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“El prisionero para siempre”: el nuevo documental de Alex Gibney acerca de la víctima de tortura de la CIA Abu Zubaydah

23.12.21
Andy Worthington

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 30 de diciembre de 2021


El poster para el nuevo documental de Alex Gibney “The Forever Prisoner” (“El prisionero para siempre”) lanzado por HBO el 6 de diciembre del 2021.

En la larga de tortura y abuso infringida por el gobierno estadounidense sobre prisioneros en la brutal “guerra contra el terror” que la administración de Bush declaró después de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, pocos han sufrido tanto como Abu Zubaydah (Zayn al-Abidin Muhammad Husayn), para quien, por error, fue inventado el programa de tortura de la CIA post 11/9.

Por todo el tiempo que llevo estudiando y escribiendo acerca de Guantánamo, ha sido evidente que la historia de Abu Zubayda es una de las más obscuras de toda la lamentable saga de cómo Estados Unidos perdió su compás moral después del 11/9.

Atrapado en una redada a una casa en Faisalabad, Pakistán, en marzo de 2002, en la cual le dispararon y resultó mal herido, fue volado a la primera prisión de tortura de la CIA post 11/9, en Tailandia. Este fue el inicio de cuatro años y medio en “sitios negros” de la CIA, incluyendo Polonia, en un “sitio negro” en Guantánamo que existió por seis meses en 2003-2004, Marruecos, Lituania y Afganistán, antes de su eventual transferencia de vuelta a Guantánamo con otros 13 detenidos de “alto valor” en septiembre del 2006.

Desde entonces, mientras que algunos de sus compañeros prisioneros de “sitios negros” han sido acusados, su encarcelamiento sin cargos ni juicio ha continuado. Bajo el presidente Obama, era uno de los 64 prisioneros cuyos casos terminaron siendo revisado por el proceso tipo libertad condicional conocido como Juntas de Revisión Periódicas (Periodic Review Boards) que aprobaron 38 liberaciones. Abu Zubaydah, sin embargo, fue uno de los 26 hombres cuyo continuo encarcelamiento sin cargos ni juicio fue aprobado, basándose en que supuestamente sigue constituyendo una amenaza a los Estados Unidos.

Bajo Donald Trump, uno de los 26 que fueron aprobados para ser liberados por una PRB (por sus siglas en inglés) y bajo el presidente Biden ocho más de esos 26 (aunque ninguno ha sido liberado). Ahora hay 14 “prisioneros siempre” todavía detenidos en Guantánamo que no han sido aprobados para ser liberados y Abu Zubaydah es uno de ellos.

Los casos de los 14 hombres son todos merecedores de escrutinio, pero el caso de Abu Zubaydah sigue siendo uno que, más que nada, sobresale la brutalidad redomada y la aplastante injusticia de la “guerra contra el terror” y es loable que Alex Gibney, quien abordó por primera vez los horrores de la “guerra contra el terror” en Taxi al Lado Obscuro en el 2007, ha regresado a la “guerra contra el terror” en su más reciente documental “The Forever Prisoner” (El Prisionero para Siempre) que fue lanzado hace poco por HBO.

El trailer de la película está publicado abajo, via YouTube:



Abu Zubaydah “debe permanecer incomunicado por el resto de su vida”

El documental de Gibney comienza con uno de los intercambios más espeluznantes entre interrogadores de la CIA y el cuartel general de la CIA en Langley, cuando Abu Zubayday estaba detenido y siendo torturado en el primer “sitio negro” de la CIA en Tailandia en el 2002. Como explicó David Smith para el Guardian “Desde un ‘sitio negro’ en Tailandia en el 2002, oficiales de la CIA le advirtieron al cuartel general que sus técnicas de interrogación podrían matar al prisionero. Si eso sucedía, sería cremado sin dejar huella alguna. Pero si sobrevivía, ¿podría la CIA ofrecer garantías de que permanecería en aislamiento? Podía. Abu Zubayda, dijo la agencia en un cable ‘jamás será puesto en una situación en la que tenga contacto significativo con otros’ y ‘deberá permanecer incomunicado el resto de su vida’”.

Esa promesa no se ha convertido completamente en verdad, pero casi. Abu Zubaydah tiene representación legal, pero sus abogados son su único contacto con el mundo exterior. Además, muy poco de de lo que les hay dicho ha sido hecho público porque cada palabra intercambiada entre abogados y clientes en Guantánamo es presuntamente clasificada y en el caso de Abu Zubaydah y de los otros “detenidos de alto valor”, poco de lo que han dicho en los últimos quince años ha sido desclasificado. Sigue, por lo tanto, mantenido ampliamente incomunicado y, como los otros “prisioneros siempre”, sin noción de, si es que algún día, lo que parece ser un encarcelamiento sin fin, sin cargos ni juicios, terminará.

Smith entrevistó a Gibney cuando la película fue lanzada y Gibney enfatizó sobre, como Smith describe, lo importante que es que él “jamás ha sido acusado de algún crimen o le hayan permitido cuestionar su detención” y cómo “la elección de Joe Biden ha hecho nada para señalar el fin de su purgatorio o estatus no persona”.

Como explicó Gibney “Él enfrenta el horror que algunos enfrentan en Guantánamo, que es tal vez el peor horror existencial de todos, más allá que incluso algún prisionero con sentencia de muerte. En realidad, no sabes cuál es tu futuro. Tu futuro siempre está sin ser definido. No sabes si vas a salir o si jamás te darán una explicación al por qué continúas a estar ahí y sobre eso hacemos películas cuando intentamos representar regímenes tiranos. Eso es Orwell. No es la bota en la cara para siempre, sino el sentimiento de no saber jamás lo que te va a pasar o por qué. Eso te aplasta el alma y tiene que ser psicológicamente desestabilizante en una manera realmente potente de no saber”.

Gibney destacó que Aby Zubaydah no es del todo un hombre inocente. “No es inocente tipo Hollywood, así como lo diría su abogado Joe Margulies”, le dijo a Smith, quien describe a Zubaydah como alguien que “peleó en Afganistán” y que “falsificó pasaportes, arregló viajes para yihadistas y tenía conocimiento de planes terroristas” y también “usó más de 30 alias y era visto como un maestro del disfraz”.

Cuando fue capturado, sin embargo, fue “erróneamente demonizado como un operativo de alto rango de al-Qaeda en lugar de un facilitador independiente” y “fue enviado a un lugar secreto en Tailandia para ser cuestionado por hombres obsesionados con cómo prevenir otro 11/9”.

“El paciente cero” en el “salvajemente irregular” programa de tortura de la CIA

Como lo describió Gibney, “Abu Zubaydah fue el paciente cero para el programa de tortura de la CIA. Esa es la razón para investigar su historia, porque te enteras de cómo el estado de derecho fue tumbado. Como tomamos el camino cuando estábamos más interesados en escuchar lo que queríamos escuchar, que es lo que la tortura tiende a darte, en lugar de lo que los hechos reales fueron”.

Sujeto a waterboarding (una forma de ahogamiento controlado) en 83 ocasiones, “también pasó más de 11 días en una caja del tamaño de un ataúd y 29 horas en una caja todavía más chica, sólo 21 pulgadas de ancho, 2.5 pies de altura y 2.5 pies de largo”, como explica Smith, añadiendo que “el documental incluye imágenes del brutal trato dibujados por el mismo Zubaydah así como entradas de sus diarios personales pre y post captura”.

El programa de tortura — implementado “como una política gubernamental por primera vez en la historia de Estados Unidos” — fue “salvajemente irregular”, lo describe Smith. En palabras de Gibney, “A la CIA le gustaría pretender que fue un programa científico cuidadosamente calibrado por rigurosos científicos. Eso no es verdad para nada. Solo fue improvisado. ‘Probemos 24 horas de privación del sueño. Eso no funciona. ¿Qué tal 48 horas? ¿Qué tal 72 horas?’. Pues, tu cerebro se convierte pasta después de 72 horas de privación de sueño y podían haberle preguntado a alguno de sus propios expertos que habían dicho, de hecho, que tu habilidad cognitiva desaparece a ese punto. ¿Así que por qué interrogarías a alguien después de 72 horas de privación de sueño? No tiene sentido. Claramente, con el waterboarding, no sabían qué tal lejos llegar”.

Como procedió a explicar Gibney, “lo que aterrorizó cuando llegué a los detalles de esto fue qué tan descuidada e irresponsable y ad hoc fue toda esta cosa. Fue un disparo en la obscuridad. ‘Oye, vamos a probar tantita desnudez. ¿Qué tal un poco de agua fría? Oh, eso no está funcionando. Probemos colgarlos de las muñecas. Pongámoslo en una caja en donde se defecará encima por cuatro o cinco días. Eso podría funcionar. Pongamos música a todo volumen. ¿Qué tal un poco de Red Hot Chili Peppers una y otra y otra vez?’ Fue un periodo de tiempo cuando oficialmente las EIT (técnicas de interrogación mejoradas por sus siglas en inglés) no habían sido aprobadas legalmente así que sólo improvisaban”.

Para Gibney, describe Smith, el caso de Abu Zubaydah “ofrece una clara demostración de que hay reglas en contra de la tortura porque es tanto inmoral como un fracaso en producir evidencia basada en hechos”. Como el mismo Gibney lo pone “Durante años de hacer documentales me he cruzado constantemente con la frase ‘la nobleza provoca corrupción’. Una vez que la gente cree que estás hacienda algo por una causa noble, se permiten comenzar a doblar las reglas, como plantarle un porro a un perpetrador que no puedes atrapar de otra manera y después lo siguiente que haces es matar gente. Quisiera esperar que la gente pudiera comenzar a entender que la noción de el fin justifica los medios nunca es una buena idea porque una vez que aceptas eso, significa que te estás permitiendo básicamente volcar los principios que dices defender”.

Demostrando la pendiente resbaladiza está James Mitchell, el arquitecto sin arrepentimientos del programa de tortura quien, como dice Smith, “expresa cero remordimientos por hacer lo que él cree es su deber patriótico”. Mitchell le dijo a Gibney “mi jefe dice que es legal, especialmente si el presidente lo aprobó, no voy a caer en sutilezas acerca de lo que algún tipo en un sótano o algún periodista opina al respecto, porque pueden cambiar libremente de lugar conmigo en cualquier momento en el que piensen que pueden hacer un mejor trabajo que yo protegiendo estadounidenses”.

Mitchell ha hablado previamente acerca de su falta de arrepentimiento, pero Gibney y el periodista Raymond Bonner, que trabajó con él en el proyecto, también desenterraron nueva información acerca del caso de Abu Zubaydah que viene en el documental. Como explicó el artículo de Vanity Fair, Gibney y Bonner “demandaron a la CIA para acceder a documentos clasificados” y “cuando la Agencia sorprendentemente cedió, un tesoro de material condenatorio nuevo y que haría noticias, se hizo público, incluyendo un plan de al-Qaeda del 2002 para atacar Israel”. Como lo describe Smith, el centro de la información revelada fue una versión redactada del libro del ex agente del FBI Ali Soufan titulado The Black Banners: How Torture Derailed the War on Terror after 9/11 (“Las banderas negras: cómo la tortura descarriló la guerra contra el terror después del 11/9”). Smith cuenta que Gibney y Bonner también “tuvieron acceso a las notas de interrogación de Soufan cuando estuvo con Zubayday” y la revelación de nueva información “le permitió a Soufan hablar más libremente que antes e iluminó con nueva luz el caso”.

Como dijo Gibney “La razón para la tortura siempre ha sido que Abu Zubayda no cooperaba en lo absoluto. Lo que fue revelado en una nueva entrevista con Ali Soufan, junto con sus notas de interrogación, fue que, en una o dos horas de cuestionarlo, les dijo acerca del plan en cuestión. Era en Israel, patrocinado por los saudís y ayudaron a detener el plan. Así que sabiendo eso te ayuda a concluir que cooperó completamente: les está dando el plan corriente que de hecho pueden detener. Pero la conclusión a la que llegó la CIA fue justamente lo opuesto”.

De hecho, el FBI lleva mucho tiempo confirmando que Zubaydah cooperó antes de que la CIA asumiera el cargo y lo torturara, pero los detalles del plan sirven para confirmar que, como con el reciente horrendo testimonio del “detenido de alto valor” convicto Majid Khan, la cooperación no llevó a un mejor trato, como lógicamente debería haber sido. Como lo describió Majid Khan en la declaración que le permitieron hacer en su audiencia de sentencia en octubre “mientras más cooperaba y les decía, más me torturaban”.

La censura de Abu Zubaydah

La única persona que falta visiblemente del film de Gibney, por supuesto, es el mismo Abu Zubaydah, quien, como todos los prisioneros en Guantánamo, depende de la censura del gobierno estadounidense para dictar lo que se puede y no revelar de sus discusiones con sus abogados. Restringido por su clasificación, sus abogados — la fuente principal de Gibney para entender quién es Abu Zubaydah — solo han podido representar a su cliente en pinceladas anchas: “una diva”, pero también “un hombre de inteligencia feroz y sentido del humor obscuro” y, fundamentalmente, un ser humano “que ha sido profundamente traumatizado, quien “tiene fuertes dolores de cabeza” y “tiene pesadillas de ahogamiento, sin sorpresa alguna”.

Gibney espera que el documental sea “una llamada de atención”. Como le explicó a Smith, “Cuando atraviesas por las cosas que atravesó Abu Zubaydah y también en la manera en la que fue, a mano cerrada, de manera descuidada y francamente estúpida, espero que la gente diga ‘No puedo creer que esto de verdad sucedió y que permitimos que sucediera”.

“Más allá”, añadió, “espero que la reacción intelectual sea decir que Guantánamo como una prisión, como un lugar fuera de la ley, es un tipo de broma cruel que debemos cerrar porque no es lo que aspiramos ser. Está en Gitmo no por lo que nos hizo sino por lo que le hicimos a él. Por eso está siendo silenciado”.

Mientras tanto, en la dimensión desconocida legal que supuestamente justifica el encarcelamiento sin fin de Abu Zubaydah, sus abogados recientemente “le pidieron a un tribunal federal que lo liberara en las bases de que la guerra de Estado Unidos contra Afganistán y al-Qaeda terminaron”, como explicó el Guardian en un artículo publicado pocos días antes de que se lanzara “The Forever Prisoner”.

En su petición, los abogados de Aby Zubaydah declararon, acertadamente que “el solicitante [Abu Zubaydah] ha estado cautivo por casi 20 años, de los cuales pasó casi cinco en sitios obscuros de la CIA alrededor del mundo. Durante este tiempo fue torturado brutalmente. Ahora, como demandado, el gobierno estadounidense mantiene que Abu Zubaydan debe ser mantenido cautivo el resto de su vida. ¿Por qué? Porque en algún lugar del mundo, Estados Unidos podría volverse a involucrar en algún conflicto armado con un grupo pequeño que se llame al-Qaeda, pueda o no comprobar el gobierno que el pequeño grupo tenga relación alguna con el al-Qaeda original, que fue mermado hace mucho por la muerte o la captura de su equipo de líderes y varios de sus miembros. El solicitante, de hecho, afirma que el al-Qaeda original ya no existe y puede probarlo más adelante”.

Como también declararon los abogados, “La parte más triste, sin embargo, puede ser que el gobierno admite que el solicitante nunca perteneció a al-Qaeda. La AUMF (Autorización del Uso de la Fuerza Militar por sus siglas en inglés) pasó una semana después de los ataques del 11/9, que el demandante apunta como su fuente de autoridad de detención, nunca, ni siquiera menciona a al-Qaeda. En lugar de eso, la AUMF autoriza el uso de fuerza en contra de aquellos que participaron en los ataques del 11/9. Otra tragedia es que el solicitante, por más de 20 años, nunca ha sido acusado de estar involucrado en los ataques, ni criminalmente ni en el Factual Return (“FR”) (retorno factual) del gobierno. Lo que alega el FR primordialmente son ofensas enfocadas en Afganistán. Pero, como sabe el mundo, el presidente Biden ha declarado varias veces que el conflicto armado en Afganistán ha terminado y para probar este punto el Comandante en Jefe ha retirado a todas las tropas estadounidenses de ese país. Este desfile de horrores impulsó al solicitante presentar esta moción”

Queda por verse si el tribunal reconocerá la naturaleza infundada del encarcelamiento “siempre” de Abu Zubaydah sin cargos ni juicio, aunque no es sabio invertir demasiada esperanza en los tribunales, que han fracasado en hacer cualquier cosa substancial para los prisioneros desde el breve esplendor del habeas corpus, desde el 2008 al 2010. Mientras, sin embargo, es de esperarse que el film de Alex Gibney alcance la audiencia más amplia que sea posible, tanto para exponer la aplastante injusticia del trato de Abu Zubaydah como la vergüenza de la continua existencia de Guantánamo. Como le dijo Gibney a Vanity Fair, “Gitmo es una herida terrible. Es el lugar en el que el estado de derecho va y muere”.


 

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