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El enemigo interno: Cómo el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha pasado 19 años defendiendo la detención arbitraria en Guantánamo

5 de octubre de 2021
Andy Worthington

Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 28 de octubre de 2021


Activistas por el cierre de Guantánamo afuera del Departamento de Justicia en Washington D.C el 11 de enero del 2015 en el aniversario 13 de su apertura. (Foto: Debra Sweet via Flickr).

Es una señal del fracaso crónico del sistema de justicia estadounidense el conseguir algo que parezca justicia a los hombres detenidos en Guantánamo que, casi veinte años después de que la prisión fuera establecida para detenerlos, a la mayoría sin cargos ni juicio, aunque nunca fueron adecuadamente evaluados cuando fueron capturados, abogados y jueces todavía discuten acerca de si esos hombres tienen derecho alguno a ver la supuesta evidencia que tiene el gobierno en su contra.

Específicamente, los argumentos involucran qué tanto, si es que algo, la Cláusula de Proceso Debido de la Quinta Enmienda aplica a los hombres en Guantánamo, en la que los participantes prominentes que resisten su aplicación han sido, históricamente jueces en los tribunales de apelaciones en Washington, D.C (el circuito de D.C) y los abogados de la División Civil del Departamento de Justicia, quienes, bajo George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump y ahora bajo Joe Biden, han resistido extenuantemente los esfuerzos para extender a los prisioneros en Guantánamo cualquier derecho significativo a desafiar la base de su encarcelamiento.

En un nivel muy fundamental, estos argumentos nunca deberían de haberse presentado en primer lugar. Hace tiempo, en una época lejana, en Boumediene v. Bush, junio del 2008, cuando la Suprema Corte afirmó que los prisioneros en Guantánamo tenían garantizado por la Constitución el derecho para desafiar su detención vía un escrito de habeas corpus. La intención de la Corte era que pudieran tener una “revisión significativa” de las razones de su encarcelamiento, durante la cual el gobierno debería de presentar la evidencia abiertamente y poder retarla.

Cómo destriparon a Boumediene

Sin embargo, como explicó Jonathan Hafetz, profesor de derecho de la Universidad de Derecho Seton Hall en un artículo para Just Security el 1 de septiembre, “Desde Boumediene, tribunales inferiores han buscado interpretar la dirección de la Suprema Corte para dar una “revisión significativa” al habeas de detenidos en Guantánamo. Jueces de cortes distritales inicialmente interpretaron esta revisión agresivamente insistiendo que el gobierno diera evidencia real de que un detenido directamente estaba involucrado en hostilidades (aquí hay un notable ejemplo que resalta el tono y tenor del escepticismo judicial previo acerca de la posición del gobierno defendiendo la detención) y dar ayuda de habeas en casi sesenta por ciento de los casos”.

Como añadió Hafetz, sin embargo, “el circuito de D.C, liderado por el juez A. Raymond Randolph, que abiertamente denunció a Boumediene — drásticamente redujo esta revisión en una serie de decisiones. Como resultado, más investigaciones judiciales de los alegatos del gobierno — del tipo que parecía requerir Boumediene — fueron reemplazadas por referencia a declaraciones basadas en rumores, de múltiples niveles, en reportes de inteligencia gubernamentales y, más importante, a expensas del uso de evidencia ex parte, que viola los principios de justicia fundamental y debilita severamente la habilidad de los detenidos para poder desafiar significativamente los alegatos del gobierno”.

Los dos años posteriores a Boumediene marcaron la única ocasión en la que el proceso debido fue aplicado de manera significativa en Guantánamo. Treinta y dos hombres recibieron orden de liberación por jueces del tribunal distrital, habiendo descubierto que el gobierno había fracasado en establecer que habían, en algunos sentidos importantes, estados conectados con al-Qaeda o los talibanes. Sin embargo, los fallos del tribunal de apelaciones terminaron bruscamente el periodo de aplicación de la ley y desde el verano del 2010 ningún prisionero asegurado un fallo de habeas que ordenara su liberación y la mayoría de los esfuerzos para hacerlo han sido abandonados.

Un fallo clave en este periodo fue Kiyemba v. Obama, con el cual, como explica Tom Wilner, abogado que ha representado prisioneros en sus casos ante la Suprema Corte, el tribunal decidió que “aunque los detenidos podrían tener el derecho a una audiencia de habeas, no tienen derecho constitucional al proceso debido”.

Tomó hasta el 2019 — y un cambio en la constitución del tribunal de circuito de D.C bajo el presidente Obama — para que los jueces, en Qassim v. Trump, un caso que involucraba al prisionero yemení Khalid Qassim, “revertir este mandato de ocho años que ha evitado que los detenidos en Guantánamo vean y refuten la supuesta evidencia que justificara sus detenciones”, explicó Tom Wilner, quien argumentó el caso. Los jueces fueron los nominados por Obama, Patricia Millett, Cornelia Pillard y el juez Harry Edwards, asignado por el presidente Carter en 1980; y como describe en un artículo en junio, “otorgaron la petición de Qassim para revocar la negación de la corte distrital a su petición de habeas corpus, enviando de vuelta al tribunal menor ‘para que se condujera el procedimiento del Sr. Qassim de acuerdo con los procesos que le darían una ‘revisión importante’ para la base de su detención’”.

Desafortunadamente le caso de Qassim, desaparición posteriormente en el cajón colectivo del tribunal inferior, aunque no fue el fin de la lucha por el proceso debido. También expliqué en mi artículo:

    [En mayo del 2020 el juez Millett escribió la opinión mayoritaria en otro caso, Ali v. Trump, que involucraba a Abdul Razak Ali, un argelino, que en el tribunal, como explicó Linda Greenhouse, columnista del New York Times, “sostuvo que el tribunal de distrito había estado en lo correcto al rechazar la petición de habeas del detenido, pero mal en hacerlo tan categóricamente. El juez Millett observó que, si bien “el precedente del circuito no ha resuelto comprensivamente la cuestión, ‘la decisión del tribunal de que la Cláusula del Proceso Legal Debido es categóricamente inaplicable a detenidos en Guantánamo fue extraviada’”.

Añadí que, aunque este fallo fue “un fallo perfectamente razonable, provocó la furia” del juez Randolph que, como explicó Greenhouse, “se rehusó a firmar el documento de Millet, acusándola de ignorar lo que insistía era un claro precedente de la Suprema Corte que hacía inaccesible la garantía del proceso legal debido a “enemigos extranjeros no residentes detenidos por los Estados Unidos fuera del territorio soberano”.

También expliqué que:

    Por otra parte, en septiembre del 2020, el juez Randolph fue parte de un panel encabezado por la nominada de Trump, la jueza Neomi Rao, en Al Hela v. Trump, un caso que involucraba a Abdulsalam al-Hela, un empresario y político yemení supuestamente implicado con al-Qaeda, en el que, respondiendo a la declaración de Al-Hela de que “el apoyo del gobierno en rumores anónimos en los reportes de información que utiliza para justificar su continua detención violaba su derecho de proceso legal”, la jueza Rao declaró que “rechazamos los reclamos del proceso legal de Al Hela en la determinación limitada que, como un extranjero detenido afuera del territorio soberano de los Estados Unidos, no puede invocar la protección de la Cláusula”.

Greenhouse añadió que, “una nota a pie en su reporte contenía la sorprendente aserción de que ‘nuestro tribunal ha adherido a Eisentrager (el fallo de la Segunda Guerra Mundial en el que se basaron los oponentes del proceso legal en Guantánamo) de que la Cláusula del Proceso Legal de la Quinta Enmienda no aplica afuera del territorio estadounidense y por lo tanto no puede ser invocado por detenidos en la bahía de Guantánamo”.

El tercer juez, Thomas Griffith, que ya se retire, emitió una opinión separada en la que señaló que “nunca hemos hecho una declaración tan de gran alcance acerca de la aplicación extraterritorial de la Cláusula”, pero, como añadió Greenhouse, “la objeción fue inútil”.

La opinión del juez Griffith pudo haber sido “inútil” en su momento, pero subsecuentemente resonó de manera exitosa, como una apelación al fallo de la jueza Rao y un en blanc completo en el caso que hoy es conocido como Al-Hela v. Biden, el 30 de septiembre. Puede ser, como argumentó Jonathan Hafetz hace un mes, que “todo el Circuito de D.C pareciera estar dispuesto a finalmente reconocer que la Cláusula aplica para detenidos en Guantánamo”. Como explicó, “no sólo habían suficientes votos para desalojar y revisar el fallo del panel a lo contrario, sino por el cambio de administración presidencial, el gobierno estadounidense por sí solo dejó de disputar la aplicación de la Cláusula”.

Esto suena prometedor, pero como añadió Hafetz, aunque el gobierno de Biden — después de debates internos mencionados por el New York Times en julio (ver aquí y aquí) — ya no disputa la aplicación de la Cláusula de Proceso Debido, está argumentando, en palabras de Hafetz, que “el tribunal debe evadir el asunto fallando que el solicitante ya recibió el proceso que debería de haber recibido bajo la Constitución, incluyendo la “revisión significative” garantizada por la Cláusula de Suspensión en Boumediene” — aunque esa posición tal vez ahora parezca perjudicar su argumento de que ya no se opone a los derechos de proceso legal en Guantánamo.

La audiencia en banc de Al-Hela

Mientras el tribunal claramente dejó de estar dominado por ideología maligna de derechas como lo estaba cuando fue abatido el habeas corpus hace una década, queda por verse si una mayoría de jueces apoyarían la apelación de Al-Hela. Como reportó el Middle East Eye, “mientras que algunos jueces muestran preocupación acerca de las opciones legales limitadas disponibles para los detenidos en Guantánamo para desafiar su detención, otros parecen cautelosos acerca de emitir un fallo constitucional radical”.

Más aún, la posición del Departamento de Justicia sigue siendo tan intransigente como siempre. Buscando justificaciones para seguir negándole cualquier derecho, la abogada del DOJ Sarah Harrington aprovechó el hecho de que, en junio, un proceso de revisión en Guantánamo — Juntas de revisión periódica — aprobó su liberación. Harrington ignore el principio de proceso legal debido enfocándose limitadamente en el caso particular de al-Hela, declarando que, debido a que las negociaciones iban a asegurar su transferencia a su país “no veo apropiado que el tribunal intente imponerse sobre las negociaciones que se están llevando a cabo”, reportó The Hill, mencionando que ella añadió que cualquier fallo por parte del tribunal “serían sólo palabras sobre papal y no creo que tendrían algún efecto”.

Como reportó el Washington Post, varios de estos jueces tenían preguntas de pruebas para los abogados del DOJ, aunque ninguna de ellas pareció ser adecuadamente tomada. Varios jueces “preguntaron cómo el final de la guerra en Afganistán afectaría su continua detención”, específicamente la jueza Judith Rogers preguntando a Harrington “¿No niegas que las circunstancias han cambiado dramáticamente?” a lo cual Harrington contestó que, aunque las condiciones cambiaron “Biden y sus líderes militares han dejado claro que continúan los conflictos con al-Qaeda y fuerzas asociadas y que la detención de Hela sigue siendo legal” — aunque eso contradice la decisión del PRB de que al-Hela debería ser liberado porque no representa ninguna amenaza para Estados Unidos.

Como también se explicó por el Post, “muchos jueces, incluyendo [Ketanji Brown] Jackson, nombrado por Biden y Robert L. Wilkins, nominado de Obama, también expresaron su preocupación acerca del sistema actual que permite que el gobierno comparta cierta evidencia confidencial en contra de un detenido sólo con le juez que preside y no con el abogado del detenido”. The Hill también se dio cuenta de esto, mencionando que el juez Millet “había cuestionado al abogado de la administración de Biden acerca de la posición de que los detenidos tienen sólidas oportunidades para presentar pruebas legales cuando sus abogados defensores tienen prohibido ver información clasificada que pudiera ser considerada evidencia importante”, preguntando, “¿Cómo puede ser este un proceso remotamente justo en el punto de vista del DOJ” de la Constitución? Ignorando lo específico de la pregunta de Millett — acerca de retener evidencia que golpea el corazón de las preocupaciones del proceso legal — el gobierno, según el Post “tomó un paso inusual al presentar una carta ante el tribunal” — varias horas después de haber terminado el argumento” — “para aclarar cualquier impresión de error de la audiencia de que alguna vez hubo evidencia tan altamente sensible que tuvo que haber sido escondida del juez también”.

La carta del senador Dick Durbin al fiscal general Merrick Garland

La posición del Departamento de Justicia, fundamentalmente, continúa permaneciendo junto a la posición declarada del gobierno de no aceptar la posición de la jueza Rao de que los derechos del proceso legal no deben ser extendidos a hombres en Guantánamo y, a este punto, no sólo vale la pena recordar los muchos años en los que los abogados del DOJ hicieron todo lo posible por mantener a los hombres en Guantánamo, sino ver específicamente la carta que el senador Dick Durbin (D-IL), jefe del Comité Judiciario del Senado, le envió al fiscal general Merrick Garland en julio pidiéndole al Departamento de Justicia “reconsiderar su enfoque sobre la detención continua en la bahía de Guantánamo”.

El senador Durbin escribió:

    Lo exhorto a asegurar que el enfoque del Departamento de Justicia acerca de la continua detención en la base naval estadounidense en Guantánamo refleje los valores de nuestra nación. La detención indefinida es antiética con los ideales de libertad sobre los cuales se fundaron los Estados Unidos de América. Cada día que permanece abierta la prisión, su existencia llama a la cuestión de nuestro compromiso con los derechos humanos y el estado de derecho.

    Desafortunadamente, por casi dos décadas, los abogados de las ramas ejecutivas, los legisladores y los tribunales han continuado a racionalizar la detención indefinida en Guantánamo con numerosas teorías legales y justificaciones. El resultado a este enfoque es que hemos continuado a detener a docenas de hombres sin cargos, ni juicio ni acceso al proceso legal debido”.

Añadió que:

    Por años, el departamento ha buscado teorías legales para justificar la detención hasta el final de una guerra que no tiene término definitivo, le detención como “enemigos combatientes” de individuos que no suponemos tomaron armas en contra de nosotros, la negación de incluso protecciones básicas de procesos legales. Más aun, el departamento se ha opuesto frecuentemente a peticiones de habeas de detenidos que están viejos, enfermos o que ya han sido aprobados para ser liberados.

    Las posiciones legales del departamento deberían de reflejar el compromiso de nuestra nación con la libertad y el estado de derecho, reconociendo que nuestra nación es más fuerte cuando se adhiere al corazón de nuestros valores. Las posiciones legales o argumentos que podrían haber estado justificados en alguna ocasión con las consecuencias del 11/9 deben ser consideradas con las circunstancias actuales. Mientras nos acercamos al aniversario veinte de esos ataques y con la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, el departamento debería revisar sus posiciones y argumentos en relación a la autoridad continua para detener hombres sin cargos ni juicios y sin proceso legal debido, en Guantánamo.

    Pero de manera más inminente, el departamento debería revisar su argumento de que los detenidos no tienen derecho a proceso legal debido. Por casi dos décadas, nuestra nación ha fracasado en dar proceso legal a detenidos en Guantánamo, cayendo en el uso de rumores poco confiables y forzados o en el uso de evidencia derivada de la tortura y en una carga vergonzosamente baja de pruebas que ha hecho casi imposible que los detenidos ganen casos que desafíen su detención; obstaculizando significativamente los esfuerzos para cerrar la prisión.

Refiriéndose a la entonces próxima audiencia de Al-Hela, el senador Durbin dijo que el Departamento de Justicia “tiene la posibilidad y la responsabilidad de ajustar su curso”. Añadiendo que:

    En su decisión del 2008 en Boumediene v. Bush, la Suprema Corte sostuvo que la Cláusula de Suspensión de la Constitución aplicaba para Guantánamo, permitiendo a los detenidos desafiar la legalidad de su detención a través de habeas corpus. Al llegar a esta conclusión, la Suprema Corte aplicó su enfoque duradero para determinar la aplicabilidad de la Constitución para no ciudadanos afuera de los Estados Unidos y sostuvo que “en casa sentido práctico, Guantánamo no está en el extranjero, sino dentro de la constante jurisdicción de los Estados Unidos”.

    La Suprema Corte no falló directamente sobre la aplicación de la Cláusula de Proceso Legal para los detenidos en Guantánamo en Boumediene, pero en su razonamiento, la Corte aplicó con igual fuerza a ese asunto, dadas las relaciones cercanas entre habeas y derechos de proceso legal. Como se mencionó en Hamdi v. Rumsfeld (en junio del 2004), el mandato de habeas corpus puede es usado “como un mecanismo de revisión judicial” y la Cláusula “informa el contorno de proceso de ese mecanismo para esas instancias”.

    Ya pasó mucho tiempo para que el Departamento reconsiderara su enfoque a la aplicabilidad de las salvaguardias básicas del proceso legal para los hombres que permanecen encarcelados sin cargos ni juicio en Guantánamo, así como otras posiciones que ayuden a perpetuar esta mancha moral sobre nuestra nación.

Tristemente, la audiencia de la semana pasada mostró que el Departamento de Justicia no parece haber tomado propiamente las críticas del senador Durbin, refutando la posición de la jueza Rao sobre el proceso legal no aplicable en Guantánamo en un sentido fundamentalmente irrelevante. La posición del Departamento de Justicia acerca de al-Hela — o de cualquier otro detenido en Guantánamo sin importar — de que “ya recibió todo el proceso que hubiera tenido bajo la Constitución, incluyendo la ‘revisión significativa’ garantizada por la Cláusula de Suspensión bajo Boumediene, como describió Jonathan Hafetz es simplemente falso, ya que la destrucción legal de la última década muestra, y el Departamento de Justicia debería estar avergonzado por esto, un periodo de casi veinte años, una procesión de obstáculos sin excusas que evitaron que la justicia fuera entregada a los hombres detenidos en Guantánamo.

Como me explicó Tom Wilner después de la audiencia, “el concepto del proceso legal debido es derecho. Son los procesos y procedimientos desarrollados a través de siglos bajo la ley común que asegura que cualquiera que sea privado de su libertad tiene la oportunidad justa de refutar los cargos en su contra. Es, tal vez, la protección más fundamental de libertad individual de la ley anglo-americana, incorporada directamente en la Constitución estadounidense. El cumplimiento de esos procedimientos — del proceso legal debido — es la esencia del estado de derecho. Cualquiera que sea privado de eso, por definición está siendo privado de procedimientos necesarios para asegurar que tenga una oportunidad justa para debatir los cargos en su contra”.


 

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