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Buenas noticias desde Guantánamo con la aprobación de liberación para tres “prisioneros siempre”, incluido Saifullah Paracha, de 73 años

19 de mayo de 2021
Andy Worthington

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 5 de junio de 2021


Los prisioneros Guantánamo Saifullah Paracha, Abdul Rahim Ghulam Rabbani y Uthman Abd al-Rahim Uthman, cuya atrasada liberación de la prisión fue aprobada el lunes por el Junta de Revisión Periódica (Periodic Review Board), aunque no se sabe la fecha en la que serán liberados.

En lo que son extremadamente motivantes noticias desde Guantánamo, tres hombres han sido aprobados para ser liberados de la prisión por los Juntas de revisión periódica, el proceso de revisión de alto nivel gubernamental establecido por Obama.

Los tres hombres son: Saifullah Paracha, ciudadano paquistaní de 73 años, el prisionero más anciano de Guantánamo, Abdul Rahim Ghulam Rabbani, otro paquistaní, de 54 años y Uthman Abd al-Rahim Uthman, yemení de 41 años. Todos han estado detenidos sin cargos ni juicios entre 17 y 19 años.

Entre noviembre del 2013 y enero del 2017, cuando el presidente Obama dejó el poder, los Juntas de Revisión Periódica (Periodic Review Boards), formados por representantes del Departamento de Estado, de Defensa, Justicia y Seguridad Nacional, así como de la oficina del director de Inteligencia Nacional y de la Oficina de Jefes de Staff, revisaron los casos de 64 prisioneros para cerciorarse acerca de si deberían ser o no considerados una amenaza para los Estados Unidos y, en 38 casos, recomendaron la liberación de los prisioneros. Todos menos dos hombres fueron liberados antes del término de la presidencia de Obama.

Para los otros 26 hombres, sin embargo, incluidos Saifullah Paracha, Abdul Rahim Ghulam Rabbani y Uthman Abd al-Rahim Uthman, la negación del panel de aprobar su liberación los dejó en un vergonzoso limbo. Acertadamente descritos por Carol Rosenberg (en ese momento para el Miami Herald, ahora para el New York Times) como “prisioneros siempre”, continuaron a tener sus casos revisados pero se encontraron en una posición en la que no podían cambiar de manera significativa la posición que tomaron los miembros del panel, una situación que osificó en la complete indiferencia durante los cuatro años de presidencia de Donald Trump, cuando la política oficial en relación a la prisión, como lo expresó antes de tomar el poder, fue que “no habrán más liberaciones de Gitmo”.

Bajo Trump, sólo un prisionero fue liberado de Guantánamo (un saudí que hizo un acuerdo en su juicio de comisión militar y fue repatriado para continuar su encarcelamiento en su país de origen) y los “prisioneros eternos” se desilusionaron tanto con los PRBs que los boicotearon. No fue sino hasta los últimos días de la presidencia de Trump que uno de los 26 “prisioneros eternos” fue aprobado para ser liberado y, justo mientras Biden tomó el poder, el Pentágono presentó cargos en contra de otros tres, dejando a 22 “prisioneros siempre” bajo su control, el 20 de enero.

Las decisiones, anunciadas el lunes en los casos de Saifullah Paracha, Abdul Rahim Ghulam Rabbani y Uthman Abd al-Rahim Uthman son prometedoras porque son los primeros tres casos considerados por los PRBs después de la victoria presidencial de Biden en noviembre del año pasado. Lo de Paracha fue el 19 de noviembre, de Rabbani fue el 26 de enero y el 23 de febrero, de Uthman.

En todos los tres casos, la revisión debe ser comentada por finalmente haber llevado la necesidad de reconsiderar los casos de los prisioneros y no simplemente para reiterar reflexivamente las posiciones tomadas cuando sus casos fueron revisados por primera vez bajo Obama, repitiéndose bajo Trump.

En parte, este cambio vino por el cambio de liderazgo en la Casa Blanca. Mientras Trump no tuvo interés alguno en liberar a nadie de Guantánamo, oficiales senior y portavoces del gobierno de Biden han reconocido que Guantánamo debe ser cerrado y han hablado de establecer una revisión robusta Inter agencia, de la prisión y su “intención” para cerrarla antes de que termine su presidencia de cuatro años.

Además, personajes significativos en la maquinaria del gobierno estadounidense también han hablado acerca de la necesidad de que los Estados Unidos ponga fin al encarcelamiento indefinido sin cargos ni juicio, a lo cual han sido sometidos los “prisioneros siempre”, por ejemplo, con 24 senadores escribiéndole una carta a Biden el mes pasado, haciendo un llamado para el cierre de la prisión exigiendo que los hombres ahí sean acusados o liberados.

Más que nada, sin embargo, lo que las decisiones para recomendar la liberación de Saifullah Paracha, Abdul Rahim Ghulam Rabbani y Uthman Abd al-Rahim Uthman revelan es cómo, una vez que las posiciones rígidas y duraderas del gobierno estadounidense son reconsideradas, como parece ser el caso bajo el presidente Biden, la base para el continuo encarcelamiento de algunos de los “prisioneros siempre” de Guantánamo es, muy fundamentalmente, o inexistente o se ha demostrado como un fracaso para cambiar las circunstancias.

Saifullah Paracha

A través del largo encarcelamiento sin cargos ni juicio Saifullah Paracha, que tiene serios problemas de salud y ha tenido tres infartos al corazón en Guantánamo, también ha sido la definición de un prisionero modelo, respetado y admirado por sus compañeros y por las autoridades; y ha adoptado un rol importante como mentor para los prisioneros jóvenes, que, muchas veces, como es de entenderse, como yo lo veo, luchan por mantener una perspectiva positiva al pasar años y años encarcelados bajo circunstancias grotescas y fundamentalmente ilegales.

A pesar de esto, sin embargo, este continuo encarcelamiento ha dependido de los alegatos de los Estados Unidos acerca de su participación en terrorismo, aunque se ha convertido en algo incrementadamente obvio con los años, que estos alegatos nunca han sido más que un espejismo.

Un empresario exitoso en Pakistán, que también tenía intereses de negocio en Estados Unidos y había vivido ahí en los 80s, fue introducido a Osama bin Laden durante un viaje de negocios a Afganistán en 1999 ó 2000 y expresó su interés en tenerlo en un programa de TV, dándole una tarjeta suya que, en el verano del 2002, llevó a él a otro hombre que dijo que estaba interesado en esa propuesta televisiva, Este hombre y dos colegas subsecuentemente persuadieron a Saifullah y su hijo Uzair a que los ayudara con varios asuntos de inmigración, algunos involucraban transacciones financieras, sin darse cuenta de que los hombres con los que estaban tratando eran miembros de Al-Qaeda — Khalid Sheikh Mohammed, Ammar al-Baluchi y Majid Khan — y que estaban planeando un ataque con bombas en territorio estadounidense.

Saifullah fue secuestrado en un viaje de negocio a Tailandia, en agosto del 2003 y fue detenido y torturado en “sitios negros” de la CIA hasta que fue transferido a Guantánamo en septiembre del 2004. Sin embargo, Uzair, fue arrestado en Estados Unidos, enjuiciado y condenado a 30 años por “darles ayuda material y financiera a terroristas de al-Qaida” en el 2006. En julio del 2018, sin embargo, el juez en el caso, Sidney H. Stein, revocó la condena y ordenó otro juicio, “después de concluir que el permitir que esta condena siguiera en pie, sería una “injusticia manifiesta”, como expliqué en un artículo el año pasado.

Como también expliqué, “el juez Stein declaró correctamente que la pregunta crítica siempre ‘había sido si Paracha actuó con conocimiento de estar ayudando a Al Qaeda,’” y al ordenar un nuevo juicio reconoció que Uzair había hecho falsas declaraciones después de su arresto, cuando no le habían leído sus derechos, a través de una “combinación de miedo, intimidación y agotamiento”. Crucialmente, también reconoció, como lo describió el New York Times que, desde el juicio inicial, “había salido a la luz nueva evidencia: declaraciones no solo hechas por el Sr. Khan y el Sr. al-Baluchi, sino por el arquitecto de los ataques del 11 de septiembre del 2001 — Khalid Shaikh Mohammed”, que fueron “hechos ante los tribunales militares o en entrevistas con agentes federales” y que “directamente contradicen el caso del gobierno” que afirma que Uzair Paracha “sabía que le estaba ayudando a Al-Qaeda.”

Como procedió a explicar el Times, Majid Khan “les dijo a las autoridades que jamás le había contado al Sr. Paracha de sus vínculos de al-Qaeda”, mientras que Khalid Sheikh Mohammed “abiertamente confesó su responsabilidad por docenas de espantosos crímenes y planes terroristas”, pero “nunca mencionó al Sr. Paracha o a su padre”.

Debido a la nueva evidencia, el juez Stein dijo que Uzair Paracha podía “creíblemente pedirle al jurado” que infiriera su Inocencia y “falta de participación en las operaciones discutidas” pero cuando llegó el momento el gobierno rechazó proceder con el nuevo juicio y Uzair fue volado a Pakistán en marzo del año pasado como un hombre libre.

Esto debió haber llevado a la liberación de Saifullah también, pero como dije en ese momento, “no existe garantía alguna de que su padre también será liberado porque, aunque las profundas dudas acerca de la confiabilidad de quienes, bajo dureza, lo acusaron de saber que estaba involucrándose con Al-Qaeda son igualmente aplicables para el caso en contra de Saifullah Paracha, la horrible verdad acerca de Guantánamo es que las sospechas son más convincentes que la evidencia”.

Esa posición, afortunadamente, ha sido abandonada por las autoridades estadounidenses y se espera que sea liberado pronto para reunirse con su familia. El lunes, la Associated Press reportó que su abogada Shelby Sullivan-Bennis, “dijo que piensa que será regresado a su hogar en los próximos meses”. Explicó que “los paquistanís lo quieren de vuelta y nuestro entendimiento es que no ha impedimento alguno para su regreso”, aunque debería ser mencionado que la actual ley estadounidense exige que el Congreso sea notificado 30 días antes de liberar a cualquier prisionero de Guantánamo.

Abdul Rahim Ghulam Rabbani

En el caso de Abdul Rahim Ghulam Rabban, un paquistaní de origen Rohingya, que nació y creció en Arabia Saudita, la decisión del PRB para aprobarlo vino como una sorpresa complete.

Rabbani, junto con su hermano, que también sigue detenido como un “prisionero siempre”, fue arrestado en Karachi en septiembre del 2002 y fue subsecuentemente detenido y torturado en un “sitio negro” de la CIA de Afganistán antes de ser transferido a Guantánamo en septiembre del 2004. En sus PRBs, las autoridades estadounidenses lo han descrito como un “facilitador de al-Qa’ida”, reclutado por su hermano, que trabajó directamente para Khalid Sheikh Mohammed y cuyo trabajo estaba “enfocado principalmente en proveer apoyo logístico y en manejar una casa de seguridad para al-Qa’ida en Karachi”, añadiendo, sin embargo, que también consideran que “probablemente no tenía una percepción específica en los planes operativos de al-Qa’ida”.

La recomendación para la liberación de Rabbani bien podría venir del remordimiento por sus acciones pasadas. Su abogada Agnieszka Fryszman explicó en su PRB del 2016 (que llevó, en su momento a una recomendación para su continua detención) lo describió como “un hombre simple”, que “no está educado” y que, más que nada, está profundamente arrepentido de sus acciones en apoyo a miembros de al-Qaeda, que fueron para poder mantener a su familia. Como declaró Fryszman él “jamás ha sido un ideólogo o yihadista” y, en diez años de conocerlo, “jamás, ni siguiera una sola vez, ha expresado enojo hacia los Estados Unidos o hacia algún ciudadano estadounidense”. También se mencionó que siempre se ha comportado bien en Guantánamo, que “barre y limpia su bloque” y que “siempre se mantiene alejado del conflicto”. También existe un plan para su liberación coordinado con su familia, que lo apoya, tanto en Pakistán como en Arabia Saudita.

Uthman Abd al-Rahim Uthman

El tercer hombre cuya liberación ha sido recomendada es Uthman Abd al-Rahim Uthman, un ciudadano yemení, uno de los soldados rasos para los talibanes que continúa detenido como “prisionero siempre” aunque la mayoría de sus compañeros soldados fueron liberados hace muchos años.

Para sus PRBs, las autoridades estadounidenses han insistido de manera persistente que era un guardaespaldas para Osama bin Laden — uno de un grupo de hombres capturados cruzando desde Afganistán hacia Paquistán en diciembre del 2001, que fueron descritos como los “Treinta sucios” — aunque esto nunca ha sido algo creíble, porque la mayoría de los hombres eran muy jóvenes y estaban recién llegados a Afganistán, mientras que los guardaespaldas reales de bin Laden generalmente eran egipcianos que habían estado en batalla. Además, igual que a los soldados de pie en general, la mayoría de “Treinta sucios” fueron liberados de Guantánamo hace muchos años.

En el caso particular de Uthman, un acontecimiento crucial en desacreditar estas afirmaciones acerca de su rol como guardaespaldas sucedió hace once largos años, cuando el juez Henry H. Kennedy Jr. del tribunal de distrito en Washington D.C, revisando su petición de habeas corpus rechazó aceptar las afirmaciones de que era guardaespaldas de bin Laden porque habían sido declaraciones de otros dos prisioneros, Sharqawi Abdu Ali al-Hajj y Sanad Yislam Ali al-Kazimi (ambos todavía son “prisioneros siempre”), cuyos testimonios son poco confiables porque “evidencia sin refutar en el registro que, al momento de las interrogaciones en las que habían hecho esos alegatos, ambos habían sido recientemente torturados”. En el 2010, el juez Kennedy le otorgó la petición de habeas corpus a Utthma, en la manera vergonzosa de que mucho de lo relacionado con Guantánamo a través de los años, el Departamento de Justicia, bajo Obama apeló y en el 2011 algunos jueces del tribunal de apelaciones, que demostraron apoyo a la continua existencia de Guantánamo revirtieron el fallo del juez Kennedy, que llevó al profesor de ley Jonathan Hafetz a concluir que su fallo apoyaba “la detención indefinida basada en sospechas o asunciones acerca del comportamiento de un detenido”.

En la audiencia de Uthman en febrero, Beth Jacob, que representa a varios prisioneros de Guantánamo y que ha sido su abogada desde el 2019, dio una buena explicación del por qué Uthman debería ser liberado, diciéndoles a los miembros del consejo que “el último año y medio, he llegado a conocer bien al Sr. Uthman. Antes de la pandemia, me reuní con él más de seis veces. El año pasado, que no pude viajar a Guantánamo, hablaba con él una vez al mes. Es un hombre considerado, educado y de mente abierta. Tiene un sentido del humor muy seco. Quiere aprender y toma ventaja de las oportunidades en Guantánamo para tomar clases, desde negocios, a arte, hasta inglés. Ha trabajado fuerte en estos estudios”.

Añadió que “El estado mental y actitudes del Sr. Uthman han cambiado completamente desde sus veintes. No alberga actitudes anti americanas ni anti sociales. Nunca ha estado resentido por su encarcelamiento o ha sido hostil hacia los Estados Unidos en ninguna de nuestras varias conversaciones. Ha estado dentro de los detenidos más bien obedientes a lo largo de su detención. Continúa a trabajar dentro de los procedimientos y procesos establecidos como el consejo, a pesar de la intensa decepción de sus decisiones. A través de sus 19 años de detención, ha crecido, madurado y se ha educado, ha aprendido de los errores del pasado. Espero que este consejo esté de acuerdo con que no representa ninguna amenaza a los Estados Unidos, ni a nadie más, y debería ser aprobado para liberación”.

¿Y ahora qué?

A pesar de las noticias que son bienvenidas acerca de que estos tres hombres han sido, finalmente, aprobados para liberación y que Shelby Sullivan-Bennis espera que Saifullah Paracha se liberado en los próximos pocos meses, es importante recordar que, incluso antes de que se anunciaran estas decisiones, otros seis hombres, de los 40 detenidos en total están detenidos todavía a pesar de estar aprobados para ser liberados y que el presidente Biden necesita tomar acción urgente para designar a alguien a que se haga cargo de su ya muy demorada liberación de la prisión así como la liberación de Saifullah Paracha, Abdul Rahim Ghulam Rabbani y Uthman Abd al-Rahim Uthman, obviada si revive la Oficina de Enviados Especiales para el Cierre de Guantánamo (Office of the Special Envoy for Guantánamo Closure), que fue establecida bajo Obama pero desmantelada por Donald Trump.

También queda por ver si estas decisiones marcan el inicio de una tendencia entre los miembros del consejo de PRBs para reconocer la situación complicada en relación a Guantánamo bajo Joe Biden, en la que, como se menciona antes, voces prominentes de manera creciente hacen un llamado para que los prisioneros o sean procesados o liberados, para traer un fin a la política fundamentalmente inaceptable de detención indefinida sin cargos ni juicios.

Daría particular sentido que otros soldados fueran aprobados para ser liberados, ante la decisión de Uthman y la reciente promesa del presidente Biden de retirar a las tropas estadounidenses de Afganistán para el aniversario veinte de los ataques del 11/9, hombres como Moath al-Alwi y Khalid Qassim, por ejemplo — pero si el progreso será genuinamente logrado ya sea procesando o liberándolos, entonces esas decisiones tendrán que ser tomadas por los PRBs o en los tribunales en donde el fiscal general Merrick Garland pueda instruirle al Departamento de la Justicia que deje de retar las peticiones de habeas corpus de los prisioneros.

De una u otra manera, sin embargo, los casos polémicos, como el de la víctima de tortura Mohammed al-Qahtani y del prisionero afgano Asadullah Haroon Gul — tienen que ser abordados, así como de los otros casos que pocas personas han estado poniendo atención a través de los años, de los 15 otros “prisioneros siempre” no discutidos arriba.

Los PRBs todavía se llevan a cabo. Dos se realizaron el pasado mes y en marzo, que no han entregado sus fallos todavía, otro el día de ayer y otros cinco están programados para los próximos tres meses, que, para quienes queremos que cierre Guantánamo, debemos mantener bajo cercano escrutinio.


 

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