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Mientras lees esto, el prisionero de Guantánamo Ahmed Rabbani ha estado en huelga de hambre 2,846 días

17 de noviembre de 2020
Andy Worthington

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 4 de diciembre de 2020


UN HOMBRE INOCENTE DETENIDO DESDE EL 2002, EN HUELGA DE HAMBRE POR 2846 DÍAS.

Una imagen del sitio “Gitmo Hunger Strikes”, puesto por Reprieve para sobresaltar el sufrimiento de su cliente Ahmed Rabbani.

Con la esperanza de tener la atención de los medios nuevamente sobre la prisión de la bahía de Guantánamo, ahora que el presidente electo de los Estados Unidos es Joe Biden, se espera que, como expliqué en mi más reciente artículo Presidente electo Biden, es momento de cerrar Guantánamo, se harán arreglos para que sean puestos en libertad los cinco hombres que fueron aprobados unánimemente para liberación por el proceso de revisión gubernamental de alto rango bajo el ex presidente Obama y habrá una aceptación dentro de la administración de Biden acerca de lo inaceptable que es detener a los otros 26 hombres de manera indefinida sin cargos ni juicio.

Estos 26 hombres, descritos de manera correcta como “prisioneros eternos” por los medios, fueron recomendados o para ser acusados o para permanecer encarcelados sin cargos ni juicio en base a que eran “demasiado peligrosos para liberación” aunque se reconociera que la evidencia era insuficiente o que evidencia insuficiente intacta existía para que fueran acusados por el primer proceso de revisión de Obama, la Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo, en 2009.

Cuatro años después, los 26, junto con otros 38, fueron considerados elegibles para el segundo proceso de revisión, los Juntas de Revisión Periódica. A diferencia del primer proceso, que contemplaba el asesoramiento de oficiales que determinaban si los prisioneros deberían o no ser liberados, acusados o mantenidos sin cargos ni juicio, los PRB fueron un proceso tipo libertad condicional en el cual los hombres fueron motivados a expresar arrepentimiento por las actividades de las cuales fueron acusados de estar involucrados en (aunque los alegatos fueran correctos o no) y a presentar propuestas creíbles para una vida pacífica y constructiva si eran liberados.

En 30 de los casos, conducidos entre noviembre del 2013 y el término de la presidencia de Obama, los PRB llevaron a las recomendaciones de que los prisioneros en cuestión, fueran liberados. Todos menos dos fueron puestos en libertad antes de que Obama dejara el puesto. Los otros 26, sin embargo, permanecerían en un limbo preocupante. Bajo Trump, cuando los PRB continuaron pero fracasaron en dar una sola recomendación de liberación, concluyeron que el proceso se había convertido en un engaño, lo cual se puede entender y lo boicotearon.

Ahora, sin embargo, Joe Biden tiene la oportunidad de revisar nuevamente sus casos y, en los meses por venir (tanto aquí como en el sitio de Close Guantánamo) estaré presentando el caso de cómo, siete años después del inicio de los PRB y casi 19 años desde la apertura de Guantánamo, es inaceptable que estos hombres sigan consignados a una detención indefinida sin cargos ni juicio, con la conclusión de que, en sus continuas revisiones, “la continuación de la ley de la detención de guerra permanece necesaria para proteger en contra de una continua y significativa amenaza a la seguridad de los Estados Unidos” cuando la base para esas decisiones es, muy seguido, o defectuosa, o demostrablemente sobre cuidadosa.

El caso de Ahmed Rabbani

En Presidente electo Biden, es momento de cerrar Guantánamo revise algunos de estos casos, y les daré continuación mientras que veré otros más en los meses por venir, pero por ahora quisiera enfocarme en el caso del paquistaní de origen roiga Ahmed Rabbani, atrapado junto con su hermano mayor Abdul Rahim, en Karachi, en septiembre del 2002, detenido y torturado en “sitios negros” de la CIA por dos años hasta que fue transferido a Guantánamo en septiembre del 2004.

Ahmed es un huelguista de hambre hace mucho tiempo y sus abogados y la ONG Reprieve, recientemente lanzaron un sitio web llamado Gitmo Hunger Strikes, que se enfoca en este caso y muestra, en tiempo real (como la imagen al inicio del artículo), cuánto tiempo ha pasado en huelga de hambre, con alimentación forzada por parte de las autoridades y cuánto pesa (39kg) y cuánto peso ha perdido. Por favor comparte si crees que intolerable que Ahmed Rabbani haya estado ocho años en huelga de hambre y que el gobierno estadounidense pueda salirse con la suya en detener a alguien que ahora parece ser un detenido en un campo de concentración.

Abajo, comparto un artículo de Ahmed Rabbani que fue publicado por el periódico paquistaní Dawn hace unos meses, en el que discute su huelga de hambre y menciona a su hijo Jawed, que tiene 17 años y a quien jamás ha tenido “la oportunidad de tocar”.


Jawad Rabbani, el hijo de 17 años de Ahmed Rabbani, prisionero en Guantánamo, que jamás ha conocido a su padre. La foto es una captura de pantalla de un video del sitio web del Independent Urdu.

Hace apenas dos semanas, el Independent Urdu habló con Jawad, quien le dijo al reportero Zafar Syed, en un artículo traducido al español por el Independent “Nunca he conocido a mi padre ni él a mí. Supe acerca del caso de mi padre por Google cuando tenía 12 ó 13 años. Leí su historia en Wikipedia”.

Añadió que “Nací cinco o seis meses después de que fuera a prisión. Cuando yo era más joven, jamás les decía a mis amigos quién era mi padre o en dónde estaba. Yo decía que estaba muerto. Cuando hablé con él por primera vez en Skype, dijo que estaba en la cárcel. Le pregunté “¿Por qué estas en prisión? Solo la gente mala va a la cárcel. Él se rió”.

En la carta para el Independent Urdu, Rabbani escribió que “ya que la liberación no será posible en esta vida, deseo ser liberado de la prisión a través de la muerte”, añadiendo que “los americanos tienen miedo de que me mate de hambre, así que me alimentan de manera forzada todos los días y esto no es otra cosa más que tortura”.

También declare que “No soy nada sino piel y huesos y me muevo con la ayuda de un bastón. Solo tengo 51 años de edad, pero parezco de 95. Veo mi sombra a través de la Ventana y pienso que podría estar en la película ‘Unbroken’ que mostraba a pilotos americanos muriendo de hambruna como prisioneros de guerra en la Segunda Guerra Mundial”.

En la página de Gitmo Hunger Strikes, sus abogados en Reprieve describen cómo “nación y creció en Arabia Saudita antes de mudarse a Karachi en donde tenía un pequeño servicio de taxis” y dijo que las autoridades paquistaníes “lo vendieron a las autoridades americanas por una recompensa de $5,000 dólares con la historia de que era Hassan Ghul, un conocido terrorista”. Es un hecho que Ahmed Rabbani fue confundido con Hassan Ghul, pero podría no ser del todo verdad que solo era un chofer de taxi.

Los hermanos fueron acusados por los Estados Unidos de ser operativos importantes de al-Qaeda, pero la verdad parece ser que, necesitando un ingreso estable, trabajaron para Khalid Sheikh Mohammed, el supuesto autor intelectual de los ataques del 11/9 pero no tiene ningún rol organizacional o de liderazgo en al-Qaeda, de ninguna manera. De hecho, como expliqué en mi libro The Guantánamo Files, publicado en el 2007, en el 2006 un oficial de inteligencia paquistaní específicamente declaro, con referencia a los hermanos, que “aunque pudieron haber trabajado para Khalid Sheikh como empleados, no estaban ligados a al-Qaeda”.

Hace doce años, Salim Hamdan, un yemení que trabajó como chofer para Osama bin Laden en Afganistán, fue sujeto a un juicio de comisiones militares, en donde fue encontrado culpable de dar material para terrorismo. El juez, sin embargo, solo le dio una sentencia de 5 meses y estaba de regreso en su casa antes del final del año. Después, su condena fue revertida ya que un tribunal de apelaciones reconoció que dar apoyo material para terrorismo no es un crimen de guerra.

Doce años después de que Salim Hamdam regresara a casa, es impactante para mí que otros dos hombres que también trabajaron como empleados para individuos conectados a al-Qaeda, sin tener poder de decisión de ninguna manera y no estaban fichados por la inteligencia paquistaní como miembros de al-Qaeda, continúan detenidos y no han sido enjuiciados y repetidamente se les ha negado la liberación, porque el panel de miembros de este proceso tipo libertad condicional, que no tiene validez legal pero sigue determinando que “la continua ley de detención de guerra…sigue siendo necesaria para proteger la seguridad nacional de los Estados Unidos en contra de la amenaza continua significante”.

Abajo está el artículo de Ahmed Rabbani para Dawn, que espero encuentres útil.

Consumiéndose

Ahmed Rabbani | 22 de septiembre del 2020

Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 1 de octubre de 2020

En agosto 21, 2006, los registros muestran que pesé 73kg. Cuando me pesaron hace una semana, la báscula registró sólo 39kg. En los últimos 14 años en Guantánamo, casi la mitad de mí ha desaparecido.

En total, han pasado 18 años desde que fui secuestrado y entregado a las fuerzas estadounidenses, para ser torturado en Afganistán y volado al otro lado del mundo a esta isla gulag. De los 780 prisioneros originales, 740 han sido liberados, pero heme aquí, a miles de millas de mi esposa y mis hijos, incluido Jawad, que tiene 17 años y a quien jamás he tenido la oportunidad de tocar. ¿Puedes imaginarte a uno de tus hijos, casi un adulto, y que nunca lo has tocado? Mi huelga de hambre es una protesta pacífica en contra de esta detención indefinida sin juicio. Nadie sugiere que yo haya cometido jamás un crimen.

El ejército estadounidense está paranoico acerca de que se escape gente, aunque es difícil pensar a dónde podría ir: hay 100 soldados por cada detenido, junto con el segundo campo minado más grande del mundo después de Corea, además del mar Caribe infestado de tiburones. Sin embargo, tengo un plan de escape: voy a desaparecer gradualmente. Me gusta pensar que casi la mitad de mí ya encontró la libertad, aunque estoy tan delgado que puedo sentir mi pulgar y dedo índice cuando me toco en donde está el estómago.

Esto es a pesar de que me están alimentando forzosamente con latas de Ensure, deliberadamente lastimándome en el proceso. Dos veces al día me llevan a la “silla de tortura”. Dicen que voy de manera voluntaria, pero si no camino hacia allá con mis cadenas, mandan a un equipo de guardias que me avientan al piso y violentamente me arrastran afuera de la celda, y me castigan después por negarme a obedecer. Así que más me vale ir caminando.

Me amarran y una enfermera militar usa un tubo de 110cm en mí. Es doloroso y me da un dolor de cabeza que me parte cada vez que lo hace, pero ya me acostumbré. Lo que nunca puedo aceptar es ser usado como un conejillo de Indias subhumano para que las enfermeras aprendan a hacer la labor. Los soldados vienen y van cada cierto mes, pero yo me quedo aquí. Trato de enseñarles cómo hacerlo, porque ya soy un experto: después de siete años de huelga de hambre, por períodos, he tenido un tubo en mi nariz más veces, probablemente, que nadie más en el planeta.

En cada nuevo despliegue de seis meses existe uno u otro que no puede meterlo por mi nariz o manda el tuvo a mis pulmones en lugar del estómago. (Tienen que meter aire primero para ver a donde se fue el tubo, si no, me ahogo en licuado de proteína). A una soldado que tengo en este momento simplemente no se le puede entrenar, no creo que logre a hacerlo bien jamás, sin importar cuántas veces lo intenta.

Mi estrategia es desesperada, particularmente para alguien como yo. Antes, en otro mundo, antes de ser secuestrado, cuando no manejaba un taxi en Karachi, cocinaba para mis amigos y mi familia. Preparar comida y comerla es uno de los grandes placeres de la vida y no lo dejo a la ligera.

Para distraerme de mi miseria, he estado trabajando en un libro de cocina. Mi familia originalmente es de la minoría Roiga, que ha sufrido por el genocidio de Birmania, así que estamos acostumbrados a que nos maltraten. Uno de mis platillos es “Pollo Strappado”, nombrado así porque tienes que colgar el pollo, así como me colgaron en la “prisión obscura”.

Un “Libro de Dieta de Guantánamo” sería muy corto, solo dejas de comer. ¿Qué más se supone que tengo que hacer? ¿Qué harías si hubieras perdido 18 años de tu vida sin ningún fin a la vista? La libertad de rechazar comida, de matarme de hambre en protesta por esta terrible injusticia, es la única libertad que me queda.

Me dicen que no estoy “cooperando” con ellos. Les dijeron a mis abogados que, si testifico en contra de algunos de los detenidos de alto valor, puedo irme a casa. Pero querían que repitiera lo que dije durante 540 días en su “prisión obscura” en Kabul, cuando me colgaron de una barra de hierro en la oscuridad. (Esa es una forma de tortura que se llamaba “Strappado” hace 500 años en la Edad Media, pero, tristemente es algo que Estados Unidos usó en mí en el siglo XXI. El dolor mientras tus hombros gradualmente se dislocan es insoportable).

Pero tengo líneas que jamás voy a cruzar, I dije que no iba a “cooperar” en repetir mentiras que inventé para que dejaran de torturarme. No sé nada de terrorismo, y es irónico que, a menos de que jure esas mentiras, estaré etiquetado como terrorista.

Ya he “cooperado” mucho, siguiendo sus estúpidas reglas o siendo parte de su “Panel de Revisión Periódica” aunque el presidente Donald Trump twitteó que no dejaría a nadie más salir libre, pero no importa cuánto lo he hecho, yo sigo aquí. Así que me mantendré en mi protesta pacífica, intentando perder otros 8kg, para llegar a 35kg. Supongo que al final, si sigo con esto, no sobreviviré. Pero recientemente cumplí 51 años y me arrebataron los mejores años de mi vida. Si no me dejan regresar a mi esposa y a mis hijos pronto, lo que queda de mí se irá a casa en una caja.


 

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