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Los problemas completamente predecibles del gobierno estadounidense con reubicar al prisionero de Guantánamo Majid Khan

16.8.22
Andy Worthington

Traducido por El Mundo no Puede Esperar 28 de agosto de 2022


Majid Khan con el paso de los años: como estudiante en 1999, antes de su captura, poco después de su llegada a Guantánamo, después de tres años y medio de fortuna en “sitios negros” de la CIA; durante negociaciones para su trato negociado y en años recientes.

Es suficientemente difícil salir de Guantánamo en el mejor de los tiempos y considerablemente más difícil cuando las autoridades tienen que encontrar un tercer país preparado para recibir ex detenidos, generalmente porque es inseguro para ellos regresar al país en donde nacieron.

En docenas de casos de reubicación al pasar de los años, el gobierno estadounidense ha hecho la reinserción adicionalmente difícil al negarse a conceder que los hombres en cuestión podrían haber sido fundamentalmente insignificantes al compartir expedientes de valuaciones de Guantánamo con los gobiernos de esos países (especialmente los archivos publicados por WikiLeaks en el 2011) que, de manera más común que no, están llenos de mentiras acerca de los prisioneros, extraídas de compañeros bajo coacción o a través de promesas de trato favorable para justificar el encarcelamiento ilegal (sin adecuada revisión del tiempo de captura) en primer lugar.

La semana pasada, un nuevo giro en estas dificultades salió a la luz en el tribunal de distrito de Washington, D.C., cuando los abogados del Departamento de Justicia buscaron evitar que un juez se refiriera a la petición de habeas corpus presentada por el paquistaní Majid Khan, quien ha estado encarcelado en Guantánamo desde septiembre del 2006 y quien, antes de eso, pasó tres años y medio en “sitios negros” de la CIA, en donde fue víctima de tortura.

Encontrar un nuevo hogar para Majid Khan

El problema para el gobierno estadounidense es que Khan necesita reubicación, pero es un terrorista convicto, lo cual hace más difícil encontrar un país dispuesto a un problema todavía más difícil que es en el caso de hombres que no han sido encontrados culpables y meramente representados como poco importantes en sus expedientes de inteligencia.

La condena de Khan es un hecho, pero la historia detrás de debería mitigar detalladamente cualquier miedo de seguridad para los países a los que Estados Unidos se acerque en relación a su reubicación.

En el 2002, en un momento bajo en su vida, cuando estaba angustiado por la muerte de su madre, Khan, un ciudadano estadounidense legal que creció en Baltimore, fue cazado por simpatizantes de al-Qaeda en su propia familia cuando visitó Paquistán y terminó manejando dinero que fue usado para financiar un ataque terrorista, en el cual murieron civiles. Sin embargo, desde el momento que fue arrestado, en marzo del 2003, Khan buscó cooperar con las autoridades estadounidenses, reconociendo que lo que hizo estuvo mal y buscando enmiendas.

Pero la CIA decidió torturarlo e, incluso después de su transferencia a Guantánamo en septiembre del 2006, el abuso continuó. Fue sólo cuando pudo conocer a sus abogados del Center for Constitutional Rights (Centro para Derechos Constitucionales), que las negociaciones con las autoridades estadounidenses comenzaron, a través de las cuales Khan pudo cooperar detalladamente, dando evidencia de otros casos relacionados con terrorismo, a cambio de una sentencia negociada, que garantizaría su liberación en diez años, en el sistema de comisiones militares que la administración de Bush sacó de los libros de historia después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001. Ese acuerdo se negoció a finales de febrero del 2012 con la sentencia de Khan finalmente cumpliéndose en octubre del año pasado llevando, como se planeó por diez años, a una sentencia que terminó el 1 de marzo de este año.

A pesar de haber tenido diez años para prepararse para este momento, sin embargo, las autoridades estadounidenses han fracasado en encontrar — o, sospecho yo, incluso buscar — un tercer país preparado para ofrecerle una nueva vida, que es necesaria porque Khan no puede ser enviado de vuelta a Pakistán para reunirse con su esposa e hija, porque su vida estaría en peligro como resultado de la extensa cooperación con sus captores.

En su petición retando la petición de habeas corpus de Khan, el Departamento de Justicia señaló que, desde que la sentencia terminó, “el Departamento de Estado ha contactado a once países con la posibilidad de aceptar al solicitante para reubicación”.

Los abogados del Departamento de Justicia enfatizaron que el gobierno le está “dando prioridad alta a la transferencia de Khan porque…está en los intereses gubernamentales de seguridad nacional propiciar la cooperación de individuos acusados de actos de terrorismo u otras ofensas enjuiciables por comisión militar”.

Es por esto que, mientras prisioneros insignificantes en Guantánamo, aprobados para liberación a través de procesos administrativos internos, pueden languidecer ahí por años sin ser liberados, los pocos individuos convictos en las comisiones militares, la mayoría a través de acuerdos negociados, han sido liberados cuando les dijeron que serían libres, como estipulado en sus acuerdos y sigue siendo significativo ahora que Estados Unidos activamente participa en discusiones en relación a los acuerdos con otros diez hombres (de los 36 que están ahí) quienes actualmente enfrentan cargos, uno de esos diez es Abd al-Hadi al-Iraqi, quien recientemente finalizó su acuerdo que debería darle la libertad en un periodo de dos años.

Nunca antes, sin embargo, se ha encontrado un tercer país para uno de un grupo de hombres convictos en las comisiones militares y mientras es evidente, de la historia de Khan, que es un individuo arrepentido que no representa una amenaza de seguridad para nadie, también se entiende que los países potenciales para su reubicación podrían preocuparse acerca de cómo cualquier decisión de albergarlo podría ser recibida por las partes más alarmadas de los medios o de sus establecimientos políticos.

La ironía, por supuesto, es que, como testigo cooperativo, Khan podría, en circunstancias normales, ser puesto en un programa de protección de testigos en Estados Unidos, con una nueva identidad, junto con su familia y ayudado a establecer una nueva vida anónima, pero porque su historia involucra a Guantánamo, todas las reglas normales han sido desechadas. Como explican los abogados del Departamento de Justicia “liberarlo en Estados Unidos no es posible porque la ley estadounidense prohíbe el uso de recursos para la transferencia de detenidos de Guantánamo a los Estados Unidos”.

La prohibición para traer a prisioneros de Guantánamo al territorio estadounidense por cualquier motivo — por tratamiento médico urgente que es impráctico o imposible en Guantánamo o para juicios o continuo encarcelamiento, por ejemplo — ha sido parte de la Ley Nacional de Autorización de Defensa (NDAA por sus siglas en inglés) anual por diez años consecutivos ya, desde que los republicanos ganaron la mayoría en el congreso en las primeras votaciones intermedias con Obama y, cínicamente, introdujeron un conjunto de medidas costosas relacionadas con la prisión y ha sido, tristemente, mantenida desde entonces ya que los demócratas no han tenido mayoría, desde el 2010 ni en el senado ni en la Casa de Representantes.

Ahora, sin embargo, no está más allá de la razón, sugerir que una excepción pueda ser tomada para Majid Khan si no se encuentra a ningún otro país esté dispuesto a recibirlo, para evitar el creciente incurrimiento de la ley en el único lugar que opera en Guantánamo — en relación a las condenas y acuerdos en las comisiones militares.

El caso del gobierno

Porque los esfuerzos actuales del gobierno para encontrar un tercer país que le ofrezca un hogar nuevo a Majid Khan, los abogados del Departamento de Justicia le pidieron al juez Reggie B. Walton, del caso, que no se otorgara la petición, en la que argumenta que “si no es liberado dentro de treinta días, el tribunal debería ordenar una audiencia para abordar su liberación condicional al Centro de Operaciones de Migrantes operado por el Departamento de Estado y de Seguridad Nacional en la estación naval de la bahía de Guantánamo o liberarlo a la custodia de su familia en Estados Unidos”.

Para ser justos con el gobierno, ninguna de esas opciones es posible, dadas las leyes actuales, y está claro que se están haciendo esfuerzos serios para encontrar un tercer país para Khan y su familia, aunque algunos argumentos que tomaron lugar durante su audiencia no sirvieron para reforzar el caso del gobierno, sino simplemente para destacar el predicamento en el que se encuentra Khan.

En respuesta a la demanda de Khan de que sus condiciones actuales de detención son “esencialmente de confinamiento solitario”, como describió Carol Rosenberg para el New York Times, el coronel de la armada Matthew Jemmott, el alcalde de la prisión, dijo en una declaración jurada, que “socializa con agentes del FBI, guardias de la prisión, abogados militares y oficiales de alto rango durante ‘fiestas religiosas, reuniones sociales y reuniones relacionadas a asuntos de detención”.

El coronel Jemmott también dijo que a Khan “le dieron llamadas trimestrales con su familia a través de un programa llamado ‘Experiencia de llamada interactiva del detenido’, pero que él ha rechazado las últimas dos ofertas”. Rosenberg añadió que el programa — DICE (por sus siglas en inglés) — “ha sido descrito en corte como conversaciones monitoreadas de inteligencia. Un oficial de seguridad escucha lo que el prisionero quiere decir en la llamada y decide al momento si liberar el audio al miembro de la familia. Su respuesta también se retraso censurado”. No se dio explicación alguna al por qué del rechazo de Khan “de las últimas dos ofertas”, pero puede ser razonable asumir que está desanimado por seguir detenido cinco meses después de que terminara su sentencia.

Además, como explicó Rosenberg, los abogados del Departamento de Justicia también entraron en territorio profundamente dubitativo, diciendo que, sin importar que su sentencia haya terminado, su continuo encarcelamiento “es legal porque ‘no han parado las hostilidades con al-Qaeda’” y, “citaron el ataque de drones de la CIA el mes pasado que asesinó a Ayman al-Zawahiri, líder del movimiento, en Kabul, Afganistán, como prueba de que la guerra no ha terminado”.>

Ese fue un golpe bajo, como siempre ha parecido profundamente injusto sugerir que cualquiera detenido en Guantánamo puede seguir encarcelado, incluso si han sido enjuiciados y condenados y han llegado al final de su sentencia, como argumentó la administración de Bush en los primeros días de la prisión, presumiblemente, no hacer algo para asegurar a Majid Khan que el gobierno, como dice hacer, está haciendo todo lo que puede para encontrarle un nuevo hogar.


 

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