alistara. Entonces tiramos dos bombas atómicas sobre inocentes civiles japoneses, incinerando a miles de ellos instantáneamente, y causando otras miles y miles de muertes en los años siguientes debido a la exposición a la radiación.

¿Se puede decir que eso fue heroico? No, fue malicioso y vengativo, y no trajo ningún tipo de seguridad a nuestras costas. Gente murió en Pearl Harbour, el daño había sido hecho, y ahora era tiempo de vengarse de los japoneses de manera mucho más cruel.

III.  

Nuestro poderío militar equivale al imperialismo. Solidificar la presencia de los EEUU en el topo de la escalera imperialista era la real motivación del ingreso nuestro en la II Guerra Mundial, y de hecho ha sido esencialmente el factor de motivación para cada una de las guerras llevadas a cabo por nuestras FFAA contra otros países. Entonces, cuando me preguntaba qué guerras habían perpetrado los EEUU contra otras naciones con la motivación genuina de servir a la humanidad, mi respuesta llegó a esto: Ninguna.

Entrenamos a nuestros soldados e infantes de Marina para matar y ser despiadados. Tienen las mejores armas que nuestro dinero puede comprar, y somos entrenados para usarlas contra nuestros enemigos, ya sean civiles inocentes o alguien que está directamente amenazando nuestras vidas. Es el asesinato indiscriminado en nombre de un gobierno que está procurando aterrorizar al mundo para someterlo al Imperio norteamericano.

Realmente, la historia de las FFAA de los EEUU está llena de crímenes de guerra para lograr un “destino manifiesto” doméstico y global para conseguir mejores tierras y recursos. Recuerden que los EEUU que conocemos hoy no existirían sin la aniquilación por los militares de nuestras naciones nativas de indios, y después de los mejicanos, de las maneras más incalificables posibles. Durante el masacre de Sand Creek en 1864, la caballería del Ejército norteamericano asesinó a centenas de indios nativos – muchos de ellos mujeres y niños – en lo que ahora es el Estado de Colorado.

O entonces consideren un artículo reciente del New Yorker, intitulado “The Water Cure: Debating Torture and Counterinsurgency-A Century Ago.” (La Cura por el Agua: Debatiendo la Tortura y la Contrainsurgencia – Hace Un Siglo). http://www.newyorker.com/reporting/2008/02/25/0

>Después de ayudar a Filipinas a liberarse del colonialismo Español, los conquistadores norteamericanos desataron su ira sobre aquellos que supuestamente fueron a liberar (¿les recuerda algo?). En el alba del siglo XX, las tropas norteamericanas mataron a los civiles, incendiaron sus aldeas y – sí – torturaron a los prisioneros usando el submarino o ahogamiento simulado.

En 1950, guante la Guerra de Corea, los soldados norteamericanos asesinaron a cientos de civiles coreanos – una vez más, muchos de ellos mujeres y niños – bajo el puente de No Gun Ri. La Associated Press ganó un Premio Pulitzer en el 2000 por su serie de artículos exponiendo ese crimen de lesa humanidad. Las piezas se centraron en entrevistas con antiguos veteranos de los EEUU que habían perpetrado esa matanza.

http://www.pulitzer.org/year/2000/investigative-reporting/works

Durante la guerra de Vietnam, las fuerzas de los EEUU mataron a más de un millón de civiles indonesios, usando en el proceso horrendas armas químicas, tales como el NAPALM y el Agente Naranja, que quemaba la piel de sus víctimas. Durante los primeros testimonios del Soldado de Invierno, los veteranos del Vietnam atestiguaron sobre el rutinario asesinato, destripamiento, y violación de civiles vietnamitas, tirando a prisioneros amarrados de helicópteros en vuelo y quemando a villas enteras.

De hecho, en el día final del Soldado de Inverno sobre Irak y Afganistán, marcó el 40º aniversario de uno de los mayores crímenes de guerra de la historia norteamericana. El 16 de Marzo de 1968, tropas de los EEUU entraron a la aldea de My Lai y asesinaron a cientos de hombres, mujeres y niños – jóvenes y viejos – violando a algunas de las mujeres y usando las bayonetas en los hombres ancianos.

http://www.pbs.org/wgbh/amex/vietnam/trenches/my_lai.html

Los crímenes sistemáticos de lesa humanidad que se mencionan arriba representan sólo un pequeño porcentual de las atrocidades cometidas por los soldados norteamericanos bajo las órdenes directas de sus Comandantes en Jefe, y ni siquiera abarcan las incontables instancias de crímenes de guerra por procuración llevados a cabo por todo el mundo por la CIA, y diversos regimenes de marionetas instalados por el gobierno de los EEUU.

Sin duda, los veteranos que denunciaron los horrores que las FFAA norteamericanas están causando al pueblo iraquí deben ser elogiados por proveer una exposición tremendamente crítica en el momento en que las atrocidades cometidas por los soldados norteamericanos en el Oriente Medio han sido consideradas “fuera de la mesa” por los medios de comunicación masivos y el sistema político. Estos veteranos también deben ser elogiados por pedir un fin inmediato de las guerras y ocupación de Irak y Afganistán; su resistencia puede jugar un papel fundamental en detener esas pesadillas.

Entretanto, denunciar esas ocupaciones separadamente de la historia de crímenes de guerra perpetrados por las FFAA estadounidenses que se han repetido con frecuencia no hace sentido. Sería como examinar un asesinato cometido por un asesino serial separado de sus otros asesinatos. Para poder entender y al mismo tiempo resistir con fuerza, las actuales manifestaciones de la criminalidad de los EEUU en las guerras de Irak y Afganistán – y para evitar que ocurran en el futuro crímenes de lesa humanidad – debemos entender que Irak y Afganistán son sintomáticos del papel histórico de las FFAA de los EEUU como institución.

Durante los testimonios del último fin de semana del Soldado de Invierno, los soldados atestiguaron repetidamente que los crímenes de lesa humanidad que habían cometido no eran incidentes aislados; más bien eran la regla y no la excepción, de la ocupación de Irak y Afganistán por los EEUU.

Un paso más largo debe ser dado por estos veteranos – y muchos otros dentro del movimiento pacifista – y eso es reconocer que la propia ocupación, tomada en sentido integral, no es un incidente aislado. Esas ocupaciones también representan la regla y no la excepción – por las Fuerzas Armadas de nuestro país.


Día 1

Por Elaine Brower, 13 de Marzo de 2008

En el año de 1971, los Veteranos del Vietnam Contra la Guerra (VVAW) condujeron testimonios basados en las atrocidades y horrores de los cuales habían participado durante su estadía en “El País”. Estas deposiciones fueron llamadas de Soldado de Invierno, inspiradas en el llamado a los patriotas del Héroe Revolucionario Thomas Paine para que los ciudadanos actuasen a favor de la patria en tiempos de crisis.

Algunos de nosotros recordamos los días cuando la revolución estaba en el aire, cuando teníamos un movimiento a favor de los derechos civiles, cuando las mujeres “quemaban” sus sostenes, había una revolución sexual, y un muy poderoso movimiento antibélico. Eventos como el asesinato de norteamericanos prominentes, que no silenciaban delante de nada, así como estudiantes siendo aplastados violentamente en Kent State, movieron a las masas de gente hacia un estado de rebelión.

Los veteranos que regresaban de la guerra en “Nam” se juntaban a los pedidos altisonantes de poner fin a la guerra. Lo hicieron creando una organización fuerte, usando su cólera y tirando sus medallas a la basura.

Después vino Detroit, donde se unieron para hablar de los horrores de la guerra. Los testimonios eran gráficos, reales y de partir el corazón, pero pasaron casi desapercibidos. La derecha, a favor de la guerra, los llamó de mentirosos y cobardes, y consiguieron casi destruir la validez de las declaraciones hechas por los veteranos que volvían de la guerra.

Ahora, 37 años después, los Veteranos de Irak contra la Guerra (IVAW, por sus siglas en inglés), decidieron recrear en un estilo propio, nuevo y moderno, el Soldado de Invierno II, colocando nuevamente una luz sobre los horrores y atrocidades de la guerra.

Hoy, en el Club Nacional de Prensa en Washington, 6 veteranos hablaron para un salón apiñado de cámaras de TV y periodistas de todos los medios, desde la derecha a la izquierda políticas. El comunicado decía que esto sería un puntapié inicial de testimonios de más de 200 veteranos y soldados de todos los Estados de la Unión que estarían contando sus privaciones particularmente personales de las cuales fueron testigos en Irak y Afganistán.

 Los medios de comunicación fueron moderados con el panel, considerando lo que los próximos días dejarían al descubierto. Un periodista en particular preguntó sobre la conexión del IVAW con CodePink (Código Rosado) y A.N.S.W.E.R., y si esas organizaciones en particular habían patrocinado el trabajo del IVAW. Nelly Doherty, quien fue parlamentario en Irak, y Director Ejecutivo de IVAW, se paró delante del micrófono con su mirada seria, forma calma de ser y su bella piel de porcelana y ojos verdes, y dijo elocuentemente al reportero que desde el comienzo de la organización, los Veterans For Peace – VFP (Veteranos por la Paz) habían ayudado a financiarlos durantes su incubación en 2004. Ella, junto con tres otros veteranos, habían denunciado la guerra en un estrado de Boston. Algunos miembros protestaron al lado de grupos antibélicos tales como los mencionados, y muchos otros, pero su filiación más cercana y aliados fueron grupos tales como el de Veteranos por la Paz, Familias Militares y VVAW.

En la noche, se transmitió al vivo desde el National Labor College de Maryland donde un panel de discusión con algunos de los “viejos pero buenos” veteranos empezó la introducción al fin de semana. Barry Romo, fundador original del VVAW y sindicalista por los últimos 39 años, David Cortwright, autor e historiador de la resistencia de los soldados en Vietnam, Tod Ensign, viejo activista por los derechos de los veteranos, y Gerald Nicosia, amigo de Ron Kovic, autor de “Nacido el 4 de Julio” y herido en Vietnam.

Las declaraciones de Kovic fueron leídas al público y su pasión por apoyar al nuevo grupo de resistentes fue muy emotiva. Dijo que al salir públicamente a denunciar la guerra “no estaban simplemente salvando vidas, estaban salvando la vida de nuestra nación”. Kovic expresó su incredulidad de estar viendo otra vez lo que pasó anteriormente, cuando él estaba luchando en una guerra ilegal e inmoral, y que el Imperio debe ser quebrado por esta nueva generación de luchadores de la resistencia.

David Cortwright, autor de “Soldados en Revuelta” (Soldiers in Revolt), estuvo de acuerdo que solamente con la resistencia desde dentro de las fuerzas armadas por aquellos que “escucharon a su conciencia”, se podrá terminar con esta guerra, como esa resistencia lo hizo en definitivo en la guerra de Vietnam.

Tod Ensign, director de la ONG, Citizen Soldier (Soldado Ciudadano), autor y patrocinador del “Different Drummer Café” (http://www.differentdrummer.com/) ene. Interior del Estado de Nueva York, creado para replicar las cafeterías de los 60, habló con mucha pasión de la nueva generación de soldados que ha conocido y que siniestramente le recuerdan el pasado. Habló de las similitudes entre el candidato Richard Nixon que era contra la guerra, y su “plan secreto” para terminarla y los dos candidatos Demócratas que también tienen un plan para acabar con la ocupación de Irak, pero preguntándose: “¿Quién diablos sabe lo que eso significa?”

 También Barry Romo, que ha sido sindicalista por los últimos 35 años, fue mucho menos elocuente en su discurso, pero tuvo a la platea hipnotizada con sus historias del pasado. Él fue testigo de la guerra de “Nam” y también del primer Soldado de Invierno, y sólo se le puede describir como un gran personaje pintoresco. Una de las historias que contó fue sobre el emblema que tiene el VVAW, un rifle de cabeza para abajo con un casco encima, sobre un tejido de color rojo. Él recordó cuando lo crearon y lo mandaron confeccionar en países del Sudeste Asiático, como Japón y las Filipinas. Miles de emblemas fueron producidos en poco tiempo y usados por los soldados “en el país”. Mencionó que en el año 1968 el gobierno de Vietnam del Norte emitió una declaración, poco conocida hoy en día, de que “si cualquier soldado del país ve un emblema con un rifle de cabeza para abajo en el uniforme de un soldado, no se le disparará”.

No sabemos lo que pueda traer el actual Soldado de Invierno a la situación política actual del país. Todos los testimonios serán transmitidos al vivo y también a través de la Internet (ver horarios en la página www.IVAW.org/wintersoldier).  Los miembros de IVAW están preparados para que ataquen, critiquen, desprecien sus historias y los discriminen, como hicieron en 1971.

Depende de nosotros en el movimiento antibélico, y hay millones de nosotros que estamos contra la ocupación de Irak, Afganistán y la escalada retórica a favor de la guerra contra Irán, difundir los eventos de los próximos días de forma como nunca antes se ha visto. Debemos correr la voz a través de la pared impenetrable de los medios corporativos, para que la gente en la calle sepa lo que el IVAW es, especialmente los chicos y chicas de este país que están a punto de entrar a una oficina de reclutamiento y firmar su adhesión.

Estamos prontos para el Día 2: los testimonios completos.

Elaine Brower es miembro del Comité de Directivas de El Mundo No Puede Esperar.


 

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