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Mohammed Al-Qahtani, víctima de tortura y mentalmente enfermo es aprobado para ser liberado de Guantánamo

8.2.22
Andy Worthington

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 10 de marzo de 2022


Mohammed al-Qahtani fotografiado antes de su captura en el 2001 y fotografiado después, en Guantánamo

El 4 de febrero otro prisionero en Guantánamo fue aprobado para ser liberado de la prisión por la Junta de Revisión Periódica (PRB por sus siglas en inglés), un proceso tipo libertad provisional establecido por Obama, que llevó a la liberación de 36 hombres en su segundo periodo en el poder. De los 39 hombres todavía detenidos, 19 — la mitad de aquellos que siguen encarcelados — han sido aprobados para ser liberados, con 14 decisiones tomadas desde que el presidente Biden tomó el poder hace más de un año.

Hubo sorpresa en algunas dependencias, debido a que el prisionero en cuestión, Mohammed al-Qahtani, un saudí, estaba considerado en los días iniciales de Guantánamo, como el veinteavo secuestrador de los ataques del 11/9 y fue sujeto a un programa específico de tortura, aprobado por el entonces secretario de defensa Donald Rumsfeld quien, como reportó el New York Times después de que la decisión de la PRB fuera anunciada, “involucró someterlo dos meses a continua y brutal interrogación por parte del ejército estadounidense en una choza de madera en el Camp X-Ray a finales del 2002 y principios del 2003”.

Los detalles de su tortura impactaron al mundo cuando el registro diario de la interrogación se filtró al Time en el 2006. Como lo describió la revista, la bitácora reveló cómo “los interrogadores militares pusieron al Sr. Qahtani en confinamiento solitario, lo desnudaron, lo rasuraron a la fuerza y lo sometieron a prologada privación del sueño, deshidratación, exposición al frío y varias humillaciones psicológicas y sexuales como hacerlo ladrar como perro, bailar con un hombre y ponerse ropa interior de mujer en la cabeza”. El Times añadió que “extrajeron una confesión que después él mismo retractó”, que incluyó alegatos en contra de otros treinta prisioneros diciendo falsamente, que eran guarda espaldas de Osama bin Laden.

A pesar de estas revelaciones, el gobierno de Bush puso al-Qhatani en juicio ante una comisión militar en febrero del 2008, junto con otros cinco hombres (incluyendo Khalid Sheikh Mohammed), que fueron acusados de estar involucrados en los ataques del 11/9. Los cargos en su contra fueron retirados en mayo del 2008 pero fueron reinstalados en noviembre de ese año. Sin embargo, el oficial responsable de decidir si procedían con precauciones o no, Susan Crawford, autoridad militar de las comisiones militares, rechazó presentar cargos, memorablemente diciéndole a Bob Woodward del Washington Post, justo antes de que George W. Bush dejara el poder, “Torturamos a Qhatani. Su trato fue la definición legal de tortura” y también explicó que “por eso no referí el caso” para enjuiciamiento.

Otra vez, sin embargo, al-Qahtani continuó a languidecer en Guantánamo, una víctima de tortura que ahora no tendría cargos pero de quien nadie quería tomar la responsabilidad de liberarlo, muy parecido a Abu Zubaydah, para quien se creó el programa de tortura post 11/9 y quien sigue detenido, a pesar de que el gobierno estadounidense hace mucho tiempo abandonó su afirmación inicial de que era “el número 3 de al-Qaeda” — afirmación que fue evidentemente falsa.

Bajo Obama, el Equipo de Trabajo para Revisión de Guantánamo (grupo especial de revisión), un proceso de revisión inter agencia de alto nivel, se reunía semanalmente durante el 2009 para decidir quién sería liberado y quién debería seguir encarcelado, basándose en que eran demasiado peligrosos para ser liberados, pero con evidencia insuficiente para enjuiciarlos. Treinta y seis hombres fueron recomendados para ir a juicio, 48 para continua detención sin cargos ni juicio y 156 para liberación (y todos menos tres fueron subsecuentemente puestos en libertad).

Sin embargo, mientras colapsaba la credibilidad de las comisiones militares con algunos pocos veredictos revocados en apelaciones, algunos de aquellos recomendados para enjuiciamiento terminaron siendo elegibles para procesos de segunda revisión, las Juntas de Revisión Periódicas, junto con los 48 hombres recomendados específicamente para encarcelamiento continuo sin cargos ni juicio. Al final, 71 hombres fueron puestos en PRB, incluyendo al-Qahtani y su primera revisión fue en junio del 2016.

Evidencia de la esquizofrenia de Mohammed al-Qahtani finalmente salió

Por más de 13 años desde que fue torturado, finalmente emergió evidencia de que al-Qahtani tenía problemas mentales severos antes de su captura, su tortura y los esfuerzos de al-Qaeda para reclutarlo para el 11/9. Sus abogados, incluyendo Ramzi Kassem del Centro Para Derechos Constitucionales (Center for Constitutional Rights) aseguraron un permiso para que la psiquiatra independiente Dra. Emily Keram pudiera visitar a al-Qahtani en Guantánamo, en donde, como describió el Washington Post, le dijo a ella que “había sufrido una herida en la cabeza cuando salió volando de un vehículo a los 8 años y tuvo dos heridas más en accidentes de coche” y, como concluyó, “desarrolló síntomas psicóticos en la niñez que empeoraron cuando creció”.

En una ocasión, describió el Post, “la policía saudí lo encontró desnudo en un basurero en Rayad”, y en otra ocasión, en La Meca en el 2000, fue “involuntariamente recluido en un hospital después de que intentó arrojarse a la calle. En ese momento los doctores dijeron que estaba alucinando y era suicida, según los registros médicos y psiquiátricos”.

La Dra. Keram confirmó que es esquizofrénico y que “probablemente necesitará cuidado mental de por vida” y también que “no puede recibir tratamiento eficiente para su actual condición mental mientras que siga en custodia estadounidense”. También mencionó que, dada su situación de salud preexistente, estaba “profundamente susceptible a la manipulación por parte de otros” (por eso su manipulación por parte de al-Qaeda) y destacó que desarrolló PTSD (síndrome de estrés post traumático por sus siglas en inglés) como resultado de su tortura, interrogación y encarcelamiento.

Al momento de su PRB, el Post destacó que el gobierno saudí había “estado de acuerdo con reubicarlo, según un documento del Ministerio de Interior de Arabia Saudita” y también que sus abogados querían argumentar que su “enfermedad mental preexistente y abuso experimentado en Guantánamo deberían de favorecer su liberación, ya que la prisión es incapaz de darle un cuidado médico y psiquiátrico adecuado”.

De hecho, esto fue lo que sucedió, pero la junta de revisión, vergonzosamente, se rehusó a recomendarlo para ser liberado y sostuvo la decisión de otra revisión en julio del 2018. Mientras tanto, sus abogados intentaron otra ruta, exhortando al tribunal estadounidense en abril del 2018 a ordenarle al gobierno “que pidiera que su condición actual fuera formalmente revisada por una comisión médica, un grupo de doctores neutrales destinados a evaluar prisioneros de guerra para ser repatriados”, como reportó Murtaza Hussain para el Intercept y como yo reporté en su momento.

En marzo del 2020, la jueza Rosemary Collyer ordenó una valoración psiquiátrica independiente para al-Qahtani, una decisión que sostuvo la jueza Ellen Huvelle en agosto del 2020. La intención de los abogados, como explicó el Times, fue que la comisión médica recomendara su liberación a Arabia Saudita “por razones médicas bajo la Convención de Ginebra y la regulación del ejército estadounidense” pero el departamento de justicia de Donald Trump “resistió esa orden” que hubiera sido “la primera intervención médica extranjera” en Guantánamo.

“En lugar de eso”, el Times explicó, “el congreso creó una vacante de doctor naval que sería asignado a la base pero que trabajaría de manera independiente” y “los abogados del Sr. Qahtani estuvieron de acuerdo en poner en pausa resolver el caso en tribunal mientras que el oficial revisaba los registros militares médicos y los descubrimientos de la Dra. Keram”.

En mayo, según los oficiales que hablaron con el Times, el doctor naval, Corry J. Kucik, envió un reporte de siete hojas para la última revisión de al-Qahtani de su Junta de Revisión Periódica, en el que “estuvo de acuerdo con los descubrimientos de la Dra. Keram”. El Dr Kucik “está de acuerdo con que el Sr. Qahtani fue dañado por la herida en su niñez, con la esquizofrenia que desarrolló en la adolescencia y que la interrogación abusiva y confinamiento subsecuente sólo agravaron eso”. También estuvo “de acuerdo con que el Sr. Qahtani no puede ser adecuadamente tratado en Guantánamo y que era extremadamente poco probable que representara amenaza alguna de ser enviado a un hospital mental saudí cerca de su familia en donde su salud mental pudiera ser efectivamente mejor abordada”.

Según el Times, en junio la Junta “unánimemente adoptó esa recomendación”, explicaron oficiales. Sin embargo, “la administración de Biden, aparentemente mientras negociaba un acuerdo de seguridad con Arabia Saudita para la repatriación del Sr. Qahtani, evitó hacer pública esta decisión hasta el viernes”. Por ley, el secretario de defensa tiene que notificar al congreso 30 días antes de la fecha propuesta de liberación para cualquier prisionero y está obligado a certificar que el mismo esté contento con el arreglo, pero si, como se espera del actual secretario de defensa Lloyd J. Austin III, notifica al congreso inmediatamente, entonces al-Qahtani podría ser liberado el próximo mes, lo que, según el Times, es la intención del gobierno de Biden.

En su “Determinación final” de recomendar la liberación de al-Qahtani, los miembros de la Junta declararon que, mientras que reconocen que al-Qahtani “presenta algún nivel de amenaza debido a sus actividades y asociaciones pasadas”, esa amenaza “puede ser adecuadamente mitigada”. Los miembros de la Junta “expresaron confianza en la eficacia del programa de rehabilitación saudí” y también entendieron que “Arabia Saudita puede darle un cuidado de salud mental más comprensivo”, así como destacaron la capacidad que tiene ese gobierno para “monitorear” a al-Qahtani “después de haber completado el programa de rehabilitación”. También mencionaron que “consideraron la condición mental peligrosa de manera significativa y apoyo familiar disponible” y apoyaron la implementación de “un set comprensivo de medidas de seguridad incluyendo monitoreo y restricciones de viaje”.

No hay excusas para no liberar a los otros hombres aprobados

En conclusión, sin embargo, es importante mencionar que, mientras que el gobierno de Biden es elogiado por planear la inminente repatriación de al-Qahtani, no existe excusa alguna para no proceder con la repatriación de otros de los 18 hombres cuya libertad ya fue aprobada. El New York Times afirmó que la mayoría de ellos “no pueden ser enviados a casa porque vienen de países inestables como Yemen y Somalia, que por ley no pueden recibir detenidos de Guantánamo” y que “el gobierno de Biden debe encontrar otros países dispuestos a recibirlos”.

Eso es verdad en el caso de ocho yemenís y un somalí, pero el Times está equivocado en decir que “como el Sr. Qahtani puede ser repatriado, debería ser el primero en irse”. No debería de haber obstáculos para repatriar a Sufyian Barhoumi, un argelino aprobado para ser liberado en 2006 y tres paquistaníes, incluyendo al prisionero más viejo de la prisión, Saifullah Paracha, quienes fueron aprobados para ser liberados el año pasado, pero sieguen en el limbo en Guantánamo, sin señal alguna de cuándo podrían de hecho ser libres.

Aprobar hombres para liberación y no dejarlos ir es una aberración peculiar de la ley que todavía prevalece en Guantánamo, explicó Shelby Sullivan-Bennis, la abogada de algunos de los hombres todavía detenidos, en un evento en línea reciente presentado por Revolution Books en Nueva York, en el que participamos el ex detenido Mansoor Adayfi y yo.

Como explicó Shelby, legalmente no existe un mecanismo en el cual un tribunal, en casos de habeas corpus o de las Juntas de Revisión Periódicas, puedan asegurar la liberación de hombres que “han ganado su libertad”. Aunque estos hombres han sido aprobados para ser liberados, no existe requerimiento legal para que su liberación suceda. Como lo describió “no tienen acceso a ningún derecho importante”.


 

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